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Pedro Selva y Ernesto López, dos figuras legendarios con luminosas estadísticas en sus grandes carreras

¿Quién fue mejor: Ernesto López o Pedro Selva?

Definir quién mejor entre Ernesto López y Pedro Selva ha sido una de las tareas más difíciles de resolver para cronistas y fanáticos en el beisbol nacional

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Han pasado 43 años desde la última vez que Pedro Selva empuñó un bate para horrorizar lanzadores y emocionar a los fanáticos, pero las imágenes de su descollante trayectoria en el beisbol perduran con nitidez en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de verlo, mientras acumulaba cifras y proezas que parecen agrandarse con el paso del tiempo.

Ernesto López es otra gran luminaria que alumbró durante más de dos décadas el beisbol nacional con su impresionante fortaleza y consistencia, hasta volverse el símbolo de los jonrones, mientras elevaba a niveles sorprendentes la vara con la que se ha de medir a los bateadores de las próximas generaciones, al establecer récords casi inalcanzables.

Ambos cañoneros amenizaron el ambiente en el beisbol nacional en los años setenta, pero mientras Selva veía acortarse su fantástica historia por tragedias familiares y accidentes de carácter personal, López siguió brillando hasta acumular marcas que lo han de perennizado en el corazón de los fanáticos y el recuerdo de los críticos, como ha sucedido con Selva.

¿Y quién fue mejor?

Desde siempre ha sido una pregunta de difícil respuesta. Selva fue el más dominante entre todos los artilleros de la década de los años setenta, época en la que compartió escenarios con Ernesto, quien adquirió mayor notoriedad cuando Pedro bajó de la tarima, pero lo hizo con extraordinarias cifras en un alarde de consistencia y durabilidad que no tienen par.  

Selva fue un bateador muy completo. El más completo de todos los que han pasado por los estadios del beisbol nacional, al reunir esa extraña mezcla de tacto y poder como en ningún otro caso. Ganó cuatro triples coronas y se le arrebató la oportunidad de una quinta cuando no se celebró un partido pendiente entre Carazo y Chinandega en la campaña de 1976.

López mostró también habilidad para hacer contacto con la bola, pero especialmente para hacerla viajar lejos, al extremo de llegar a acumular temporadas de 41 y 42 jonrones y ser el dueño del récord histórico en este departamento con 319 toletazos, mientras conquistaba la triple corona en 1977 con cifras realmente asombrosas y que por cierto ha sido la última.

El impacto de Selva

A pesar de un tímido arranque con el Carazo en sus primeras dos temporadas (1969 y 1970) y de no contar con el biotipo ideal para el beisbol debido a su tendencia a la obesidad y con un cuerpo endomorfo, Selva entró en calor en 1971 y rápidamente se volvió una de las más grandes atracciones para los fanáticos por la precisión y potencia en la caja de bateo.

Ese año capturó su primera triple corona con .355, 16 jonrones y 49 remolques. Y cuando se pensó que era una casualidad, repitió en 1972 con .348, 15 tablazos y 55 empujadas. Y para no dejar dudas sobre su dimensión, lo hizo de nuevo en 1973 con .364, 16 estacazos y 50 impulsadas en un alarde de consistencia y equilibrio como nunca antes se había visto.

En 1974 se vio involucrado en una tragedia familiar que por poco acaba con su vida y pese a las recomendaciones médicas que lo enviaban a un reposo extendido, regresó y terminó con .271, siete cuadrangulares y 28 empujadas, cifras por debajo de sus estándares, pero un año después, estaba de vuelta a la cima con .346, 28 toletazos y 84 carreras empujadas.

La potencia de Ernesto

“El Tiburón Mayor” como lo bautizó Edgar Tijerino, tuvo también un arranque lento, al extremo de no batear ni .200 en sus primeras dos campañas (1969 y 1970) y tampoco pegar ni un jonrón en sus primeros 133 turnos. Sin embargo, se soltó con ocho, 13 y 14 en los tres años siguientes, antes de alcanzar su plenitud en 1977 y 1978 cuando incendió la liga.

