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Otoniel Martínez lleva nueve años laborando para TV Azteca. LA PRENSA/ CORTESÍA

Otoniel Martínez, periodista: “Casi no se habla de Nicaragua en México”

El periodista mexicano, que entró como turista a Nicaragua, explica en entrevista con la Revista DOMINGO que pensó entrevistar a los Ortega Murillo en la plaza, el 19 de julio, pero se encontró con “una valla de policías”

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El periodista mexicano Otoniel Martínez visitó Nicaragua, junto a otros dos colegas, haciéndose pasar como turista en julio de 2022. Luego publicó una serie de reportajes, en la televisora TV Azteca, sobre la forma en que están gobernando Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Martínez, de 33 años de edad, cuenta a la Revista DOMINGO que durante las dos semanas que estuvo en el país pudo conocer de primera mano el miedo con el que viven los nicaragüenses debido a la forma represiva de gobernar de los Ortega Murillo. “Algo que confirmé en Nicaragua es que el miedo se contagia”, explica.

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Lo más iluso que pensó fue que podía asistir al acto de celebración del 19 de julio, en la Plaza de la República, y entrevistar a Daniel Ortega. “La realidad de Nicaragua me agotó todas las posibilidades de acercarme a Daniel Ortega y a Rosario Murillo”, lamenta.

Aún entusiasmado por la repercusión que han tenido sus reportajes, Martínez cuenta que todavía quiere entrevistar a Ortega y hacerle ver “que existe otra realidad más allá de El Carmen”.

Antes que naciera la idea de su reportaje, ¿qué sabía de Nicaragua?

Casi no se habla de Nicaragua en México. Se habla mucho de El Salvador, de Honduras, de Guatemala y el pretexto perfecto para hablar de Centroamérica es la migración, pero muy pocas veces el mexicano voltea a ver a Nicaragua. La referencia que tenía son los datos duros, que es el segundo país más pobre de Latinoamérica, que es un país muy pequeño con muy pocos habitantes. Evidentemente identificaba la bandera. No sé por qué tengo una fascinación con el acento centroamericano, como que me gusta. Entonces también ubicaba muy bien el acento que ustedes tienen en Nicaragua. Tenía referencias como el volcán de Masaya, famoso porque es de los pocos volcanes donde tú puedes subir al cráter y ver la lava. En México, el Popocatépetl, que es el volcán más activo en el país, es imposible acercarte y si subes te sancionan. A mí me llama mucho la atención lo que empiezo a leer de unos meses para acá, de esta crisis sociopolítica que está viviendo Nicaragua. Mi primer acercamiento profundo con Nicaragua es a través de notas periodísticas, de artículos, de opiniones, de editoriales, que otros colegas están escribiendo sobre el país. Eso despierta mi curiosidad y me provoca buscar contactos nicaragüenses, llámese personas que están en Nicaragua, exiliados, representantes civiles, activistas, colegas periodistas. En esa segunda etapa de conocer a Nicaragua a través de lo que los nicaragüenses me cuentan, empiezo a descubrir y a preguntarles cosas como ¿es cierto que salir con la bandera que puede llevar a la cárcel? ¿qué pasa con el uso del Himno Nacional? ¿es cierto que están militarizadas las calles? ¿qué se cuenta de Daniel Ortega? ¿qué onda con Rosario Murillo? ¿es cierto que es la segunda bruja más poderosa de del país? Porque esas son las cosas que yo me empecé a encontrar en los artículos.

¿Y de Rosario Murillo y Daniel Ortega qué sabía?

Que Daniel Ortega era un guerrillero que hace 43 años llegó, con la promesa de libertad y democracia, poniéndole un supuesto fin a la dictadura de Somoza. Sabía que es un gobierno comunista, populista y sabía también que Rosario Murillo es quizá una figura mucho más poderosa que el mismo Daniel Ortega. He visto, podría decir, que es la mujer que está moviendo los hilos y me atrevería a decir que incluso, actualmente, los hijos también están jugando un papel importante en esta dictadura. Empiezo a descubrir, a través de las entrevistas, los detalles de la operación de este régimen. A mí me sorprendía que están confiscando canales, están secuestrando medios de comunicación, que están obligando a que el mismo nicaragüense salga del país, y me obliga a profundizar en el modus operandis de esta pareja y por eso empiezo esta segunda etapa de entrevistas. Y cuando termino de hacer alrededor de unas 10 o 15 entrevistas es cuando yo digo tengo que ir, porque yo ya leí a Nicaragua, yo ya escuché a Nicaragua, pero necesito llegar a ese país y documentar de viva voz, en primera persona, con mis propios ojos, con mis oídos, lo que ya me han contado. Parte del ejercicio periodístico es poner en duda todo lo que había leído y escuchado y por eso es que nosotros decidimos viajar a Nicaragua.

¿Al mexicano le interesa Nicaragua?

Pusimos el tema sobre la mesa pensando que tenía que ser un tema cercano para el latino y creo que se ha logrado y bastante bien, porque nos hemos encontrado reacciones desde yo no sabía que estaba pasando en Nicaragua, es más no tenía ni el registro de nombres de quienes gobiernan, mucho menos del gobierno que han desarrollado en estos últimos años. Lo que nosotros buscábamos es esta reflexión, de decir, a ver, ese discurso que se está diciendo en Nicaragua también lo he escuchado en mi país, esa realidad que estoy viendo en Nicaragua también la estoy viviendo en mi país, está polarización, que es muy marcada en Nicaragua, pues también la estoy viviendo en mi país. Afortunadamente, creo que se logró uno de los varios objetivos que era hacer clic con el latinoamericano, no solamente con el nicaragüense, sino con seres humanos de Centroamérica, de Latinoamérica, y que se engancharan de cierta forma con Nicaragua. Nicaragua es el protagonista de este trabajo periodístico, pero el objetivo también era llegar a otras nacionalidades.

¿Sintió miedo en algún momento al ir a Nicaragua?

Aún con todo lo que me contaron, lo ponía en duda. Llegamos con un plan y también teníamos un plan B, un plan C, porque con Nicaragua nunca se sabe, porque era el panorama que nosotros veíamos desde el exterior. Cuando yo empiezo a recorrer Nicaragua y me empiezo a dar cuenta de la reacción de la gente ante un celular, de las advertencias que cualquier persona te hace, sin conocerte, desde decir cosas como no grabes a policías, si te ven grabando te van a quitar el equipo, tené cuidado porque si descubren lo que estás haciendo te vas a la cárcel, cuando tú empiezas a verte envuelto de ese tipo de advertencias y además empiezas a identificar signos que confirman lo que te han contado, claro que sientes miedo. Algo que confirmé en Nicaragua es que el miedo se contagia y te puedo decir que me bastaron dos semanas para entrar como en este estado de paranoia, de decir te están vigilando, te están observando, cuídate en la calle, cuídate en el taxi, cuídate en el camión, cuídate en todas partes. Y darte cuenta que hay mucho pueblo en Nicaragua que no lleva dos semanas, no lleva meses, lleva años sintiendo lo que lo que a mí me hicieron sentir. Me parece que es inevitable, siendo periodista, sentir miedo en Nicaragua. La realidad puede ser muy distinta para un europeo como los que me encontré en el volcán de Masaya, que simple y sencillamente contrataron un tour y que su único interés es conocer el país y su lado turístico. Evidentemente para el gobierno me parece que un perfil como ese no representa ningún peligro, por lo tanto, la realidad para ese turista va a ser completamente distinta a la que yo viví, como la realidad es muy diferente para el simpatizante de Daniel Ortega que va a un concierto, que va a una fiesta patronal, porque sabe que no corre peligro.

¿Ha conocido si las personas con las que entró en contacto en Nicaragua han sufrido alguna consecuencia ahora que se publicó su reportaje?

Afortunadamente no he tenido ninguna advertencia. Sigo en contacto con los entrevistados y hasta el momento saldo blanco. Lo que ellos me platican, conociendo la realidad de Nicaragua, no descartan nada. Es algo que me repetían, no escatimes, todas las medidas de seguridad.

