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Los derechos humanos en Nicaragua

Cuenta Francois Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire (1694-1778) en una de sus célebres obras, Zadig, que en tiempos remotos en la opulenta Babilonia había un rey, que era un dechado de bondad y que deseando colmar la felicidad de su pueblo decidió instituir cada 5 años el Premio de la Generosidad. Consistía este premio en una copa de oro, guarnecida en piedras preciosas, veinte mil monedas de oro y muchas recompensas más. Se le otorgaba al ciudadano o ciudadana que durante ese periodo de tiempo “había hecho la más generosa acción”. Al entregar el premio el rey, flanqueado por todo el pueblo, pronunciaba en tono solemne estas sabias palabras: “Recibid este premio de la generosidad y ojalá me concedan los dioses muchos vasallos que a vos se parezcan”.

El día señalado para el concurso todo el pueblo se reunió en la plaza pública, y en presencia del rey y de los magos que actuarían como jueces, fueron desfilando uno a uno todos aquellos que esperaban regresar a su respectiva provincia, con su hermosa presea y con todos los honores y complacencias de que iba acompañada. Por razones de espacio, no puedo contarles lo que relataron los candidatos a tan codiciado premio. Basta decir que el que lo ganó fue Zadig, por haberse atrevido a hablar en bien de un ministro del rey, Coreb, que había sido injustamente calumniado.

He traído esta pequeña historia a cuento, porque mientras en otros países donde la civilización brilla en todo su esplendor, se honra y se enaltece todo lo que tiene que ver con la justicia y con el respeto de los derechos humanos. Pero en nuestra desventurada patria, hoy regida por trogloditas, lo que ha venido ocurriendo es precisamente todo lo contrario. Ya es del conocimiento público de que Nicaragua, bajo la dictadura de los Ortega–Murillo, es el país donde más se violan los derechos humanos en América Latina.

Pero el colmo de los colmos es el de la ingratitud de que hacen ostentación tratando de aniquilar a las comisiones de derechos humanos:

Es el caso de la CPDH que fundamos un grupo de ciudadanos encabezados por José Esteban Gonzales, que no solo denunció los abusos de la dinastía somocista en contra del orden constitucional, sino que defendió a los dirigentes del FSLN, como Tomás Borge, cuando estaban siendo víctimas de las torturas en las mazmorras de la anterior dictadura. Su actual director, Marcos Carmona, tuvo que exiliarse y la doctora María Oviedo se encuentra padeciendo injusta prisión.

Otra organización que se ha ganado el respeto y el cariño de la gran mayoría de los nicaragüenses es el Cenidh, que preside con mucho tesón y coraje la doctora Vilma Núñez de Escocia. Por su encomiable labor, no solo tiene el reconocimiento nacional, sino que ha recibido numerosos premios y condecoraciones de reputadas organizaciones internacionales.

Y una tercera organización que surgió con gran vigor, firme determinación e hidalguía, lo es la ANPDH. Bajo la conducción de Álvaro Leiva Sánchez arrostró impertérrito los mayores peligros que se presentaron durante el estallido social de 2018 y meses subsiguientes. Tuvo una destacada labor.

Ahora, ustedes se estarán preguntando: ¿Bueno y todo esto que tiene que ver con la historia de Zadig que nos contaste al principio? Sencillamente, en que si en Nicaragua tuviéramos buenos gobernantes, como en la Babilonia de aquellos tiempos inmemoriales, seguramente estas tres organizaciones de derechos humanos que he mencionado, se habrían ganado el premio de la generosidad. Porque se requiere de mucha filantropía y de amor al prójimo, estar luchando día a día en contra de una dictadura bicéfala que con tal de conservar el poder —que ilegítimamente ostenta— no le importa el mayor daño que puedan causar a la ciudadanía.

Confiemos en que vendrán tiempos mejores, cuando en vez de perseguir y ultrajar a estas organizaciones de derechos humanos, como lo están haciendo ahora, las honremos y les demos el altísimo lugar que ya se ganaron y se siguen ganando, en nuestras mentes y en nuestros corazones. Mientras tanto solo queda proclamar: ¡Honor, prez y gloria, para estas organizaciones que han demostrado ser merecedoras del premio de la generosidad!

El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión Nicaragua archivo
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