López conquistó su única triple corona en 1977 con .363 de promedio, 41 jonrones y 111 empujadas. Al año siguiente volvió a impactar con 42 metrallazos y 117 empujadas, pero su magnífico average de .362 quedó lejos del alucinante .436 de Vicente López. En 1984 fue líder en jonrones (10) y empujadas (34), pero Danilo Sotelo le ganó en bateo (.335 a .333).

Ernesto siguió haciendo estragos, al extremo de ganar en siete ocasiones el liderato de los cuadrangulares, siendo la última vez en 1985 con 11, aunque su última gran producción fue en 1993, cuando acumuló 28 jonrones y 95 empujadas a sus 40 años. También fue líder empujador en cuatro ocasiones y ganó dos cetros de bateo en 1977 (.363) y 1983 (.343).

Los datos

Selva se retiró después de diez campañas con promedio de .329 (685 hits en 2,082 turnos). Disparó 151 jonrones, lo que significa que conectaba uno cada 13.8 turnos, una frecuencia escalofriante, mejor que la de Ernesto, quien se fue con .311 de average (1,680 hits en 5,403 turnos) y 319 jonrones, es decir, un bambinazo cada 16.9 oportunidades al bate.

De haberse mantenido saludable, consistente y haber jugado tanto como Ernesto (26 años), Selva pudo haber terminado con 392 estacazos, pero esa es solo una referencia matemática, especulativa. Sin embargo, el slugging que habla del poder (bases que alcanzan a punta de batazos) da ventaja a Pedro (.618 a .539), igual en promedio sobre las bases (.417 a .389).

Es decir, Selva jugó menos tiempo, pero en ese período de diez años, fue más eficiente que el “Tiburón”, quien, gracias a su consistencia y durabilidad, acumuló cifras impresionantes. Y nunca sabremos si Pedro las hubiese conseguido porque su cuerpo tarde o temprano le iba a pasar factura. De modo que Selva impacta por su eficiencia. Ernesto por lo durable.

Detalles

Como seleccionados nacionales fueron también brillantes. Selva tuvo una breve carrera en la tropa pinolera que inició lentamente (.200 en los Panamericanos de Cali en 1971 y .231 en el Mundial de Cuba ese año) y luego espectacular con el Mundial de 1972 cuando bateó .382 (55-21) con un jonrón, 11 empujadas y racha de hits en todos los 15 partidos.

López comenzó fío en el Mundial de Cuba en 1971 (.160), subió en el Mundial nica (.270) y bajó en el Mundial de Italia en 1973 (.222), pero hizo erupción en Colombia en 1976 (.429) y más aún en los Centroamericanos y del Caribe en Medellín en 1978, cuando cerró con .333, diez jonrones y 19 empujadas. Tuvo un juego de cuatro tablazos ante Colombia.

Selva, quien no fue al Mundial de 1974 en San Petersburgo por su situación de salud, jugó por última vez en la Selección en 1975 en la Copa de Canadá y terminó su historia con .308, tres jonrones y 17 remolques. López cerró en 1978 en Italia, pues se le consideró un profesional por su intención de firmar y terminó con .310, 26 jonrones y 104 empujadas.

Conclusión

Si nos remitimos al nivel de eficiencia, Selva fue un mejor bateador que Ernesto, completo desde todo punto de vista, con habilidad para hacer contacto y con poder (incluso supera al “Tiburón” en promedio), pero López fue también consistente y bueno. Ahora en potencia al bate, Ernesto ha sido el mejor. Cuando Selva pegó 28 palos, Ernesto dio 42 el mismo año.

Ambos usaron bates de madera y aluminio. Ernesto tuvo 14 como máxima cifra de jonrones con madera, Selva 16. López tuvo 42 como su más grande total con aluminio, Selva 28. Ernesto superó dos veces la barrera de las 100 empujadas, Selva no tuvo ninguna. López superó dos veces los 40 jonrones, Selva no llegó a 30, pero fue cuatro veces líder de bateo.

¿Usted con quién se queda?

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