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La jurista María Asunción Moreno. LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

Asunción Moreno: “No veo indicio de que los Ortega Murillo quieran sentarse a un diálogo”

La doctora en derecho ve un panorama desolador para Nicaragua mientras no se dé una solución a la crisis política. Considera que el día de hoy es mejor que el de mañana, porque cada día el país empeora más.

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El exilio ha sido de las etapas más duras en la vida de la abogada María Asunción Moreno. Habla de él como si le hubiesen arrancado una parte vital de su cuerpo, y espera que se dé una solución a la crisis para regresar a Nicaragua y reunirse con su familia.

La abogada cuenta en esta entrevista que esa solución está en manos de los nicaragüenses, pero no con el diálogo que pretende organizar Daniel Ortega. Moreno dice que con esa negociación será como las pasadas elecciones del siete de noviembre, “una farsa”.

También habla sobre la mediación de la Iglesia, la fuerza de la oposición, el papel de la comunidad internacional y su exilio, un tema tan sensible para ella que no puede evitar las lágrimas.

¿Cómo ve la situación de Nicaragua?

Yo veo una situación muy mal y empeorando. Cuando converso con amigos y familiares en Nicaragua se siente que cada día es peor que el anterior y que el día que estás viviendo es mejor que el que va a seguir. Eso te da la idea clara de cómo se está viviendo en Nicaragua. Todo esto es consecuencia de un proceso de radicalización que se está profundizando en este momento, del modelo totalitario con tintes de tiranía, el recrudecimiento de la represión. En Nicaragua realmente cuesta respirar. La concentración del poder ser está consolidando. Los problemas socioeconómicos van a profundizarse ya que debido al aislamiento internacional las condiciones políticas y económicas de la gente se van deteriorando considerablemente, ocasionando una nueva ola de migración superior al 2018.

Se habla de que a los mismos aliados de Ortega se les ha prohibido salir del país

Percibo una paranoia bastante generalizada de los Ortega Murillo, sobre todo después de la farsa electoral donde el pueblo se quedó en su casa como una forma de protestar contra esa farsa. Lo que hemos visto después es que la represión ha alcanzado los círculos de confianza del propio Ortega. Hemos visto que a sus propios allegados les ha impuesto el país por cárcel a través de retenciones migratorias de facto.

En parte creo que tiene que ver con el tema de la presión internacional. Primero el rechazo de la población que yo creo que lo tienen claro después de la farsa electoral. Vemos que algo superior al 80% de la población se quedó en su casa y no fue a votar. Lo otro son las condiciones socioeconómicas que el país está sufriendo no solo por la represión si no por el aislamiento internacional que está pasando el régimen. Así como Nicaragua está pasando mal momento, el régimen también está pasando mal momento. Ellos se sienten en peligro y eso hace que hasta en las personas más allegadas no estén confiando y por eso los están reteniendo. A quienes les está quitando pasaportes son a personas que son partícipes, coautores y colaboradores en toda la represión contra el pueblo nicaragüense.

¿Qué mensaje envía Ortega a sus simpatizantes con esta medida?

Es difícil. Está poniendo el país por cárcel a sus allegados y a los opositores nos está recetando cárcel y exilio. Son distintos mecanismos. A sus allegados les dice que la cárcel es Nicaragua y a los opositores nos tiene una cárcel de torturas. Hay un exilio forzado que busca impedir que la gente se manifieste y salga a las calles a protestar, pero eso no es sostenible a mediano ni a largo plazo. La historia del pueblo nicaragüense te dice que es un pueblo valiente, que sabe luchar por su libertad. Daniel Ortega tiene al pueblo en sus casas prohibiéndole protestas usando las armas frente a una vocación cívica y pacífica de la mayoría de nicaragüenses. La violencia no va a triunfar en este caso. Estoy segura que esa vocación cívica y pacífica va a ser determinante para pasar a una etapa de transición democrática

¿Cómo valora las pasadas elecciones del siete de noviembre?

Bueno, el siete de noviembre no hubo elecciones, sino una simulación de votaciones entre el Frente Sandinista y unos pocos partidos colaboracionistas en la que no estaba en disputa el poder, sino que de antemano se sabía que se daría una autoproclamación de Ortega y Murillo como pareja presidencial y una asignación mayoritaria de las diputaciones que les garantizara la permanencia en el poder. Sin embargo, hubo un resultado que no pudieron prever. Más del 81% de la población no salió a votar demostrando su repudio a la farsa electoral, el pueblo protestó con su ausencia en las urnas. Adicionalmente, la comunidad internacional ha declarado como ilegítimo dicho proceso por considerar que no se cumplió con los estándares internacionales establecidos para procesos electorales democráticos.  Es decir, que el resultado final de la farsa electoral es un gobierno ilegítimo.

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Daniel Ortega ha hablado de un posible diálogo para el próximo mes de enero

Yo no veo ningún tipo de señal por parte de Ortega de querer dialogar. Todo lo contrario. Lo que hemos visto a partir del siete de noviembre, de encarcelamiento y trata de acallar voces críticas, continúa. No solamente durante el periodo de la farsa electoral es que ha detenido a opositores, si no que estamos viendo que las detenciones van a continuar y sigue caminando hacia la radicalización de implantar su modelo totalitario. No veo el mínimo indicio de que los Ortega Murillo quieran sentarse a un diálogo.

Personalmente creo que el diálogo es una vía para buscar una salida a la crisis política. Es un mecanismo, una vía importante para solucionar este tipo de problema que estamos viviendo. Pero, para encontrar esa solución a esa crisis, se debe buscar una salida cívica y pacífica que pasa necesariamente porque haya muestras claras de una voluntad política por parte del régimen de buscar esa salida. No es diálogo solo por dialogar.

¿Cuál sería una señal de voluntad política de que Ortega quisiera dialogar?

Tendría que liberar a todos los presos políticos y déjame decirte que no puede ser una excarcelación. Tiene que ser una liberación inmediata sin condiciones, con garantías y con la declaración de nulidad de los procesos penales porque así se restituirían todos los derechos civiles y políticos de los presos y presas políticas.

En las negociaciones pasadas la oposición pidió lo mismo, pero terminaron dialogando con Ortega y los presos salieron como resultado de la negociación y no como condición previa

Bueno, yo creo que antes de hablar de cualquier diálogo tiene que darse la liberación de los presos políticos y restituir todos los derechos y libertades políticos y civiles que tiene que ver con los acuerdos del 2019, la restitución de la libertad de expresión, que cese la represión y que puedan entrar al país los organismos de derechos humanos. Desde mi punto de vista, el régimen debería manifestar su voluntad política de dialogar cumpliendo esas condiciones. Solo así, podríamos decir que de verdad está pensando en realizar un diálogo

Ha habido dos diálogos en 2018 y 2019 y la experiencia que tenemos es que él no cumple lo acordado, por lo tanto, lo que hay que asegurar en un caso de que aparezca una oportunidad de diálogo que no estoy viendo en este momento, es esa voluntad política que debe traducirse en eso. Libertad de los presos políticos, restitución de libertades, el cese de la represión, la entrada al país de los organismos defensores de derechos humanos. Esas son como muestras de que de verdad va a haber un diálogo que necesita Nicaragua, porque no es un diálogo que el régimen proponga, es el diálogo que necesita Nicaragua. Y ese diálogo tiene que tener como único objetivo buscar una salida cívica, pacífica y democrática a la situación del país.

¿Qué fuerza real tiene la oposición para imponerle a Ortega estas condiciones en una mesa de diálogo?

La fuerza real que tiene la oposición en Nicaragua la tenés en el 81% de la población que se quedó en su casa. La población mayoritariamente es opositora. En ese diálogo, que tiene que tener como finalidad buscar esa salida hacia la democracia, es un diálogo con la oposición democrática, porque si no ese diálogo no tendría la legitimidad de la gente. Lo que hay que evitar es que el régimen plantee un diálogo al estilo farsa electoral, que haga su propio diálogo con sus propios sectores. Eso no. Para que ese diálogo de verdad tenga credibilidad con la gente tiene que ser con la oposición democrática nicaragüense. Pero sin duda, la mayor fuerza que tenemos las fuerzas opositoras es la posición del pueblo nicaragüense que se quedó en su casa y no participó en la farsa.

El pueblo nicaragüense cree en las elecciones como un mecanismo para salir de esta crisis y prueba de ello es que fue a verificarse. Cuando le preguntan a la gente que cuál es la salida, te dicen que unas elecciones, pero obviamente, unas verdaderas elecciones. Entonces la legitimidad del diálogo y del tema de las elecciones están más que claras cuando se entienden las expectativas y las demandas del pueblo nicaragüense.

La Iglesia Católica dijo que estaba dispuesta a mediar, ¿esto da alguna garantía de que será un diálogo verdadero?

La Iglesia siempre tiene muy buena intención de apoyar y ayudar a la solución de la crisis del país. Tenemos una Iglesia cercana al pueblo. Lo escuchas en cada misa, en cada homilía, en los comunicados de la Conferencia Episcopal. Es una Iglesia cercana al pueblo. Por tanto, la posición que la Iglesia haya dicho que está dispuesta es parte de esa coherencia de estar cerca de la gente y de saber qué necesita la gente. Yo creo que hay una muy buena voluntad y de servicio al país.

En caso de que se den las condiciones para un diálogo, las garantías las tendremos que poner al inicio, porque ya hemos visto que en el pasado estaban el Vaticano y la OEA como garantes y los acuerdos todavía no se han cumplido. La mayor garantía de que los acuerdos se vayan a cumplir, tiene que ver con que el diálogo se dé en libertad, que esté definido el tema del que se va a dialogar para salir de la crisis, y que esa salida sea democrática y electoral, y por supuesto, yo diría que además de la Iglesia sea un actor creíble en el país, sería interesantes contar con organismos garantes, no solo la OEA. Si no, no veo yo posibilidades de un diálogo.

¿Cómo ve a la comunidad internacional respecto a la situación de Nicaragua?

La comunidad internacional está muy clara sobre la profundización de la represión que vivimos los nicaragüenses. Están trabajando y nos escuchan a los distintos sectores de los nicaragüenses para apoyar una salida. Están claros que la salida a esta crisis está en manos de los nicaragüenses. La solución a esta crisis está en manos de los nicaragüenses y la comunidad internacional está dispuesta a apoyar en ese camino a la transición democrática.

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Para eso hay ya resoluciones como la de la Corte Interamericana que pide la liberación de los presos políticos. Tenés a una OEA que recientemente declaró ilegitimo el proceso de la farsa electoral del siete de noviembre, y no solo eso, también mandó a realizar unas verdaderas elecciones con los estándares internacionales de unas elecciones democráticas. Eso te dice que está clara de la situación de Nicaragua, pero que además nos va apoyar en esa transición democrática y también ha sido muy clara en que la vía en que nos apoya es la vía electoral.

Usted lleva poco más de tres meses fuera del país, ¿cómo ha sido el exilio?

Vivir en el exilio es muy duro. Obligarme a salir de mi país, pero con ello salve mi libertad, mi integridad física. Llevo el dolor del desarraigo, de la despatriación prácticamente, de la separación de mis seres queridos, de mis amigos. Mi vida entera se quedó en Nicaragua. Cuando regímenes como los de Ortega y Murillo te ofrecen la muerte, la cárcel o el exilio como opción, realmente ellos tienen claro que el exilio es un mecanismo que te excluye de tu entorno y va a dirigido a revocar el ejercicio de tu ciudadanía. El exilio forzado por razones políticas realmente tiene esa finalidad. Revocar el ejercicio de derechos. Eso lo tienen claro.

¿Piensa regresar?

En este tiempo he experimentado la incertidumbre de no saber cuándo voy a regresar, o si voy a poder regresar a mi país. Se trata de una situación humanamente muy difícil, pero con todo el dolor que genera el exilio, es infinitamente menor con el dolor que sufren las madres que perdieron a sus hijos, a sus esposos, a sus hermanos, a sus padres, o de los jóvenes que perdieron un ojo o un brazo. Por supuesto el exilio es un sufrimiento menor que el que viven todos los encarcelados por Ortega. Cuando sopesas tu dolor con el sufrimiento y el dolor de otros te das cuenta que estamos en una situación complicada, pero del dolor se sacan fuerzas.

María Asunción Moreno, abogada constitucionalista. ARCHIVO/Óscar Navarrete

Plano Personal

María Asunción Moreno nació en Jinotega el 25 de diciembre de 1970. Es doctora en Derecho

Tiene dos hermanas y un hermano que “son la bendición y compañía que mi madre me dejó”, dice. Anhela poder regresar pronto a Nicaragua y reunirse con su familia

Le gustan los deportes. Es seguidora del Barcelona. Disfruta los torneos de tenis, natación, atletismo y gimnasia. Siempre sigue de cerca los Juegos Olímpicos. “Me habría gustado ser una gimnasta”, comenta.

Es católica y dice tener un sentido común muy agudo, y mucha intuición. Se define apasionada por el derecho y no tolera las injusticias y la discriminación de ningún tipo.

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