Se ha rumorado que retuvieron al personal de Migración que le atendió.

Es una noticia que justo, comentarios más bien, que circulaban en redes sociales, diciendo seguramente el agente migratorio que te puso el sello en el pasaporte ya no trabaja ahí. Yo sé que es muy fácil saber cuándo entró y cuando salió una persona, dónde lo hizo, cómo lo hizo a qué hora, pero hasta el momento no he sabido de despidos.

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¿Cómo mira Nicaragua después de su reportaje?

Alguien escribía que el reportaje parecía una historia sacada de un guion hollywoodense, de un libro de ficción, y mi respuesta fue que muchas veces la realidad supera la ficción. Trato de retratar con voces, con imágenes, con sonidos, la realidad para que cada uno saque sus propias conclusiones. En la quinta parte yo hablo un poco más del país fachada con el que yo me encontré, porque parte del motivo para quedarme más días en Nicaragua fue vivir con los simpatizantes de Ortega ese 19 de julio y la fiesta de Daniel, la fiesta de la Revolución Sandinista, para ver también el otro lado y ver cómo es una fiesta de simpatizantes, cuántos llegan, si son muchos, si son pocos, y la reacción. Y también ver qué tanto ese lema del gobierno nicaragüense, que dice el pueblo presidente, se cumple en la realidad. Ese ejercicio lo hice con todas las ideas que yo leía de Nicaragua y me parece que no están contando mentiras los periodistas nicaragüenses desde el exilio. No están contando mentiras la gente que se ha sentido oprimida, la gente que se ha sentido vigilada, no están contando mentiras los familiares de los presos políticos, no están contando mentiras quienes trabajan en un mercado y te dicen que hacen todo lo posible, porque las cosas van más caras y más caras y más caras y más caras y aun, cuando por ejemplo tú das una caminada en el mercado, pues yo logré, por ejemplo, levantar voces de locatarios que te dicen esto es Cuba. Y tampoco están contando mentiras aquellas personas que están diciendo que Daniel Ortega y Rosario Morillo aparecen en los libros de texto, porque yo los vi. La realidad que ahora en mi mente está sobre Nicaragua es mucho de lo que leí, mucho de lo que escuché, pero aún más de lo que yo mismo descubrí estando en ese país.

“Casi no se habla de Nicaragua en México. Se habla mucho de El Salvador, de Honduras, de Guatemala y el pretexto perfecto para hablar de Centroamérica es la migración, pero muy pocas veces el mexicano voltea a ver a Nicaragua”.

Otoniel Martínez, periodista mexicano de TV Azteca

¿No le llama la atención que la situación de Nicaragua todavía sea ignorada en algunos sectores de América Latina?

Me llama mucho la atención, pero no me sorprende. El gobierno tiene un control con absolutamente todo. Hice un monitoreo de medios, analicé cuál es el contenido que el nicaragüense está consumiendo y lo que te venden en la televisión oficialista, lo que te venden incluso en la televisión oficial de esa fiesta de revolución sandinista, es un país fachada. Me parece que no es sorprendente que ciudadanos fuera de esas fronteras no conozcan lo que el nicaragüense está viviendo en ese país. El gobierno está contando una historia que ellos quieren contar. Punto número dos, o hay periodistas que no han podido contar la realidad porque quizá no han podido cruzar esa frontera, otros porque han sido exiliados de esas fronteras y otros porque simple y sencillamente tienen otro interés, en otros temas, en otros países, y quizá no voltean a ver a Nicaragua porque es un país pequeño. Este trabajo es también un llamado de atención para los latinos. No es un problema de los nicaragüenses, es un problema de Latinoamérica y también es casi una obligación para el periodista buscar la forma de darle voz a ese país.

¿Ve esperanza que la situación de Nicaragua se resuelva pronto?

La esperanza me la dieron los propios nicaragüenses. Me decían no vamos a bajar la guardia, tarde o temprano voy a ver una Nicaragua libre, yo sí tengo esperanzas de que algún día voy a regresar a mi país. Yo también lo creo. No me gustaría fechar, no me gustaría aventurar a decirte esto va a ocurrir a corto plazo, a mediano plazo, pero me parece que ninguna dictadura dura una eternidad.

¿De Daniel Ortega y Rosario Murillo qué se llevó?

Me llevo la necesidad de buscar una cita con ellos. Tengo el deseo de platicar con ellos, de entrevistarlos. Tenía la idea en mente que él era ese líder, que a mí me habían platicado, que mueve masas, que se baja y abraza, que se baja y se toma fotografías con la gente. Yo esperaba encontrarme con ese Daniel Ortega, pero me quedé con un Daniel Ortega que pasada las 6:00 de la tarde ese 19 de julio, tuvo una aparición por segundos en esa avenida Bolívar, saludando a la distancia a sus simpatizantes. Un saludo, una mano, que estaba fuertemente custodiada. De Daniel Ortega me quedó con la distancia que ha marcado entre su gobierno y el pueblo que él dice es el presidente, pero me parece que ha marcado una distancia muy, muy larga, una brecha muy, muy enorme entre su gobierno y el pueblo. Y no se diga con el extranjero, mucho menos se diga con el periodista.

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¿Qué quiere preguntarle a Ortega?

Le preguntaría cómo ve él a su Nicaragua, que qué opina de la gente que sigue haciendo circo, maroma y teatro por sobrevivir en un país como ese. Le preguntaría de todas las voces que ha silenciado, le preguntaría qué es para él la libertad de expresión, le preguntaría cómo describe las cárceles y trataría de llevar a Daniel Ortega a un punto de reconocer que existe otra realidad más allá de El Carmen.

Me imagino que no intentó hablar con Ortega porque obviamente no estaba como periodista en Nicaragua.

Mi intención era tratar de abordarlo en el evento (el 19 de julio), pero no hay oportunidad de hacerlo. Lo que yo encontré frente a mí fue una valla de policías que no permitían ir más allá de la banqueta.

Fue lo más iluso que pudo haber pensado.

Claro, yo lo sé. Incluso, de pronto me contaban historias que yo ponía en duda, porque yo estaba retratando a Nicaragua desde mi mente como mexicano, sabiendo que acá puedo yo ir a un evento y puedo extender la mano y ponerle un micrófono a un funcionario y hacerle una pregunta. Y yo pensé, incluso con todas las advertencias, iba yo tener la oportunidad de hacerlo, evidentemente eso es imposible. Dicen que nunca hay que decir nunca, pero lo cierto es que la realidad de Nicaragua me agotó todas las posibilidades de acercarme a Daniel Ortega y a Rosario Murillo.

¿Queres regresar a Nicaragua?

Sí. Espero, en la próxima vez que yo visite, encontrarme con un panorama distinto.

Otoniel Martínez en la catedral vieja de Managua. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal de Otoniel Martínez

Otoniel Martínez nació en Chiapas, en el sur de México, frontera con Guatemala y explica que ahí hay mucha pobreza y la mayoría de la población es indígena.

Está casado con la también periodista Saraí Uribe, aunque aún no tienen hijos.

Antes se dedicaba a la publicidad y a la mercadotecnia, pero desde hace 11 años se dedica al periodismo, de los cuales los últimos nueve los ha laborado en TV Azteca, primero en Chiapas, luego en Oaxaca y después en Puebla. Actualmente, tiene cinco años laborando para esa televisora en la capital Ciudad de México.

Le encanta la comida mexicana, principalmente los chilaquiles, pero estando en Nicaragua notó que la comida de su natal Chiapas es parecida a la centroamericana. Le encantó el maduro frito, algo que en Chiapas comen bañado con queso y crema.

Se considera una persona muy sociable, a quien le gusta platicar mucho. Siempre tiene la necesidad de estar rodeado de gente. Un fin de semana perfecto para él es un café y amigos.

Principalmente, se declara hogareño. “Prefieroestar en casa que salir”, expresa, explicando que viene de una familia de cinco integrantes. “Somos tres hijos y mi papá mi mamá. Toda mi familia aún vive en Chiapas y yo crecí con esa cultura familiar arraigadísima de hacer absolutamente todo juntos”, finaliza.

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