14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

José Miguel Insulza fue secretario general de la OEA entre 2005 y 2015 cuando Daniel Ortega volvió al poder y empezó a desmantelar el Estado. Óscar Navarrete/ LA PRENSA

José Miguel Insulza: “Si Ortega quiere hacer un diálogo, se tiene que hacer con la presencia de algún observador internacional”

El exsecretario general de la OEA dice en esta entrevista que el fin de la dictadura está en manos de los nicaragüenses y que no conviene romper relaciones diplomáticas con Daniel Ortega

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

José Miguel Insulza fue Secretario General de la OEA cuando Daniel Ortega volvió al poder y empezó a desmantelar el Estado. Sobre eso habla el chileno en esta entrevista. Dice que él quería hacer algo para detenerlo, pero no contaba con el apoyo de los demás países de la región.

El ahora senador de su país comparte lo que piensa sobre la situación de Nicaragua, la posible suspensión de la OEA, el diálogo que pretende hacer Daniel Ortega, la división de la oposición, sus días como funcionario de la OEA cuando le tocaba tratar con Ortega y el canciller Denis Moncada, entre otros temas.

¿Cómo ve la situación de Nicaragua?

Bueno, no solo yo, si no que la gran mayoría de los latinoamericanos la vemos como desastrosa. Realmente es muy dramático para quienes vivimos bastante de cerca la revolución nicaragüense en el año 1979 para sacar a una dictadura dinástica que llevaba muchos años en el país y que Nicaragua se vaya transformando nuevamente en una dictadura dinástica, y lo peor de todo es que quien la encabeza es quien encabezó el derrocamiento a Somoza. Vemos como un drama también como mucha gente que estuvo en la revolución sandinista es perseguida y atacada también de manera injusta. El exvicepresidente (Sergio Ramírez) en el exilio. Es una situación muy extrema, muy grave que ha provocado molestia en toda América.

Esta semana el Consejo Permanente de la OEA mandó a Luis Almagro a que entablara un acercamiento con Daniel Ortega, ¿Cómo ve esta disposición?

Eso es mandatorio. Es obligatorio. Para poder tomar medidas, por ejemplo, para poder recomendar la suspensión de Nicaragua de la OEA es necesario hacer las gestiones. Como lo dispone la Carta Democrática y la Carta de la OEA, debe hacerse una gestión antes de hacérsele presente al país las transgresiones a la democracia que está cometiendo y plantearle la necesidad de deshacerlas y enmendar el rumbo, y eso es necesario de acuerdo a la ley interna de la OEA. Yo no creo que Ortega vaya a contestar nada útil, pero el secretario general está obligado a hacer esa gestión

¿Ve posible una suspensión de Nicaragua a mediano o corto plazo de la OEA?

Yo espero que sí la haya porque en realidad se cumplen todos los requisitos de la Carta Democrática Interamericana y porque además sería un precedente interesante en el sentido de que hasta ahora, a pesar de que es claro que las violaciones a la democracia no es solamente un Golpe de Estado. Hay otras violaciones a la democracia como la que está usando Daniel Ortega, como un fraude electoral masivo, o una elección donde no puede haber otro candidato, o violaciones masivas a los derechos humanos, y otros temas que constituyen flagrantes violaciones a los derechos humanos. Es importante que la OEA sancione alguna vez al gobierno, en este caso al de Nicaragua, aún a pesar de haber tenido estas elecciones falsas que hubo hace pocos días atrás.

Daniel Ortega inició el proceso de salida de la OEA, ¿cómo ve esta medida?

La Carta de la OEA es un tratado y tiene que denunciarse según la norma, y la norma entiendo que dice que la denuncia entra en vigor dos años después de que ha sido entregada. Sería el primer país que se sale de la OEA, dicho sea de paso. Esa es una actitud final de dictadura, porque esa es la gracia de la OEA, la unión de todos. Todos son parte de la OEA. Con cualquier color político, cualquier idea que tengan. Por eso es que se dicta una suspensión, la expulsión no figura dentro de la OEA. Por lo tanto, si se sanciona a Ortega con la suspensión, muy bien. Y si se retira, se está auto expulsando.

¿Qué conlleva que un Estado se aisle?

