14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Ligia Gómez. LA PRENSA/ CORTESÍA

Ligia Gómez, exsecretaria política del FSLN en el Banco Central: “Cuando en verdad quisieron echar a Somoza, las embajadas se retiraron” 

La mujer que denunció el “vamos con todo” de Rosario Murillo analiza la denuncia del embajador Arturo McFields en la OEA, la situación de los empleados públicos y las posturas de la comunidad internacional, los empresarios y el Ejército

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Ligia Gómez no podía creer lo que estaba viendo y escuchando en vivo. El embajador de la dictadura orteguista en la OEA los estaba denunciando en ese foro. Cuando se cercioró, fue un momento de alegría y esperanza para ella.

A ella le pasó algo similar en 2018, cuando laboraba en el Banco Central de Nicaragua (BCN) y era secretaria política del Frente Sandinista (FSLN) en esa institución. Denunció la orden “vamos con todo” de Rosario Murillo para reprimir con sangre y fuego las protestas cívicas de abril. Hoy no la quieren “ni aquí ni allá” pero ella siente que hizo lo correcto.

En esta entrevista con la revista DOMINGO, vía WhatsApp desde Estados Unidos, adonde está exiliada, Gómez, de 52 años de edad, hoy vocera del organismo Urnas Abiertas, analiza la denuncia de Arturo McFields, las elecciones de 2021, pero principalmente señala que la dictadura orteguista seguirá en el poder hasta las próximas elecciones, a menos que exista una implosión, es decir, que se le rebelen sus principales soportes: el verdadero capital y el Ejército.

¿Cómo recibió la denuncia de Arturo McFields en la OEA?

Nos dio una gran alegría en medio de tantas malas noticias.

¿Qué pensó?

Lo vi en vivo. Al inicio no creía. Algo estoy oyendo mal, pensé que no era verdad o que me estaba confundiendo. Decía, está hablando mal del gobierno. Después verifiqué que sí, que estaba denunciando al gobierno. Me sorprendió bastante, no lo esperaba.

McFields defiende a los trabajadores públicos, pide que se les comprenda. Para usted, ¿cuál es la situación real de los empleados del gobierno?

Es un reflejo de lo que pasa en Nicaragua en general. Son más o menos 150 mil personas, que el 80 por ciento no apoya al gobierno y el 20 por ciento está totalmente comprometido. Hay gente que ha hecho carrera pública desde hace muchos años y tiene la formación técnica para estar en esos cargos. El problema es que el gobierno metió a mucha gente que no tenía la formación de funcionario público, pero sí tienen el compromiso político con el partido o recibieron el cargo como favor. Esa gente sirve como vigilante del resto, garantizan que los demás hagan lo que se espera. La mayoría del funcionario público trabaja por su salario y le hacen sentir que le hacen un favor por darle trabajo y que a cambio tiene que cuidar su trabajo, hacer lo que le pidan. Es cierto lo que dice McFields, de que hay mucha gente que está esperando que esto cambie y trabajar a como ha trabajado siempre.

Si la mayoría es la que está en desacuerdo con el gobierno, ¿cómo hacen para controlarlos?

Si la gente opina o pone algo en las redes sociales, inmediatamente lo pueden correr. Antes los trasladaban a puestos fregados o, cuando había oportunidades de ascenso, no eran tomados en cuenta. Eso era antes. A estas alturas la gente ya no opina. Como están usando, para meter a la cárcel a la gente, cualquier cosa que pongan en las redes sociales, la gente se autocensuró totalmente. Se valen de gente que están en posiciones bajas, que no tienen cargos altos, que sirven de fiscalizadores y les piden listas, que informen si alguien opinó algo en contra. Caerle mal a alguno de estos informantes es peligroso. A ese informante, en el caso del Banco Central, lo llaman a reuniones en las que almuerza con el presidente del banco, para que se sienta especial. O lo ascienden. O le dan bonos o becas. Tienen ese incentivo para vigilar a sus compañeros de trabajo. Quienes son gente de cargo en el gobierno, esos están todavía más controlados. No pueden opinar. Hasta en la parte técnica tienen que tener mucho cuidado.

