En una de las más sencillas viviendas de Villa Israel Galeano, hecha de zinc y sostenida por reglones de madera, yace postrado en su cama Anner Ocdemar Aguilar Rivera, de 24 años. Hasta hace unos días podía dar algunos pasos, pero ahora apoyar un pie es un suplicio para él.
Aura Lila Rivera Castro, su madre, relató a LA PRENSA que desde hace tres años el joven padece de una malformación en sus pies provocada por una “elefantiasis verrucosa”, enfermedad que actualmente ha empeorado y la única solución que les han dado los médicos de hospitales públicos es amputarle en un corte arriba de los pies.
Pero tanto ella como él se resisten a que esa sea su única alternativa; él no quiere perder sus piernas y ella no quiere perderlo a él, teme que tras la amputación él se deprima y se complique más de salud.
«Ahorita tiene tres semanas que ya no puede caminar, los pies se le pudrieron totalmente, las uñas se las arrancan con solo jalarlas una por una, de tanta pudrición. Mi deseo es que esté bien, no quiero que se me muera ni que me le corten los pies, porque mejor dicho lo voy a matar, porque al verse sin sus pies se va a deprimir», declara la madre.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la elefantiasis es una enfermedad tropical desatendida que se produce por la transmisión de unos parásitos denominados filarias a través de los mosquitos. «La infección se contrae generalmente en la infancia y provoca daños no manifiestos en el sistema linfático».
La madre de familia se rehúsa a los diagnósticos que le han dado en los hospitales públicos —Vélez Paiz y Alemán Nicaragüense— y se aferra a la esperanza del diagnóstico que le dio un médico privado, quien le dijo que su hijo podría ser tratado clínicamente sin que se le amputen los pies, pero este tratamiento tiene un costo de unos mil dólares.
«A mí me dijo un médico que en el Hospital Vivian Pellas podían hacerle una operación que consiste en rasparle todo, quitarle todo, porque el hueso todavía lo tiene bueno, solo le quitarían la infección que hay, y que me pueden cobrar entre 30 y 35 mil córdobas. Yo no hallo qué hacer, pero ya por último vendo mi tuquito de casa para pagar la operación», dice la desesperada madre.
Madre soltera de una familia de cinco
Aura Lila Rivera Castro es madre soltera de cuatro hijos, tres de ellos de 9, 10 años y 15 años respectivamente. Anner es el mayor, con 24 años, y nació con Síndrome de Down. Para poder medio sostener a su familia, Aura Lila lava y plancha ajeno, con lo que gana muy poco y no es trabajo fijo, por eso le es imposible comprar hasta los medicamentos regulares para su hijo con discapacidad.
La humilde vivienda donde habitan tampoco cuenta con las condiciones para atender adecuadamente a Anner. El cuarto hecho de zinc, con vigas de madera y piso de tierra, la madre solo ha podido equiparlo con una cama y un viejo abanico pequeño que batalla por hacer circular el aire en este espacio que se vuelve un pequeño horno bajo el sol.
«Primero le dio una enfermedad que se llama escarlatina, que hizo que se le regara sarpullido en todo el cuerpo hasta llegarle a los pies, después le quedó eso negro en los pies. Un año después se le fueron inflamando poco a poco, se le hacían costras negras. Lo llevé al médico y me dijeron que ya no era eso (escarlatina) sino elefantiasis verrucosa», contó Rivera.
«Las manifestaciones dolorosas y muy desfigurantes de la enfermedad (linfedema, elefantiasis e inflamación escrotal) aparecen más tarde y pueden causar discapacidad permanente. Esos pacientes no solo quedan físicamente discapacitados, sino que sufren perjuicios mentales, sociales y financieros que contribuyen a la estigmatización y la pobreza», dice la OMS acerca de la enfermedad.
Usted puede ayudar a Anner
Aura Lila Rivera Castro, madre de Anner, está desesperada al ver las condiciones y el dolor que enfrenta a diario su hijo. Se aferra a los recuerdos de aquel jovencito activo que siempre la acompañaba al mercado para hacer compras. «Ahora solo me hace de señas que le duele, que no puede levantarse», dice afligida.
Anner necesita medicinas además por otros padecimientos relativos al síndrome de Down, medicamentos para menguar el dolor que le provocan las lesiones de la elefantiasis, pero sobre todo, lo que más desean, es lograr reunir los más de mil dólares para el tratamiento que podría salvar sus piernas y su vida.
Para cualquier ayuda a esta familia puede hacerlo llamando a su número 5757-5491 o visitando su vivienda ubicada exactamente en el sector este del barrio Villa Israel Galeano, contiguo al colegio público Niño Jesús.