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Jesús Tefel habla con la Revista Domingo desde su exilio. Óscar Navarrete/ LA PRENSA.

Jesús Tefel: “Ortega está apostando al todo por el todo”

El miembro de la UNAB considera que el diálogo y las elecciones municipales pueden ser trampas de régimen para distraer a la oposición de los temas importantes.

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Jesús Tefel es un joven excarcelado y miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) que se vio obligado a salir al exilio junto a su familia para resguardar su integridad física. Hasta a sus dos perros se llevó.

Pero al exilio le ha sacado ventaja, cuenta, porque se le ha hecho más fácil y efectivo reunirse entre opositores y crear estrategias de cara al futuro, algo que era casi imposible en Nicaragua por la represión del régimen.

En esta entrevista, Tefel habla sobre el estado de la oposición y los esfuerzos por consolidar una unidad. También opina sobre el diálogo que buscaría realizar Daniel Ortega en enero, el rol de la comunidad internacional, y el panorama político para este 2022 que ya se encuentra en la vuelta de la esquina.

Tefel considera que será un año “duro” para los nicaragüenses porque se profundizará la crisis económica y social, aunque el Frente Sandinista seguirá fracturándose, no será suficiente para que Ortega deje el poder, comenta.

¿Cómo se encuentra la oposición en este momento?

Pues la oposición se encuentra en Nicaragua, presa o escondida, o en el exilio. Ningún opositor puede ahorita expresarse abiertamente sin ser apresado por el régimen. Sin embargo, la oposición nicaragüense también está trabajando, dialogando, tratando de reencontrarse en esta nueva realidad.

¿Hay esfuerzos de unidad entre opositores?

Se ha desatado un proceso de diálogo entre distintas organizaciones y actores políticos lo cual es algo bastante favorable y necesario. Obviamente hay mucho que dialogar para llegar a los consensos que se necesitan para avanzar de manera más unida a como hemos deseado en el pasado, pero esos procesos ya arrancaron. Eso es lo bueno. Hay un clima bastante propicio para lograr unidad en la acción. Hay varios procesos. Por ejemplo, en el exilio, los de la diáspora de Miami han hecho varios eventos donde han concentrado a distintos grupos opositores. Los comunicados también que han salido llamando a quedarse en casa (el siete de noviembre), declarando ilegítimo al régimen donde han firmado muchas organizaciones. Todo eso es producto de que las organizaciones se están hablando.

Algo que sucedía en Nicaragua es que la gente no se podía hablar en persona. Todo era por Zoom por la represión y hay un 80 por ciento de la comunicación no verbal que se perdía. Ahora tenemos la posibilidad de tener diálogos de mayor calidad entre opositores. Yo quiero ser bastante enfático. El hecho de que haya discusiones, que haya pláticas, que los opositores ya se estén hablando y reconociendo, no quiere decir que es que ya vamos a tener la solución perfecta para sacar a la dictadura. Esto es un proceso que se va ir teniendo de lo que se pueda ir avanzando día a día y por eso también yo creo que las expectativas hay que manejarlas como lo que son. No es que ya va a estar la solución mágica, si no que se tiene que ir trabajando día a día para construir algo positivo.

¿Qué ha pasado con la Coalición Nacional? Desde que despojaron al PRD de su personería jurídica no se ha sabido mucho de ese bloque

La Coalición Nacional se había propuesto como objetivo la participación electoral en el 2021, al igual que la Alianza Ciudadana de la Alianza Cívica y CxL. Al no haber un proceso electoral y al haber cerrado esa puerta, la coyuntura cambió y la necesidad de que la Coalición accione políticamente, pues pierde vigencia. No quiere decir que no haya un diálogo político entre las organizaciones que la conformaron, pero ya no con la relevancia del momento electoral que se vivió el año pasado. Ahorita hay un cambio de juego y la oposición tiene que estar al día para asumir ese cambio.

Entonces la Coalición Nacional sí tenía un fin electoral

Tenía un fin político de juntar a la gente y también tenía un fin electoral. Recordemos la historia reciente. Lo que buscaba la Coalición Nacional era juntarse para hacer un solo bloque donde a través de un proceso democrático eligiéramos un candidato o candidata único y todos los nicaragüenses organizados pudiéramos darle el voto a esa persona y poder enfrentarse a Ortega en conjunto. Era un tema político de sacar a Ortega, pero que había optado por la vía electoral como herramienta para salir de la dictadura.

¿Cómo está viendo la oposición a Nicaragua para el próximo año?

Lo que se prevé en 2022 es una profundización en la crisis que viven los nicaragüenses. En parte porque las actuaciones de Ortega van a aislar más a su gobierno y por ende a Nicaragua. Estamos viendo una economía que se está deteriorando, que no está dando seguridad a los inversionistas nacionales e internacionales y eso va a desencadenar en desesperanza, mayor migración al exterior, oleadas migratorias más constantes a las que hemos visto este año y ya no al sur, hacia Costa Rica, si no a Estados Unidos que es la nueva tendencia. Es un año que nos va a tocar duro.

Daniel Ortega dijo que llamaría a un diálogo en enero del siguiente año

A como está configurado el esquema político en este momento, eso no va a ser un diálogo, va a ser un monólogo frente al espejo. Va a hablar Ortega consigo mismo y ante sí mismo. Eso pareciera ser a como están acomodadas las cosas hoy. Eso sería una pantomima al igual que el proceso electoral. No resolvería los problemas de los nicaragüenses. Ninguno de los acuerdos a los que llegue Ortega con el mismo Ortega va a cambiar el panorama político de Nicaragua. Nosotros tenemos que estar claros cómo sería una negociación que aceptaríamos y que aceptaría la comunidad internacional, y mientras no se dé este esquema, nosotros no tenemos que perder el tiempo en eso. No es solo por un tema de condiciones, porque no puede haber un diálogo si no se han liberado a los presos políticos, si no ha respetado los acuerdos del 2019, pero más allá de eso, ¿es un diálogo que de verdad va a solucionar los problemas de los nicas? ¿Qué tiene Ortega para dar? ¿Con quién va hablar? ¿Qué van a darle a cambio a él? Eso sería una negociación y eso no está configurado ahorita. No está la oposición en posibilidades de ofrecerles nada de lo que él quiere y él no está o no parece estar dispuesto en cederle a Nicaragua un ápice de libertad o de democracia. Para que sea una negociación factible, el balance tiene que estar bastante desfavorable hacia Ortega para que él tenga un incentivo de negociar y para eso necesita ser más arrinconado al borde del precipicio.

Jesús Tefel, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Óscar Navarrete/ LA PRENSA.

La iglesia dijo que estaba dispuesta a mediar, ¿esto da alguna garantía de que sería un diálogo creíble?

No necesariamente. La vez pasada en 2019, la Conferencia Episcopal estuvo involucrada en el proceso inicial y ellos mismos se encargaron de desacreditar la mesa de negociación cuando se retiraron diciendo que no creían que esa mesa de negociación estuviera configurada para hablar por los intereses de Nicaragua, y en ese momento, de alguna manera le restaron legitimidad. Al menos la legitimidad de la Conferencia Episcopal, porque siempre quedó la presencia del Nuncio y la de Rosadilla (OEA).

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Yo creo que ellos (obispos) lo que están haciendo es su papel histórico de mediadores en los conflictos y se están poniendo al servicio de Nicaragua, pero no quiere decir que se van a prestar a cualquier modelo de discusión, de dialogo que Ortega quiera proponer. El mejor de los intereses de la Iglesia es transitar hacia la paz y hacia la democracia y que en Nicaragua se solucione la crisis, y si ellos ven que es un proceso de negociación que no está encaminado a solucionar la crisis, pues yo creería que ellos no van a participar de eso. Si las condiciones están dadas para que nos presentemos a una negociación verdadera donde el interés de todas las partes en solucionar la crisis y poder transitar a un esquema más democrático, pues yo creo que la Iglesia ahí sí estaría dispuesta a ser parte de ese proceso. Si lo que quiere es implantar un monólogo, lo que yo creo es que ni la Iglesia, ni la Comunidad Internacional, ni la oposición va a prestarse a legitimar ese proceso a como no se legitimó el proceso electoral

¿Bajo qué condiciones aceptaría la oposición una negociación con Ortega?

Yo creo que hay una serie de precondiciones que podrían mostrar una voluntad de negociar de Ortega. Lo primero sería liberar a todos los rehenes que tiene. Aunque para nosotros sean amigos, colegas, seres queridos, compañeros de trabajo, para Ortega nada más son fichas de cambio. Si él libera a los presos políticos y da algunas garantías de libertades públicas en Nicaragua, como el derecho a la movilización, a la reunión pacífica, a la organización, y con garantes internacionales serios, y con Ortega reconociendo a una contraparte opositora democrática, no lo que está haciendo ahora, con gente a fin de él. Uno cuando va a negociar lo hace con su verdadera contraparte.

En la negociación de 2019, Rosadilla estuvo como garante y hasta el momento la OEA no ha hecho que Ortega cumpla con los acuerdos firmados. ¿quién podría ser un buen garante?

Es que Ortega tiene algunas de las mañas de Somoza que decía “firmar me harás, cumplir jamás”. Ortega no genera confianza. Un buen garante podría ser algo más colegiado por parte de la comunidad internacional. Rosadilla cumplió su papel, pero en los resultados demostró que no había tal garantía. Yo creo que en esto se tienen que meter directamente gobiernos de otros países, actores que son los que al final toman la decisión de manera bilateral. No quiero decir que no esté la OEA. Que esté la OEA, la Unión Europea, Naciones Unidas, pero que también estén gobiernos en esa delegación porque son los países con los que se suscriben los acuerdos comerciales, de cooperación, de seguridad regional. Se entienden entre países. Aunque muchos de los acuerdos surgen en espacios multilaterales, son los países los que a final de cuentas son el actor. Algo que le daría fuerza es la presencia de la Santa Sede (Vaticano) con un delegado del Papa. No sé si necesariamente tenga que ser el Nuncio u otro. Son cosas que le dan confianza a la gente. Un diálogo y unos acuerdos van a ser efectivos en la medida que trasladen confianza a la gente de que van a ser cumplidos por ambas partes.

A propósito de la comunidad internacional, ¿qué rol juega en la solución a la crisis nicaragüense?

A veces creemos que la solución nos la van a dar de afuera y esto es un problema de nicaragüenses que se va a resolver entre nicaragüenses, cuando haya una cantidad suficientemente grande e importante de nicaragüenses que quieran dar el paso en busca de la solución. De la comunidad internacional viene un acompañamiento, denuncia internacional, presión para enrumbar hacia la democracia, pero el modelo de la diplomacia en esta coyuntura actual no tiene mecanismos coercitivos para obligar a cumplir, si no que todo se maneja por la vía democrática, usando los canales comerciales, de cooperación.

Hemos visto que Ortega no le importa que el país se vaya al hoyo, que la inversión se detenga y que la cooperación se frene con tal de permanecer en el poder. Esos mecanismos no han sido efectivos con Ortega. Son efectivos con gobiernos democráticos, pero con dictadores realmente no son efectivos. No hay que depositar las esperanzas en la comunidad internacional porque no va a venir de ahí la solución a la crisis. Va a venir de los nicaragüenses por dos vías. Cuando haya una buena cantidad de personas dispuestas a accionar políticamente por la vía que se decida en ese momento, o cuando haya una buena cantidad de personas, incluso del lado del orteguismo y de lado de la ciudadanía pro democracia que esté dispuesta a transitar a una solución negociada.

¿En este momento no existe esa buena cantidad de nicaragüenses dispuestos a salir de Ortega?

Sí, pero de una manera latente. Quedó demostrado ahorita en noviembre con una mayoría de más del 80 por ciento de nicaragüenses que no salieron a votar. Ese 80 por ciento que rechaza a Ortega no necesariamente toda esa gente está unida en un solo propósito. No todos ellos, aunque no quieren a Ortega, están dispuestos a apoyar una propuesta política para accionar políticamente en ese sentido. Tampoco es que necesitamos que ese 80 por ciento sea monolítico, si no que participe, opine y esté dispuesto a vencer el cerco de la represión, y eso no se puede hacer en este momento porque tenemos un Estado de terror prácticamente, un Estado policial de facto y con la inquisición del Ministerio Público.

Ortega ha arremetido contra algunos de sus aliados en estas semanas de la misma manera en que ha actuado contra opositores, ¿cómo ve esta acción?

Yo creo que hay un estado de paranoia en El Carmen. Hay un desmoronamiento que viene sucediendo en el Frente Sandinista desde 2018. Parte de lo que sucedió en 2018 es que gente del Frente Sandinista se rebeló. No estuvieron de acuerdo con la masacre y pasaron a ser manifestantes en contra del gobierno y después de eso lo que ha sucedido es un deterioro en el control de su gente al punto de que previo a las elecciones había una fisura en la narrativa de Ortega y lo que la gente que se identificaba con el Frente Sandinista creía. Por ejemplo, según las encuestas, mucha gente simpatizante del Frente no creían que debía haber presos políticos ¿Qué significa eso? Que ya no le están creyendo a la Fiscalía y a Ortega cuando dice que esas personas son delincuentes y terroristas. Eso es para muestra, un botón de la fisura que hay en el Frente Sandinista.

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 ¿Qué le espera a la oposición en este 2022 que ya está a la vuelta de la esquina?

Yo lo que veo es la posibilidad de ir encontrándonos cada vez más en un objetivo común. Poner nuestros objetivos comunes sobre la mesa y trabajar, aceptando nuestras diferencias, nuestras diversidades. Y ese es el panorama en el que estamos sin necesidad de poner una bola de cristal en algún suceso en específico. Escuchando a Ortega y sus declaraciones en La Habana donde dijo que no va a soltar presos políticos y que no va a negociar con nadie, sin duda lo que estamos viendo es a alguien que está apostando al todo por el todo. No creo que las fisuras que hay en el Frente Sandinista sean suficientes para que este 2022 ellos se vean obligados a salir del poder. Es una cuestión donde tiene que haber un balance entre la presión que nosotros hagamos con el apoyo de la comunidad internacional, y la capacidad de controlar su esquema de poder en Nicaragua. Esas son las cosas que nos van a dar el momento para poder generar un cambio.

Otra cosa que veo es que es un año donde podemos hacer consenso en los temas importantes que preocupan a la población y la ciudadanía, y no caer en las trampas de Ortega, en el juego de Ortega y su tablero. Por ejemplo, el diálogo. Ellos mismos sacaron los chismes de que venía un diálogo y algunos opositores se vieron tentados no necesariamente a sentarse a dialogar, pero si tentados a discutir acerca de ese diálogo y que eso tomara el centro de nuestra atención. Yo creo que igualito va a suceder con las elecciones municipales del 2022, va a ser un tema distractor. No podemos dejarnos caer en el calendario de Ortega. Tenemos que permanecer con nuestros objetivos claros y estar listos para que, cuando vengan los hitos de Ortega, nosotros no tengamos que jugar en su cancha, sino que lo jalemos a jugar a nuestra cancha, a la cancha de nuestros momentos, a lo que demanda la comunidad internacional y la ciudadanía. Que le toque pagar la ilegitimidad que está asumiendo con esta farsa electoral que acaba de pasar.

¿Cree que la oposición pueda volver a Nicaragua y ejercer presión desde adentro?

Yo creo que sí. No me atrevo a decirte cuando, pero creo que sí. Es que el modelo que está implantando Ortega no es sostenible para él tampoco. Va a haber un momento en que el agua la tenga hasta el cuello y va a necesitar abrir un poquito el país, y en ese momento es que la oposición debería estar lista, unida, concentrada para entrar con fuerza y públicamente. Todavía hay una buena cantidad de opositores y liderazgos que están todavía en territorio nicaragüense. No es que la oposición se fue, si no que algunos liderazgos salieron de Nicaragua por su seguridad y para poder seguir hablando en público y para poder seguir accionando en público.

Jesús Tefel se vio obligado a salir al exilio por la represión del régimen de Daniel Ortega. Óscar Navarrete/ LA PRENSA.

Plano Personal

Jesús Tefel Amador tiene 35 años. Es Ingeniero Industrial, activista político miembro de la UNAB y excarcelado. Actualmente se encuentra exiliado por la represión que ha desatado Daniel Ortega contra sus opositores.

Tenía una empresa turística que con el estallido de la crisis se vio afectada y la pandemia del Covid 19 terminó de rematarla. Tuvo que cerrar su negocio.

Dice que le gusta “regalarle mi tiempo a Nicaragua y ver de qué manera contribuyo al desarrollo sostenible”.  Le apasionan los deportes extremos y las aventuras.

Sus amigos le llaman “Chú”, que es una abreviado de su nombre. Tiene dos perros que se los llevó al exilió. En tres meses, Jesús será padre por primera vez.

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