Significa fundamentalmente que no tiene acceso a ninguno de los demás órganos del sistema interamericano para ningún tipo de facilidades que proporcionan. Naturalmente para los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo y otras cosas. Pero en realidad, quiero serle muy franco, las dictaduras se terminan después de sumir a su país en una situación muy dramática. El fin de la dictadura de Ortega va a venir, pero creo que va a tener que ser el esfuerzo interno de los nicaragüenses el que lo saque.

Pero los nicaragüenses ya han puesto el pecho. ¿No puede hacer nada más la comunidad internacional por Nicaragua?

La Carta de la OEA lo que permite es la suspensión, no permite las misiones internacionales. Como dijo alguna vez un norteamericano cuando le preguntaron: “ya no estamos en la época de las cañoneras ni de las invasiones”. Por lo tanto, la OEA no puede ir más allá. Y esto tiene una explicación muy simple. Es una condición básica que ponen los Estados en una organización interamericana (OEA) que tiene 35 Estados miembros, y una organización mundial (ONU) que tiene 193, y es hay algunos Estados muy pequeños y muy débiles y nadie quiere correr el riesgo de que le apliquen una sanción de manera indebida.

Los Estados y la organización no pueden hacer nada más que lo que ordenen los Estados. Las organizaciones no son supranacionales son multilaterales, que no es lo mismo, por lo tanto, yo lamento decir que salvo la suspensión no es mucho más lo que se podría hacer. Yo recomiendo a los países miembros (de la OEA) que permanezcan ahí en Nicaragua, que no cierren sus embajadas porque eso significa tanto como desconocer a Ortega, como cerrar una puerta por la cual el resto del mundo puede saber lo que está pasando. Entonces es mejor tener a sus embajadores ahí informando, e incluso arriesgándose a que los expulsen.

¿No sería buena idea que los países rompan relaciones diplomáticas con Ortega entonces?

Yo comparo las situaciones. Cuando fue el golpe militar de Pinochet en Chile, nosotros agradecimos mucho a los países que rompieron relaciones con Pinochet, pero mirando la cosa en retrospectiva y desde lejos, los que nos apoyaron más eran los que estaban ahí, porque los que no estaban difícilmente nos podían apoyar. Cada uno tendrá que decidir lo suyo. El retiro del embajador es una posibilidad, pero dejando a alguna gente que de alguna manera vaya dando cuentas permanentemente de todo lo que ocurre en Nicaragua, pero esa es una decisión que toman los Estados. A mí no me parece mal una ruptura de relaciones, pero hay que considerar la alternativa. Tener una embajada ahí argumentando a favor de la democracia hasta que la echen.

LEA TAMBIÉN: Asunción Moreno: “No veo indicios de que los Ortega Murillo quieran sentarse a un diálogo”

¿Qué tan complicado sería tener relaciones diplomáticas con un gobierno electo en unas elecciones que los mismos Estados de la OEA no reconocieron?

El gran problema es ese. Aquí hay dos alternativas. Muchos países no reconocieron a Nicolás Maduro en Venezuela, y Nicolás Maduro gobierna el país, nos guste o no nos guste. Lo gobierna dictatorialmente, claro. Pero qué sentido tiene reconocer a alguien que no ejerce ninguno de los poderes de un gobierno. Es un dilema de la comunidad internacional.

Daniel Ortega ha hablado de un dialogo para el próximo año, ¿cómo sería visto por la comunidad internacional?

Los diálogos son sin condiciones, con algunas concesiones y con voluntad para sentarse a conversar, pero son sobre todo con observadores de afuera. Alguien que esté mirando eso. No creo que haya en Nicaragua a estas alturas algún sector neutral del diálogo. En su momento fue el Cardenal. Tendría que ser con alguna misión internacional que lo verifique. Puede ser la OEA o puede ser otra.

Me dice que un diálogo es sin condiciones, pero la oposición en Nicaragua ha definido como una condición que se liberen a los presos políticos y se restablezcan las libertades

Mira, yo recuerdo cuando estaba en la OEA y hubo un diálogo en Venezuela, yo mismo dije que una buena forma de sentarse a conversar sería que de un lado la oposición reconociera a Maduro como presidente y que del otro lado se liberaran a los presos políticos. La oposición reconoció a Maduro y Maduro no liberó a nadie. Esto tiene que ser recíproco. Si Ortega quiere que se sienten a conversar con él y lo reconozcan como un interlocutor válido, tendría que dejar en libertad a los presos. Tiene que haber observadores internacionales fuertes porque si van a dejar a alguien libre y al día siguiente lo echan preso no tiene sentido.