¿El gobierno miente en los informes que elaboran?

Cuando el dato no les gusta, lo detienen. Retrasan muchísimo la publicación de algo hasta que la coyuntura es favorable para sacar algo. Todo tiene que pasar primero por la oficina de Rosario Murillo para que ella lo autorice. Un ministro no puede dar un dato sin la autorización de ella.

¿Qué lectura hizo de la forma en que Arturo McFields hizo su denuncia?

Fue correcto que él haya usado su posición de embajador y que estando en funciones haya aprovechado para hacer la denuncia. Fue una tribuna espectacular para decir lo que dijo. A ese lugar el gobierno llegaba solo a decir mentiras y a sostener delante de todo mundo, con una gran prepotencia, el discurso de no injerencismo para afectar los derechos humanos de los nicaragüenses. Que en ese mismo auditorio el representante del gobierno usara los mismos datos que ellos habían negado para decir el gobierno ha mentido, estos son datos reales, fue una cosa espectacular, un bofetón a las mentiras del gobierno.

¿Tiene idea del impacto de la denuncia de McFields en el gobierno?

Ellos están bien dolidos a nivel alto, porque ellos se sienten que controlan todo y que nada de se les sale de control, eso los descontrola verdaderamente. Van a tratar de frenar cualquier tipo de levantamiento interno.

¿Cómo ha visto a Rosario Murillo últimamente?

Ella llamó a Arturo McFields y él no quiso contestarle. Significa que estaba incrédula. Conociendo lo difícil que es como persona, debe de estar súper enojada. Es alguien que controla muy poco su temperamento y cambia mucho de ideas. En un momento te dice una cosa, al rato te manda otra orden. Yo no interactué con ella, pero nos orientaban una cosa y al rato orientaban otra. Te podía cambiar hasta tres veces las órdenes en un mismo tiempo. La gente no puede decirle nada, es lo que ella dice y punto. Debe de estar bien descontrolada, el golpe fue fuerte y cercano a ella.

“Ahí es donde uno pide que los organismos internacionales tengan más beligerancia. Por ejemplo, después de una denuncia como la del embajador (Arturo McFields, en la OEA), uno lo que necesita es una acción fuerte… Es impresionante que después de tantos años, después de que está demostrado que (Daniel Ortega) es ilegítimo, se sigue hasta cierto punto legitimando, porque los gobiernos, aunque dicen que no lo reconocen, pero siguen sentados en las embajadas en Nicaragua, como que nada. Cuando en verdad quisieron echar a Somoza, las embajadas se retiraron”.

Ligia Gómez, exsecretaria política del FSLN en el Banco Central de Nicaragua, que denunció el “vamos con todo” de Rosario Murillo en 2018

¿Qué sentimiento provoca ella entre sus subordinados?

Le tienen pavor. Nadie se puede comunicar directamente a su despacho. Tiene que ser el presidente (de una institución) el que interactúe con ellos. Es un nivel de locura. Ella escribe inventando palabras. Genera palabras nuevas, que no existen. Amor a la patria lo pone todo junto, como que es una sola palabra y la demás gente que trabaja con ella tiene que usarlo tal cual. Eso no es español, pero ella lo quiere así. Si uno hace lo contrario, los demás te dicen a la Compañera no le gusta. Es omnipotente.

McFields dice que hay mucha gente queriendo hacer lo mismo que él.

Sí. A mi me ha escrito gente y me dicen este no es mi nombre, es un perfil anónimo, pero es que yo trabajo en el Estado y me gustaría poder salir y denunciar, ¿cómo hago? La gente a veces cree que yo tuve algún apoyo especial y que pude salir porque tenía algún trato con el Departamento de Estado, pero no. Es difícil tener ese tipo de perfil a ese nivel. Yo salí porque tenía apoyo familiar, me dio casa y comida mientras pude empezar a trabajar. Dejar todo. Estando aquí (en Estados Unidos) me mandaron a decir que aquí había accidentes también. Uno tiene miedo, ellos son capaces de todo. El otro asunto es que te expropian, te roban las propiedades. Es parte del costo que tuve que pagar, pero entre esto y seguir como estaba, yo no hubiera aguantado en ningún momento seguir apoyando a ese gobierno y trabajar como secretaria política, escuchando toda la retórica de mentiras que decían.

Usted trabaja ahora en Urnas Abiertas, monitoreó las últimas elecciones presidenciales, ¿qué pasó?

El gobierno destruyó cualquier competencia electoral. Echó a la cárcel a la gente que podían ganarle las elecciones fácilmente. Cualquier candidato de oposición le hubiera barrido. Él (Daniel Ortega) sabe eso. Están claros de que no tienen al pueblo. No hubo proceso electoral, lo que hubo fue una pantomima.

¿Por qué no existe una reacción para que estas elecciones se reviertan?

Ahí es donde uno pide que los organismos internacionales tengan más beligerancia. Por ejemplo, después de una denuncia como la del embajador, uno lo que necesita es una acción fuerte. Una reacción de la comunidad internacional donde, al menos la OEA, que nunca tomó ninguna medida, y que ya dijo ah sí, son elecciones ilegítimas, pero siguen sentados con ellos y no hacen nada. Al menos, los pocos mecanismos que existen los pongan a funcionar. Este mecanismo de verificación e investigación para la rendición de cuentas, que existe en Naciones Unidas, están todavía impulsándolo. Es impresionante que después de tantos años, después de que está demostrado que es ilegítimo, se sigue hasta cierto punto legitimando, porque los gobiernos, aunque dicen que no lo reconocen, pero siguen sentados en las embajadas en Nicaragua, como que nada. Cuando en verdad quisieron echar a Somoza, las embajadas se retiraron.

Lea también: Urnas Abiertas explica cómo calculó el nivel de abstención durante la jornada electoral

¿Qué destacaría de Urnas Abiertas en las últimas elecciones?

Cuantificar el abstencionismo. El gobierno mintió en todo y el pueblo, al abstenerse, fue el soberano que dijo no te estoy legitimando. Al no ir a votar, el pueblo rechazó ese proceso ilegítimo. Eso fue una cosa muy importante, demostrar con datos duros que los recogimos con muestreos y con la gente que se capacitó.

McFields manifiesta que a él le advertían que no lo iban a querer ni aquí ni allá.

A mi me lo decían también.

¿La han rechazado?

Todo el tiempo. Todavía hay personas que por educación me saludan. Si había algún encuentro de exiliados, yo soy una exiliada, a mi no me invitaban. Yo preguntaban y me decía, no es que vos no estás tomada en cuenta. Hay otro fenómeno. Los gringos que son de izquierda, que en los ochenta fueron a Nicaragua, y que se quedaron con la ilusión de la revolución, siguen ciegos. Y te miran como traidor. Tampoco les gusto. No me quieren de aquí, no me quieren de allá, pero sé que lo que hice fue lo correcto. Hay gente que me dice que si yo pensaba pedirle perdón al pueblo nicaragüense. En realidad, yo nunca le he hecho daño a alguien. Mi trabajo fue honesto.

¿Se atrevería a decir si la dictadura está cerca de caer o cree que está difícil aún?

Se van hasta las próximas elecciones. Van a aguantar todo este periodo, así como están, con estos altibajos. El mundo no les va a poner mayores peros. Estados Unidos dice que se están autoexcluyendo, pero no le están aplicando ninguna medida seria en relación al comercio. Los empresarios están muy preocupados por seguir creciendo sus ingresos, no quieren seguir estancados. El gobierno sabe que ellos solamente tienen que mantener la estabilidad básica de la macroeconomía y lo demás va a caer por su propio peso. La dinámica económica va a seguir. Los gobiernos, oficialmente, van a condenar, pero van a seguir trabajando con el gobierno, así como está sucediendo ahora. A la oposición la van a mantener fuera del país. Al que levante la cabeza se la van a cortar.

¿Con los presos políticos?

Espero que en algún momento los saquen. Aunque los saquen y los obliguen a salir del país. A como han hecho con todos. Toda la gente que ya ha estado presa, ha tenido que salir, porque las vuelven a meter presas si se quedan. No los han sacado todavía porque creen que los que tienen presos tienen la fuerza como para que haya movimiento.

¿Cómo ve a los empresarios?

Tienen presos a empresarios gremiales. A los que manejan el capital no los tienen. Ahí no se atreven a tocar. En la práctica hay un kupia kumi, toda la vida se han llevado bien. El principal aliado es el sistema financiero. Es el que va a sostener al gobierno, volviendo a jugar créditos. Es lo único que no han tocado fuerte, el sistema financiero. Es lo que cuidan.

Lea también: Manuel Orozco: «Daniel Ortega todavía cree en la guerra y la resistencia terrorista»

Para las próximas elecciones, ¿qué debería de ocurrir?

Que haya posibilidades de tener observación electoral y un Consejo Supremo Electoral independiente. Sin eso no hay nada.

¿No ve otra forma de salir de la dictadura, además de elecciones?

La otra forma sería lo que llamamos la implosión. Que su mismo apoyo cercano, como son el ejército, los empresarios grandes, le digan: mirá, así no podemos seguir. Vamos a cambiar esto ya porque esto no es sostenible para nosotros. Negocian con Ortega ellos y le dicen hagamos una salida. Ahí si darían un nivel de legitimidad mínimo, porque no se trata de un golpe de Estado, se trata de usar el juego democrático. La oposición no está en condiciones de sentar a Ortega, no tiene nada. Sí los empresarios, sí el ejército.

Ligia Gómez está en el exilio en Estados Unidos, para escapar de la represión orteguista. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal de Ligia Gómez

Ligia Ivette Gómez nació en Managua el 21 de agosto de 1969, hija del diputado somocista y líder de transportistas Raúl Sandoval Aragón y de la exmonja y luego policía Isabel Gómez Sabogal.

No lleva el apellido del padre porque es hija de una relación extramatrimonial. Su padre fue confiscado por los sandinistas en 1979.

La mamá se salió de monja debido a una enfermedad y después fue policía sandinista. Antes de la revolución, estuvo en el exilio con Doris Tijerino y Samuel Santos.

Está casada desde hace 23 años con el salvadoreño Tomás Ernesto Rodríguez Alas, quien era jesuita. Tienen dos hijas, Fátima Isabel, de 11 años de edad y nacida en Managua, y Alzahra María, de 20, nacida en España.

Gómez es economista y tiene maestrías y doctorados. Fue miembro de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) y de la Juventud Sandinista (JS). Trabajó como investigadora 17 años en Nitlapan, en la UCA, y luego seis años en el Banco Central de Nicaragua (BCN), donde también fue secretaria política del FSLN.

Actualmente está en el exilio, en Estados Unidos, tras denunciar en 2018 el “vamos con todo” de Rosario Murillo para aplastar las protestas cívicas de ese año.

Se considera una persona sencilla, que aprecia la calidad humana, la amistad y especialmente la familia.

Habla español, su lengua materna, y también italiano, fluidamente, ya que estuvo en Italia cursando estudios de computación. Ahora está aprendiendo el inglés, el cual maneja a un nivel intermedio.

Su comida favorita es el maduro con queso y el cacao es su bebida.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí