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Joselu marcó los dos goles del Real Madrid. LAPRENSA/EFE

El Real Madrid hace de lo inexplicable una normalidad y clasifica a la final de la Champions League

Cuando el partido terminó, la enfervorecida afición blanca gritó un nombre que no fue ni el de Bellingham ni el de Vinícius: el cántico que tronó en el Bernabéu fue un estruendoso "Joselu, Joselu, Joselu"

Hay cosas muy difíciles de explicar. El Real Madrid perdía faltando tres minutos para el final, el Bayern de Múnich había reforzado la defensa, replegado a todo el equipo para tratar de soportar las embestidas, pero el error apareció en el jugador menos pensado: Manuel Neuer, soltando una pelota, Joselu aparecía de la nada para empatar el juego y, tres minutos después, lo hacía otra vez para consagrar la remontada (2-1), mientras la polémica se hacía evidente en el cierre con el fuera de juego que eliminaba la oportunidad del empate del equipo bávaro.

Los infinitos remates de los dos brasileños del Real Madrid, Vinícius y Rodrygo, no sirvieron para nada. Tampoco el apagado fútbol de Bellingham, que no marcó la diferencia. Ni ningún otro nombre de los más suntuosos que tiene la plantilla blanca fue capaz de superar al Bayern Múnich. Sólo uno, tal vez el más inesperado, Joselu, se erigió como el gran protagonista de una nueva remontada épica con la marca del Real Madrid más heroico de la última década.

Su doblete, en apenas tres minutos, el 88 y el 91, obró un milagro en el que todos creían dentro de un estadio que incluso se frota las manos cuando su equipo pierde. En la casa del Real Madrid gusta la épica. Ganar sin sobresaltos no está de moda en el Bernabéu. Y si encima el héroe es alguien a quien no se le espera, la leyenda crece. Y, Joselu, sin duda, fue ese nombre al que su afición encumbró de forma inesperada.

Fue el tanto de Alphonso Davies en el minuto 68 el que despertó al Real Madrid. Primero, a Carlo Ancelotti, que enseguida introdujo en el terreno de juego a Luka Modric y a Joselu. Se fueron Kroos y Tchouameni. Su decisión fue decisiva. El Madrid no atinaba. Vinicius y Rodrygo no dieron en la diana en varias ocasiones. Se encontraron con los palos y con Neuer. Y el 0-1 del Bayern, parecía haber derrotado a siempre superviviente conjunto blanco.

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Hasta ese momento, otro de los señalados para generar una gran noche, estaba prácticamente desaparecido. Ese era Bellingham, a quien esta temporada le falta protagonizar una gran noche europea. Es, sin duda, uno de los fichajes más importantes del club blanco en los últimos tiempos. Lo ha demostrado con creces en su estreno con la camiseta blanca. En menos de un año, se ha convertido, junto a Vinícius, en su jugador franquicia. Sin embargo, aún tiene una deuda pendiente con sus aficionados.

Bellingham tuvo cuota de protagonismo en la fase de grupos, con aciertos ante el Nápoles, el Unión Berlín y el Braga. Buenos equipos, pero ninguno ‘top’ del torneo. Y, a la hora de la verdad, salvo su exhibición defensiva frente al Manchester City en el Ettihad, como la que mostraron todos y cada uno de sus compañeros, no cuajó una noche para el recuerdo ni ante el conjunto inglés, ni ante el Leipzig y menos en los dos encuentros frente al Bayern Múnich.

Y cuando a Bellingham se le estaba poniendo cara de Mbappé, muy criticado en el PSG después de caer eliminado 24 horas antes frente al Dortmund, apareció Joselu, el hombre inesperado, invisible en el banquillo hasta el minuto 70, cuando entró al campo para firmar un doblete que ya es historia. Y, cuando el partido terminó, la enfervorecida afición blanca gritó un nombre que no fue ni el de Bellingham ni el de Vinícius: el cántico que tronó en el Bernabéu fue un estruendoso “Joselu, Joselu, Joselu”.

Deportes Real Madrid

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