¿Quién podría ser un buen garante en ese sentido? En 2019 hubo un diálogo con la OEA y El Vaticano como garantes y no pudieron hacer que Ortega cumpliera con los acuerdos que firmó

El garante es para la negociación. Si no cumple acuerdos, no tiene ningún sentido. Más que un garante, un observador internacional. Alguien que diga: “En estas condiciones se comprometió el señor Ortega a hacer esto”, e incluso lo puede llevar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y habrá que ver si eso pone en riesgo la seguridad del continente. Si Ortega quiere hacer un diálogo, se tiene que hacer con la presencia de algún observador internacional. Lo ideal sería la OEA o Naciones Unidas

¿A quién aceptaría la comunidad internacional como contraparte de Ortega?

Supongo que tiene que ser alguna organización que represente a toda la oposición nicaragüense, pero tienen que ponerse de acuerdo, y eso es una condición muy fundamental porque las oposiciones tienden a pelearse entre ellos y a no mostrar un frente unido, como en la elección reciente de Venezuela. Fueron candidatos por todos lados.

Yo creo que, si el gran problema de toda la oposición es el fin de la dictadura, eso lo pueden conseguir en conjunto toda la oposición y no veinte personas que dicen “yo represento al pueblo de Nicaragua”. No olvidemos que los Somoza no cayeron hasta que la oposición de derecha también presionó. No fueron solo los sandinistas los que sacaron a Somoza

¿En los ochenta usted creyó en el proyecto revolucionario del Frente Sandinista?

Sí, por supuesto. El proyecto revolucionario también es un proceso del surgimiento democrático

Pero en los ochenta el Frente Sandinista no fue tan democrático

No, no, pero fue una buena salida entre militar y civil. Pero si había muchas esperanzas de que se constituyera una forma de gobierno democrático. Hubo elecciones y se continuaron haciendo durante muchos años y fue hasta unos 20 años después que Ortega empezó a hacer algo distinto con la oposición de la mayor parte de sus lugartenientes

En 2007 cuando Ortega llegó al poder, usted ya era secretario general de la OEA, ¿cómo se comportaba él con usted?

También estaban el canciller (Samuel) Santos, y el embajador (Denis) Moncada que ahora es el canciller. Yo diría que era una relación fluida, tranquila, naturalmente había preocupaciones por la democracia que se agudizaron más para la segunda elección en el año 2011. La misión electoral encontró una cantidad de irregularidades. Cuando estuve en la OEA observamos más de 100 elecciones y la única que yo recuerdo que generaba grandes dudas era la de Nicaragua en 2011. En ese momento Ortega todavía no decía que tenía derecho a postularse de nuevo porque se estaban violando sus derechos humanos, por lo tanto, era una elección valida desde el punto de vista de la democracia porque podía haber una reelección, pero la elección misma dejó muchas dudas. (En 2011 Ortega se reeligió a pesar de la disposición electoral que lo prohibía). No tantas para que la misión dijera que la elección no era válida, pero sí algunas dudas serias.

Para ese año hubo denuncias de fraude electoral

Las misiones electorales son autónomas. El jefe de esa misión no recuerdo quién fue, pero no planteó la falta de validez de esa elección. Hubo una revisión bastante extensa, pero no había una disposición de no validar la elección.

Para 2016, Ortega buscó su tercer mandato y su fórmula era su esposa Rosario Murillo

Esa elección, para mí, ya no debió haber sido considerada válida, porque ha habido otros casos de presidentes y sus familiares por ejemplo en Argentina con Néstor Kirchner que fue sucedido por su esposa (Cristian Fernández de Kirchner) y luego ella fue sucedida por él nuevamente, pero eso no es invalido necesariamente. Lo que era más raro era la reelección de Ortega en base al argumento de que al no permitírsele como a los demás ciudadanos se violaban sus derechos humanos.

LEA TAMBIÉN: Victoria Cárdenas: “No vamos a permitir que nuestros familiares sean utilizados como fichas de cambio”

¿Cuándo fue la última vez que usted habló con Daniel Ortega?

Debió haber sido en la Cumbre de las Américas en 2014 en Panamá

¿Qué pudo hablar con él?

No recuerdo bien. No fue una conversación de fondo. Lo que recuerdo es una conversación algunos años antes con su canciller (Denis Moncada) producto de mi declaración de que no había que dejar que los presidentes se reeligieran con el argumento de que se violaban sus derechos humanos, que era una falacia.

¿Qué le dijo Moncada?

Bueno, el canciller Moncada con su discurso de la injerencia. Él fue el que trajo a la OEA este discurso de la injerencia. Cualquiera cosa que se dijera de su país era injerencia indebida. No era muy fácil entenderse con él.

Daniel Ortega lo llamó a usted “insulso”

Sí, sí. Eso lo inventó el comandante Hugo Chávez una vez. Pendejo y todo lo demás. Son buenos a los insultos cuando no hay argumentos. Mucha gente cree que de la política puede pasar al insulto. Yo no creo eso.

Daniel Ortega viene desmontando el Estado desde que llegó al poder, ¿por qué no reaccionó antes la comunidad internacional?

Generalmente la comunidad internacional tarda en reaccionar. Si miras la Carta Democrática Interamericana, viene desde el paso de hacerle ver a un gobierno la preocupación por la situación de la democracia y solicitándole que acepte una misión que vea como está la cosa y de ahí pasa a algo que llamaríamos una censura y luego pasa a nivel de la Asamblea General, pero si usted mira, lo normal en la OEA es que, si se trata de algo brusco como un Golpe de Estado como el caso de José Manuel Zelaya (Honduras), es raro la comunidad internacional reaccione instantáneamente. Siempre se espera que el país sea capaz de resolver su propio problema.

Y usted cuando estaba en la OEA, ¿no se dio cuenta de lo que hacía Ortega?

Yo nunca dejé de dudar de que Daniel Ortega era una persona que creyera en la democracia, pero como ya una vez había dejado el poder derrotado, yo confiaba en la fuerza de las instituciones nicaragüenses para obligarlo a irse de nuevo. Fui bruscamente sorprendido cuando cambió la Constitución para reelegirse, pero yo recuerdo perfectamente que en 2012 cuando él quiso hacer eso yo consulté a varios países. Yo estaba en Santiago de Chile y llamé a varios delegados de los países y les dije que esto me parecía mal, que había que hacer una declaración, que había que hacer algo. Todos me dijeron que sí y cuando volví a Washington, me dijeron que no estaban tan disponibles, porque nadie quería meterse en un nuevo lío después de Honduras. Veníamos saliendo de Honduras. Y un país de Norteamérica me llamó y me dijo que no tenía autorización para rechazar lo que estaba haciendo Ortega

José Miguel Insulza medió en la crisis política en la era de Enrique Bolaños, cuando el FSLN y el PLC se unieron en el Parlamento para restarle poderes al Ejecutivo.
José Miguel Insulza medió en la crisis política en la era de Enrique Bolaños, cuando el FSLN y el PLC se unieron en el Parlamento para restarle poderes al Ejecutivo. ARCHIVO

Plano Personal

José Miguel Insulza es chileno, tiene 79 años y es abogado de profesión y Máster en Ciencias Políticas de la Universidad de Michigan

Ha sido profesor en universidades de Chile y México, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Católica de Chile, entre otras.

Ha sido académico y se ha dedicado a la política desde los 17 años de manera ininterrumpida, dice. Tuvo cuatro hijos, pero uno de ellos falleció muy joven. Tiene nueve nietas y un nieto.

Fue dirigente estudiantil en su juventud y se involucró con el gobierno de Salvador Allende. Tras el golpe de Augusto Pinochet, tuvo que partir al exilio en Italia, México y otros países. Regresó a Chile en 1988

Fue subsecretario de relaciones exteriores, ministro de presidencia y ministro del interior de su país. En 2005 llegó a la OEA como Secretario General hasta 2015

Tiene cuatro años como senador del Partido Socialista de Chile, y ha integrado las comisiones de relaciones exteriores, seguridad pública y gobierno interior.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí