Va a terminar el año y la presidencia pro tempore del Sica sigue sin nombrar al secretario general, cargo que por derecho le corresponde al Estado de Nicaragua. Si esta situación sigue así, los efectos administrativos empezarán a sentirse y a tener sus efectos a lo interno del Sica, y en sus relaciones internacionales, así como en la continuidad de los programas y proyectos regionales en diferentes materias, en la cooperación económica y técnica que recibe de la Unión Europea de otros países que son miembros observadores del Sica, en el aspecto laboral, ya que habrán contratos que se hace necesario renovar o hacer nuevas contrataciones pero que no se puede ante la falta de una persona que firme y garantice tales gestiones. Todo ello y más afecta la cuestionada operatividad del sistema y a sus elefantes blanqueados.
En septiembre de este año, la Corte Centroamericana de Justicia admitió una opinión consultiva que le hiciera el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, el señor Denis Moncada, y en ella resolvió hacer un llamado a la presidencia pro tempore que ostenta Guatemala para que convocara a la reunión de presidentes a una reunión extraordinaria para tratar este tema y se nombrara de una vez secretario general. Hasta la fecha la PPT no se ha pronunciado al respecto y la verdad apegada a derecho la PPT no tiene la competencia de convocar a la reunión de presidentes, esto lo podría hacer la comisión de ministros de relaciones exteriores quien tiene la función de elaborar la agenda de trabajo, pero no se sabe nada al respecto de sus gestiones ante este hecho. En días anteriores los directores del Sica irían a reunirse en la PPT en Guatemala, pero estos no cuentan con su suficiente peso político para impulsar una solución a este hecho.
Encontrar una salida para pasar este bache, no sería mediante un decreto transitorio o algún acto olímpico. La salida a este impase podría pasar por varias vías, la vía técnica, la vía jurídica y la vía política. No incluí la vía administrativa porque muy erróneamente Vinicio Cerezo causó un gran daño al dejar un gran vacío administrativo en el Sica al desaparecer el cargo de director ejecutivo y en su caso creó el cargo de jefe de gabinete.
Erróneamente Nicaragua también no le brindó el apoyo suficiente a la persona que estaba como director ejecutivo, aun siendo éste nicaragüense, para que se pudiera mantener en el cargo. Ese funcionario en estos momentos se estaría haciendo cargo de desempeñar las doce funciones que dicta el Protocolo de Tegucigalpa en su artículo 26 para el secretario general, entre ellas está la de representar al sistema en el ámbito internacional, ejecutar o coordinar la ejecución de los mandatos que deriven de las reuniones de presidentes, del consejo de ministros y del comité ejecutivo; gestionar y suscribir previa aprobación del consejo de ministros competente instrumentos internacionales, gestionar ante Estados, grupo de Estados, organismos y otros entes internacionales la cooperación financiera y técnica necesaria para el buen funcionamiento del Sica, suscribir contratos, convenios y aceptar donaciones y otros aportes extraordinarios; formular su programa de labores, elaborar su informe anual de actividades y el proyecto de presupuesto, participar con voz en todos los órganos del sistema, actuar como la Secretaría permanente de las reuniones de presidentes, asegurando los servicios de secretaría, técnicos y administrativos necesarios, nombrar y remover al personal técnico y administrativo de la secretaría general entre otras funciones, así como velar por el cumplimiento de las disposiciones contenidos en el propio Protocolo de Tegucigalpa y de sus instrumentos derivados y complementarios.
En todo este problema el elemento político se ha impuesto y está afectando enormemente al sistema en el futuro inmediato, no así a largo plazo, porque este impase puede ser tomado como una oportunidad de mejora para desestructurar al sistema actual y crear una instancia novedosa, más dinámica, menos cargada y eficiente para trabajar y manejar los temas propios de la integración en la región y que no tenga centralizado el poder administrativo ante la falta o ausencia del secretario general.
Considero que la vía más viable para resolver este problema es la técnica, ya que la norma comunitaria carece de criterios, elementos e instrumentos para resolver esta situación. La forma que elijan para resolver este vacío debe ser transparente, limpia, apegada a la moral de los principios del Sica, no es haciendo votaciones secretas a lo interno, ni creando cercos tratando de ahogar a Nicaragua tildándole que no es garante de los pilares del sistema, deben de hacerlo pensando en la continuidad y en el fortalecimiento del proceso de integración, no desde una visión gubernamental, los gobiernos no son estáticos, los procesos de integración conllevan una continuidad en el tiempo.
No me asombraría si Nicaragua decidiera otra salida, como la de emitir su criterio y posición de salirse del dialogo político del Sica, no sería la primera vez que lo haga en un proceso de esta envergadura, ya lo hizo en el pasado cuando en 1838 se separó de la República Federal de Centroamérica declarándose libre, soberana e independiente. Aunque los efectos de aquella época no repercutieron tanto en la dinámica política del país que estaba forjándose, como sucedería en la actualidad, ya que ser miembro del Sica es una política de Estado regional, no es una política gubernamental de turno. Pero de que puede hacerlo, puede, lo que hay que buscar es una solución salomónica por el bien del sistema, de su institucionalidad, de su continuidad y de la región en si misma.
La autora es Master en Integración Regional