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Monseñor Rolando Alvarez el 4 de agosto, con el Santísimo Sacramento. Luego de ese momento permaneció 15 días en “casa por cárcel” junto a sacerdotes, seminaristas y laicos.

Exilio religioso, así es como los sacerdotes deben gestionar su salida o entrada de un país a otro

De acuerdo a las normas eclesiásticas los sacerdotes nicaragüenses que están en el exilio mantienen sus cargos en espera de que la situación mejore para regresar al país a retomar sus funciones

En medio de la persecución religiosa del régimen Ortega Murillo contra la Iglesia católica —mantiene encarcelados a siete presbíteros y en casa por cárcel a un obispo— cada vez son más los sacerdotes que consideran exiliarse. Por ser una situación totalmente “anormal e imprevista”, estos traslados no están contemplados en el derecho canónico, pero como cualquier otro movimiento a lo interno de la Iglesia requiere del aval de los obispos, quienes autorizan la salida y que avalan que ayude en alguna de las parroquias bajo su control.

Según varios sacerdotes consultados por LA PRENSA, quienes piden anonimato para evitar represalias, los religiosos que sufren amenazas o no se sienten seguros en sus actuales ubicaciones, al igual que los laicos, deben elegir un “lugar seguro” para establecerse mientras la crisis política se resuelve y pueden volver a sus antiguas parroquias o funciones.

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Derecho canónico no contempla el exilio

“No hay ningún documento o reglamento que establezca este tipo de cambio. Uno elige el país al que quiere ir y pide el permiso a su obispo. Él habla con el que está a cargo de la parroquia donde al sacerdote le interesa ofrecer su servicio y luego los dos obispos hablan entre sí y deciden”, explica uno de los sacerdotes.

Otro de los presbíteros aclara que como el exilio, por ser una condición forzada por contexto y condiciones adversas que atentan contra la seguridad de los sacerdotes, no es un cambio de parroquia como los que contempla el derecho canónico, no se hace un nuevo nombramiento.

El religioso que se va al exilio mantiene su cargo en espera de que la situación mejore para regresar y retomar sus funciones. Esto ocurre porque el derecho canónico establece que todo clérigo debe estar incardinado. Es decir, bajo la jurisdicción de una iglesia particular, prelatura o instituto de vida consagrada o sociedad, ya que no admite clérigos acéfalos o “vagos”.

Además explica que como esta es una situación nueva, no se sabe cuántos años esperarán los obispos para hacer nuevos nombramientos o si la espera será indefinida. Hasta ahora no han removido de su cargo a ningún religioso, a pesar de que algunos llevan varios años en el exilio.

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Monseñor Báez y el padre Román mantienen cargos

“El caso de monseñor Silvio José Báez, que salió de Nicaragua en abril de 2019, es un claro ejemplo de esta disposición. Él lleva más de tres años viviendo afuera, pero sigue siendo el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua”, dice uno de los sacerdotes.

En abril de 2019, monseñor Báez anunció que el papa Francisco le pidió salir del país. Además, durante su estancia en el Vaticano le pidió no regresar a Nicaragua, pero no le asignó ninguna nueva función. En los primeros meses de exilio estuvo con sus hermanos de la congregación Carmelita en varios países, entre ellos, Italia, Irlanda, Perú, España y Estados Unidos, luego se estableció en Miami, Florida, Estados Unidos, donde tiene familiares.

Otro caso que ejemplifica esta situación es el del padre Edwin Román. Con autorización del cardenal Leopoldo Brenes salió del país en agosto del 2021. El motivo del viaje fue atender asuntos familiares en Miami, pero por la situación política prefirió no regresar. El padre Román es párroco de la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya. En enero de 2021 el cardenal Brenes hizo cambios, pero solo nombró a un administrador, pero no un nuevo párroco.

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Autorizados para ayudar en la parroquia Santa Agatha de Miami

Actualmente, tanto monseñor Báez como el padre Román tienen permiso del arzobispo de la Arquidiócesis de Miami, monseñor Thomas Wenski, para “ayudar” en la parroquia Santa Agatha. Allí se les permite celebrar varias misas, especialmente los domingos al mediodía que tiene una gran feligresía nicaragüense.

Esta autorización solo es para “ayudar”, es algo similar a un trabajo de servicio voluntario. Y al no existir nombramiento oficial, el religioso exiliado puede permanecer en casa de un familiar, de un amigo o en una parroquia. Eso dependerá de lo que por sus propios medios consiga.

“Nuestra vida es la eucaristía, entonces para tener dónde celebrar uno busca una parroquia. Pero igual podemos estar en otro lugar porque somos sacerdotes en cualquier lugar donde estemos”, señala el padre.

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Sacerdotes viven de la caridad de feligreses y familiares

Los sacerdotes también explican que si la espera se prolonga demasiado y los exiliados quieren establecerse definitivamente en otro país, deben realizar un trámite llamado excardinación que implica desligarse de su anterior autoridad eclesiástica para luego incardinarse, es decir, adherirse ante una nueva.

“No es posible que un clérigo no tenga en algún momento un legítimo superior eclesiástico”, advierte el derecho canónico.

Con respecto a la sobrevivencia económica, explican que los sacerdotes viven de la caridad de sus feligreses y de la ayuda de sus familiares, así sea que estén en las parroquias donde están nombrados o en la que ofrecen su ayuda. “Nosotros dependemos de la caridad o de la familia, si es que ellos tienen posibilidades. Como todos los laicos, de la misericordia de Dios, así viven el exilio los religiosos”, asegura el religioso.

Además, concluye afirmando que la situación de Nicaragua en algún momento se resolverá y los que se han ido al exilio volverán a retomar sus funciones. “Mientras eso ocurre, solo queda esperar y confiar en la misericordia de Dios”, agrega.

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