La carestía de la vida, provocada por el aumento de los precios de los alimentos, de la energía, de los fertilizantes y del transporte, ha obligado a las familias nicaragüenses a adoptar medidas de afrontamiento, que incluyen estrategias severas, como restringir el consumo entre las madres y adultos, según revela el boletín regional del mes de julio de Acción contra el hambre.
Chindiana Cortez es ejemplo de ello. Es madre de cuatro niños, y viven en el barrio Buenos Aires, del municipio de Waspam, en la Costa Caribe Norte de Nicaragua. Poder tener los tres tiempos de comida diario es un sueño para ellos.
Cortez trabaja lavando ropa ajena, pero su ingreso es de 100 córdobas (menos de 3 dólares), con lo que apenas le ajusta para el arroz y el bastimento. “Cien pesos (córdobas) eso no es nada, saco el arroz, pero para carne y otras cosas no sale, ni los bastimentos (acompañamiento de pan o tortilla)”, dice la madre de familia a Acción contra el hambre.
Cuando el esposo de Cortez logra trabajar es posible comprar algunas cosas de más, como la sal o el aceite, pero el “jabón es casi imposible, menos carne”, señala la mujer.
Las limitaciones que vive la familia de Cortez los obliga a comer solo un tiempo, pero cuando la situación es insostenible, tiene que recurrir a vender sus pertenencias: “Lo sigo realizando, vender mis cosas, como mis ollas y mis trastes, todo lo empeño por comida”.
La recolección de datos, realizada por el organismo en mayo a 1,073 hogares distribuidos entre el área urbana y rural de 14 departamentos del Corredor Seco o afectados por los huracanes Eta y Iota, revela que el ciento por ciento de las familias encuestadas han tenido que comer alimentos más baratos y reducir el número de comida consumida al día, tal como lo hace la familia Cortez.
“Un 11 % de las familias se encuentran en inseguridad alimentaria moderada y un 3 % en inseguridad alimentaria severa. Los porcentajes aumentan en el área rural, observándose hasta un 4 % de familias en inseguridad alimentaria severa, y en los departamentos de Matagalpa y Costa Caribe Norte, este porcentaje aumenta considerablemente, especialmente en los municipios de San Isidro, Matagalpa (18 %) y Waspam (20 %), zonas principalmente afectadas por las tormentas tropicales Eta y Iota en 2020 y que todavía no han recuperado sus medios de vida, lo que las hace altamente vulnerables”, plantea el organismo.
Consumo de leche y carne, casi nulo entre los nicas
Pero lograr comer variado y los tres tiempos de comida es un lujo para estas familias nicaragüenses, tomando en cuenta que el costo de la canasta básica sigue creciendo y ya sobrepasa los 17 mil córdobas.
Hasta la primera mitad de este año los hogares necesitaban 17,480 córdobas (unos 487 dólares) para cubrir en su totalidad los 53 productos de la cesta familiar (diseñada para cinco personas: dos adultos y tres menores), según datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide).
En este punto, la encuesta refleja que los alimentos que están más lejos de la dieta de estas familias nicaragüenses son la leche, carne, raíces, pescado, vegetales y frutas. En un mayor porcentaje está el aceite, condimentos y el azúcar, sin embargo, si se compara estas estadísticas con los otros países de la región latinoamericana que también son vulnerables a la crisis alimentaria, se confirma que Nicaragua mantiene los más bajos niveles de consumo.
Pese a que Nicaragua es un país altamente agropecuario, los niveles de consumo de leche entre estas familias no alcanzan el uno por ciento. Pero esto no estaría ligado en su totalidad al nivel de vulnerabilidad de los nicaragüenses, sino a la falta de educación y hábito alimenticio, señala un miembro vinculado al sector lácteo.
En cada invierno, en el país se producen unos 5.2 millones de litros de leche diarios, y en verano unos 4.7 millones de litros por día. De esta producción, un 40 por ciento es de aprovechamiento diario para el procesamiento y exportación, es decir, el 60 por ciento restante (entre 3.19 y 3.20 millones de litros) queda para consumo en el país, explicó la fuente del sector lácteo.
“Eso significa que no tenemos un mal consumo en papel, en números y en valores. Sin embargo, cuando analizamos la matriz de consumo de productos lácteos, a nivel de encuesta con los consumidores, nos hemos enterado que la leche no se consume, no porque no tengamos a disposición los productos, sino por un mal hábito de consumo de alimentos”, refirió la fuente, quien dio como ejemplo la merienda escolar, que brinda el régimen de Daniel Ortega, en la cual no asegura un producto lácteo.
En cuanto al acceso de este producto en las familias rurales, la fuente lamentó que si bien en esta zona es donde se desarrolla este mercado, se da la situación de que el productor y el consumidor no reciben un precio justo, y son los intermediarios quienes se aprovechan de las ganancias, afectando la economía rural.
“Es hacer un esfuerzo adicional para que existan los mecanismos que permitan un comercio justo, y generarle la posibilidad a los ganaderos y procesadores de lácteos, tener un mejor precio por sus productos, porque los insumos son cada vez más caros, y mantener una ganadería es cada vez más cara, y estamos hablando de personas que tienen dos o cinco vacas y que sacan 20-40 litros diarios y de eso depende su diario vivir”, manifestó la fuente.
Precio de la carne por las nubes
En cuanto al consumo de la carne, es casi nulo en la dieta de estas familias; aunque el rango de consumo para Honduras es de 1.17 y en Guatemala 1.23, es decir, lo consumen al menos una vez a la semana.
Y es que con ingresos como los que tiene Chindiana Cortez es imposible optar por este alimento, ya que hasta junio de este año la posta de res, que es el tipo de corte que contempla la canasta, se cotizaba en 128 córdobas.
“El consumo de proteína animal por las familias más vulnerables es prácticamente nulo (a excepción del huevo, consumido una vez a la semana) y las frutas y verduras no son consumidas, en promedio, ni siquiera un día a la semana. Un 9 % de las familias vulnerables en el área rural consume menos de 2 alimentos de forma diaria”, expone el boletín.
Nicaragua aún no alcanza el nivel más grave de riesgo ante la crisis alimentaria
Según revela el boletín regional del mes de julio de Acción contra el hambre, 45 países del mundo estarán gravemente expuestos al impacto de la actual crisis alimentaria, entre los cuales destacan países de las Américas como Venezuela, Colombia, Guatemala, aunque, paradójicamente, Nicaragua está en un bajo nivel de riesgo.
“Prácticamente todos los países de esta clasificación se enfrentan a graves niveles de pobreza extrema, agravados por los actuales retos económicos y sociales asociados a la pandemia de covid-19. Otros factores son la fuerte dependencia de las importaciones de alimentos, las elevadas facturas de importación, la alta inflación, la elevada carga de la deuda, los riesgos climáticos y los disturbios civiles”, señala el boletín.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) apunta que para este año la incidencia de pobreza regional alcanzará entre el 33 % y el 33.7 %, mientras la pobreza extrema afectará al 14.5 % o al 14.9 % de la población, según se estime la inflación. En cuanto a Nicaragua, el 3 % de la población estaría en una zona de preocupación de inseguridad alimentaria muy alta, y hasta el 37 % de la población en una zona alta, según los datos de la plataforma Predisan.