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Guillermo Cochez fue embajador de Panamá ante la OEA entre 2009 y 2013. LA PRENSA/ CORTESÍA

Guillermo Cochez, exembajador panameño ante la OEA: “Quizás Nicaragua requiere de otro mártir tipo Pedro Joaquín Chamorro”

El abogado explica que en el mundo hay tantos problemas y Nicaragua no está en la primera línea de prioridades para la comunidad internacional

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Guillermo Cochez no es nicaragüense, pero maneja muy bien la situación actual del país. “Conozco todo, lo del obispo Álvarez, los sacerdotes que le metieron 90 días (de cárcel). Yo estoy al tanto de lo que pasa en Nicaragua. Tengo muchos contactos allá”, explica el abogado y político panameño de 76 años de edad.

Aunque su carrera política la empezó desde la época del dictador Manuel Antonio Noriega, Cochez se internacionalizó a partir de 2009, cuando fue nombrado por su país como embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), cargo desde el que criticó diversas situaciones en la región latinoamericana, incluido el conflicto limítrofe entre Nicaragua y Costa Rica en 2011.

Sus críticas eran tan escuchadas, y hablaba con tanta fuerza, que su gobierno lo destituyó cuando Cochez cuestionó la institucionalidad de Venezuela, especialmente la forma en que Nicolás Maduro manejó el estado de salud de Hugo Chávez, en un momento en que Chávez debía asumir la presidencia por cuarta vez, pero se rumoraba que había muerto.

Sin embargo, desde entonces Cochez se mantiene activo en defensa de la democracia en la región latinoamericana, indica.

Sobre Nicaragua, en esta entrevista con la Revista DOMINGO, Cochez expone que Daniel Ortega y Rosario Murillo solo están alargando la agonía del pueblo nicaragüense que quiere democracia, pero que se acerca su fin como dictadores.

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Según Cochez, los nicaragüenses saben cómo salir de los dictadores, aunque considera que para lograr eso pudieran hacer falta dos cosas: que exista otro mártir como Pedro Joaquín Chamorro o que gente dentro del Ejército le diga “basta” a Ortega y Murillo.

¿Cómo ha visto la actuación de la OEA en el caso de Nicaragua?

Los grupos de izquierda han estado tratando de desprestigiar y disminuir el poder efectivo de la OEA. Sin embargo, la decisión de Colombia, del nuevo gobierno de Gustavo Petro, de no estar presente en la discusión la pasada semana, sobre la condena de la OEA a Nicaragua y el régimen de Ortega y su mujer, reflejan que nuevamente la OEA se ha convertido en lo que debe ser, un vigilante del respeto a los derechos humanos en la región. Piense que el hecho de que Colombia no estuviera presente, con excusas totalmente absurdas, ha vuelto a poner a la OEA en el ojo hemisférico y yo creo que eso es importante.

¿Será que no le han puesto mucha importancia al caso de Nicaragua?

El mundo está lleno de problemas. Nicaragua es uno de ellos, pero desafortunadamente ante una guerra en Ucrania, la situación interna en Estados Unidos de inflación, no está en la primera línea.

¿Y usted cómo está viendo a Nicaragua en este momento?

Le voy a analizar lo que yo veo a la distancia de lo que está ocurriendo en el régimen de Daniel Ortega, inspirado en su atribulada esposa. Veo un régimen cada vez más aislado, que quiere parecerse, no a una democracia como es la aspiración de los nicaragüenses, sino a un régimen totalmente controlador y absoluto como el que tienen en Corea del Norte. Y eso no funciona porque en Nicaragua hay gente muy valiosa, hay gente que está dispuesta a dar su vida y lo muestran todos aquellos que están detenidos hace ya varios meses, sin juicios adecuados, sin derechos a la defensa, etcétera. Creo que hoy condenaron a estos jóvenes a 90 días de prisión y ni siquiera permitieron que hubiese abogados. Por ejemplo, el no encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, después de haberlo ido a buscar en horas de la madrugada, violando las leyes de Nicaragua, que solamente permiten hacer allanamientos después de las seis de la madrugada, refleja el temor que le está cogiendo el régimen a las protestas de la Iglesia. La actitud de monseñor Silvio Báez el domingo pasado, de enfrentar al gobierno y cuestionar la decisión tomada frente al obispo Álvarez, refleja que todavía hay en Nicaragua gente dispuesta a dar su vida, a poner su pecho para lograr el cambio de régimen que se requiere en Nicaragua.

¿Cómo ve a Ortega?

A mi entender, lo que está haciendo Daniel Ortega y su atribulada esposa es alargar la agonía de un pueblo que quiere democracia y que la va a conseguir tarde o temprano, porque esa es una decisión que no le compete tomar a Daniel Ortega ni a su esposa, sino al pueblo nicaragüense. Hay que tener un poco de paciencia, quizás lo que voy a decir no sea del agrado de todos, pero quizás Nicaragua requiere de otro mártir tipo Pedro Joaquín Chamorro, para que el mundo entero vuelva a reaccionar frente a lo que ocurre en Nicaragua y que se venía previendo desde la primera presidencia de Daniel Ortega, cuando comenzaron sus muestras de autoritarismo.

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¿Cómo se explica usted que Ortega haya llegado tan lejos en sus pretensiones dictatoriales?

Lo que ocurre hoy en Nicaragua con el poder que tiene Daniel Ortega y su régimen también es culpa de muchos políticos como (Arnoldo) Alemán, que, por cambiar puestos en la Corte Suprema, por alternarse en posiciones de poder, permitieron que se fuera aglutinando tanto poder alrededor de Daniel Ortega. Pero bueno, yo creo que no hay que mirar hacia atrás, sino mirar hacia adelante y ese mirar hacia adelante requerirá de más sacrificio de los nicaragüenses y el apoyo de todos nosotros. Nosotros, como panameños también estamos apoyando lo que ocurre en Nicaragua, no solamente con nuestro voto en la OEA, sino en Panamá, al igual que en Costa Rica, quizás en menor escala, hay muchos nicaragüenses que han encontrado en los panameños una vía de escape mientras se soluciona la crisis en Nicaragua y que demuestran a nuestra nación lo ingeniosos y trabajadores que son los nicaragüenses.

En Nicaragua no se quiere llegar a una rebelión armada porque ya hay amargas experiencias con guerras. Sin embargo, se considera que la vía diplomática no está funcionando, ¿usted qué piensa de eso?

Es que la vía diplomática no ejerce ningún poder de coerción, no puede solucionar. Creo que tampoco la solución armada es lo mejor. Mire la experiencia y la corrupción que se dio en torno a todo lo relacionado con los contras durante el primer gobierno de Daniel Ortega. Yo creo que la solución tiene que pasar por una decisión de alguien o varios dentro del Ejército de Nicaragua, que le digan a Daniel Ortega hasta aquí llegaste, como ha ocurrido en otros regímenes militares en el resto del mundo, donde los militares, viendo que si siguen apoyando a Daniel Ortega ellos también se hunden, no solamente en sus aspiraciones personales, sino también frente a la población, que los debe mirar con mucho desprecio. Puede que haya una solución por esa vía. Mientras, tanto lo único que se le puede decir a los nicaragüenses es que sigan luchando y exijan mayor presencia internacional. Yo, en la medida de la posibilidad, es lo que yo hago cuando me refiero al tema de Nicaragua, que hay que pasar ya a cuestiones mucho más concretas. Por ejemplo, el retiro de embajadores, como por ejemplo el aislamiento mayor de Nicaragua, esto de la Secretaría General del Sica no tiene nombre, permitirle que Daniel Ortega imponga un candidato, son situaciones que van más allá de lo que están haciendo nuestros gobiernos para no pelearse con el régimen de Ortega, pero ya no hay fronteras en cuanto al respeto de los derechos humanos y nosotros tenemos que velar, no solamente por el respeto de los derechos humanos aquí, sino por para el resto del mundo y particularmente vecinos como Nicaragua. Lastimosamente gobiernos como Guatemala Honduras y El Salvador, los principales vecinos de Nicaragua, en cierta forma se están haciendo los que no saben lo que pasa ahí y buscan la manera de congeniarse con el régimen de Daniel Ortega por intereses económicos o por intereses políticos.

“Quizás lo que voy a decir no sea del agrado de todos, pero quizás Nicaragua requiere de otro mártir tipo Pedro Joaquín Chamorro, para que el mundo entero vuelva a reaccionar frente a lo que ocurre en Nicaragua y que se venía previendo desde la primera presidencia de Daniel Ortega, cuando comenzaron sus muestras de autoritarismo”.

Guillermo cochez, exembajador de Panamá ante la OEA

En Nicaragua se ha visto que Ortega y su esposa ya no tienen límite a la hora de entrar en conflicto con cualquiera. Llegaron a expulsar a la OEA y ocuparle el edificio.

Un régimen que cierra las oficinas de la OEA, que expulsa al nuncio apostólico, que encarcela un obispo, que deporta a otros obispos, yo creo que está caminando hacia su fin. Lo que pasa es que, igual ocurrió en Panamá. Uno no sabe hasta qué momento va a llegar ese fin, lo que sí no pueden esperar los nicaragüenses, por ninguna circunstancia, es que la solución va a venir de afuera. La solución tiene que ser auténticamente nicaragüense y ustedes tienen experiencia en cómo se cambian regímenes, que yo no voy a decir eso porque no quiero que me acusan de que estoy instando a que alguien mate a alguien.

Usted menciona la posibilidad de una rebelión en el Ejército de Nicaragua, pero ese ejército está señalado de haber apoyado a Ortega en la matanza de civiles en 2018.

En Panamá, una vez que se dio la invasión que, vuelvo y repito, ese tipo de historia no se van a repetir, muchos de los militares que decían estar apoyando a Noriega, en el fondo no era así y fueron los primeros que se sumaron al cambio. Sí, hay que hay que tener un poco de paciencia. Yo sé que no es muy alentador lo que estoy diciendo, pero trato de ser lo más realista posible.

Otra cosa que preocupa son los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. ¿Existen esas izquierdas o no son izquierdas?

No pueden ser izquierdas democráticas porque una izquierda democrática o una derecha de cualquier magnitud debería condenar lo que pasa en Nicaragua, así como debería condenar lo que pasa en Cuba o lo que pasa en Venezuela. Sin embargo, yo a estas izquierdas les llamo izquierdas de caviar, porque son izquierdas que viven como si fueran de derecha, pero la derecha del capitalismo más extremo y eso es, me imagino, lo que pasa con la clase de gobernante de Nicaragua, que mientras el pueblo ansía libertad y carece de la de las cosas básicas para su existencia, ellos viven en la opulencia y perjudicando a la clase popular. Así que, en ese sentido, yo sí creo que las izquierdas existen, pero para mí son una farsa.

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El último ejemplo es Petro. ¿Cómo lo está viendo?

Está haciendo cosas que hace que esté recibiendo el rechazo de la población. Lo de no opinar sobre lo de Nicaragua y ahora condonar las órdenes de extradición y de detención de las personas que vayan a la mesa del diálogo con el Ejército de Liberación Nacional en Cuba, que yo no sé cómo pueden esperar que en un país donde no hay ningún tipo de libertad, se pueda encontrar la paz de Colombia, cuando la paz en Cuba no existe. Así que yo creo que son signos que están reflejando que la izquierda de democrática puede que no tenga nada y está muy desfasada. Aunque, si usted analiza el gabinete de Petro se va a dar cuenta que está rodeado de liberales y de conservadores y de personas que no tienen mayores militancias en la izquierda. Sabrá Dios, habrá que esperar, pero las primeras señales no son positivas, con lo de Nicaragua en lo absoluto.

Que las izquierdas ganen auge, ¿ennegrece el futuro en Latinoamérica?

Dicen que después de la tempestad viene la calma. Quizá la tempestad tiene que arreciar un poco para que nuestros pueblos reaccionen. Definitivamente que van a reaccionar porque las ansias de libertad son mayores que la demagogia de estos dirigentes.

Cochez también ha sido diputado y alcalde de Ciudad de Panamá. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal de Guillermo Cochez

Guillermo Alberto Cochez Farrugia, o Willy Cochez, como le dicen en su país, nació en Ciudad de Panamá el 21 de septiembre de 1945. Es uno de los cuatro hijos de Doris Elida Farrugia Ayala y Guillermo Alberto Cochez Humbert, de quien heredó una gran pasión por el béisbol.

Como muchos panameños, sus raíces se pueden rastrear hasta Colombia, Suiza e incluso Francia. Su abuelo paterno, Teófilo Víctor Cochez, era un francés que llegó a Panamá para trabajar como contador para el Canal y se casó con Susana Humbert, de Cartagena, Colombia, la hija mayor de un suizo llamado Federico, relojero, y una colombiana de Cali, llamada Asunción Victoria.

Se casó con Jacqueline Joyce West Roux, con quien procreó cuatro hijos: Edna Beatriz, María Raquel, José Ricardo y Luis Guillermo. De sus hijas tiene cuatro nietas y dos nietos, los cuales todo lo llaman Willy; porque no le gusta que le digan “abuelo”.

Cochez es abogado y político. Ha sido diputado, alcalde de Panamá, representante de Panamá ante la OEA entre 2009 y 2013. Siendo embajador ante la OEA, Cochez obtuvo peso internacional, al asumir posturas críticas frente a situaciones complicadas como el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya en 2009;la transparencia de la gestión del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, en 2011; el conflicto limítrofe entre Costa Rica y Nicaragua en 2011; la presencia de campamentos de las FARC en territorio venezolano en 2011; la falta de respeto a los Derechos Humanos en Ecuador y Venezuela, así como la defensa del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la Relatoría de la Libertad de Expresión de la CIDH durante todo su tiempo en la OEA.

El gobierno panameño lo destituyó el 16 de enero de 2013 por haber criticado la institucionalidad en Venezuela en un momento en que, a pesar de que tenía que tomar posesión de la presidencia por cuarta vez, la salud de Hugo Chávez era incierta.

Cochez también ha sido profesor titular en la Universidad de Panamá y actualmente se dedica a defender el sistema democrático en la región. En Panamá es reconocido como buen conductor de programas de radio, televisión, escritor y columnista regular de importantes medios nacionales como La Estrella de Panamá, La Prensa, El Panamá América y El Siglo.

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