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Gabriel Samcam ya tiene los emblemas de su universidad. LA PRENSA/ CORTESÍA

Gabriel Samcam: de niño refugiado a becado en la mejor universidad de Estados Unidos

Llegó hace tres años huyendo de la represión en Nicaragua. No sabía hablar inglés. Aprendió y se colocó como el mejor alumno de su colegio. Hace unos días la Universidad de Princenton, la número uno en el ranking US News, lo escogió para una beca completa

El primero de diciembre de este año 2021 entró un mensaje en el celular del nicaragüense Gabriel Samcam, de 17 años de edad, quien se encontraba en la clase de física de su último año de secundaria, en la Tustin High School, en California, Estados Unidos.

“Gabriel, una actualización ha sido puesta en tu portal”. El mensaje era de la aplicación del programa de becas QuestBridge, pero no podía abrirlo en ese momento. Hacerlo significaba una sanción y el profesor podía quitarle el teléfono.

La tentación era extrema. Cualquier sanción era ínfima comparada con el deseo de conocer el detalle del mensaje. Gabriel tomó el teléfono y le dio clic: “Felicidades Gabriel, has entrado a Princeton con una beca completa”, leyó.

A partir de ese momento, a Gabriel ya no le importó lo que pasaba en la clase. Salió corriendo hacia donde estaba su consejera. Lo acababan de aceptar en la que desde hace 11 años es considerada la mejor universidad de Estados Unidos, y una de las mejores en el mundo, con una beca de 81 mil dólares anuales para estudiar medicina.

No lo podía creer. Apenas tres años atrás, Gabriel era un niño de 14 años de edad sin saber hablar inglés y refugiado en Estados Unidos, adonde llegó en 2018 para escapar de la represión que la dictadura de Daniel Ortega desató en Nicaragua. Y hoy es parte de los únicos 110 estudiantes ganadores, de 16,500 que aplicaron, a una beca con todos los gastos pagados en la prestigiosa universidad de Princeton, ubicada en New Jersey.

El inglés

Gabriel Samcam creció en Jinotepe, Carazo y soñaba con ir de vacaciones a Estados Unidos, a la casa de su tía paterna, Magda, quien tiene varios años de vivir en ese país. La conocía porque ella llegaba de visita a Nicaragua cada año.

En junio de 2018, Gabriel se subió por primera vez a un avión para ir donde su tía. Pero las circunstancias no eran las que él había deseado. No iba alegre. Sus padres, Roberto Samcam y Claudia Vargas, tuvieron que sacarlo de Nicaragua junto a su hermana Shantal porque la dictadura orteguista estaba matando a los jóvenes y, en particular, la familia estaba sufriendo persecución.

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Lo único que reconfortó a Gabriel es que, al llegar al aeropuerto en Estados Unidos, su tía Magda lo estaba esperando. Ella y su esposo recibieron con mucho amor a sus sobrinos, quienes, supuestamente, llegaban solo por dos meses de visita, para mientras “se componían las cosas” en Nicaragua.

Con sus padres y su hermana Shantal, cuando vivían en Nicaragua. Ahora todos ellos están en el exilio. LA PRENSA/ CORTESÍA

Eso no ocurrió. Han pasado tres años y en Nicaragua aún hay dictadura reprimiendo a la población. Gabriel pidió asilo en Estados Unidos.

La tía Magda tuvo que pasar apuros antes de matricular en un colegio a Gabriel, porque le estaban exigiendo documentos de las vacunas que de niño había recibido Gabriel. No se pudo conseguir toda la documentación y al final Gabriel tuvo que ser vacunado nuevamente en Estados Unidos.

Tampoco sabía hablar inglés. En Nicaragua, sus padres le habían pagado escuelas privadas para que aprendiera ese idioma, pero no le había dado la debida importancia, así que lo manejaba muy poco. Entró en septiembre de 2018 al primer año de High School, a una clase para niños que solo hablan español.

Dos meses después, la tía notó que Gabriel estaba asimilando muy bien el inglés y pronto lo trasladaron a una clase normal, con compañeros que solo hablan inglés.

Algo estaba pasando con Gabriel, porque en Nicaragua él no se destacó por ser buen estudiante. Tampoco era malo en las clases, pero admite que obtenía buenas notas solo para tener contento a sus padres, pero no porque le apasionaran los estudios.

Gabriel con su padre. LA PRENSA/ CORTESÍA

El cambio se produjo desde el primer día que llegó a la Tustin High School. Le dieron una computadora nueva para que estudiara. La escuela es muy bonita. Los útiles escolares son de muy buena calidad. Los programas de estudio son muy buenos. Recordó lo que vivió en el colegio San José de Jinotepe, el cual, aunque es “bueno”, no tiene comparación con Tustin.

Gabriel explica así lo que ocurrió entonces: “En ese momento vi que enfrente tenía una oportunidad. Me di cuenta que podía ser un profesional en Estados Unidos y empecé a trabajar duro para salir adelante, para aprender el inglés”, relata el joven.

Los estudios

Claudia Vargas tenía que quitarle el celular y la televisión a su hijo Gabriel, cuando él estaba en Nicaragua, para que pudiera hacer las tareas de la escuela.

En Estados Unidos, la tía Magda no tiene que esforzarse mucho porque Gabriel, después que llega de la escuela, come, se da un baño y se pone a estudiar. Además del tiempo que pasa en la escuela, le dedica entre cuatro a seis horas más a los estudios en la casa.

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“Los fines de semana, mientras los demás andan paseando, él está en la casa estudiando. Ahora habla un inglés perfecto”, cuenta la tía Magda.

La carga escolar ha aumentado en los últimos meses, por lo que ha dejado a un lado ciertas actividades, como el Tae Kwon Do y el Judo, además del teatro. Su clave es que “ahora estudia por su propia cuenta”. Nadie está encima de él recordándole que debe hacer las tareas. “Empecé a estudiar cada día por mi propia cuenta porque sentí como una gratitud por esta oportunidad que tengo”, explica.

Doctor

A Gabriel no solo lo trasladaron al poco tiempo a una clase de hablantes nativos de inglés, sino que también lo cambiaron a clases “de honores”, donde la mayoría de los estudiantes tienen calificaciones A, la más alta en el sistema escolar estadounidense.

Llegó a ser el mejor, el número uno, entre más de 600 estudiantes.

Antes de llegar a Estados Unidos, Gabriel nunca había pensado qué quería estudiar. De pequeño en la familia le decían que podía ser un buen doctor y la mamá lo molestaba asegurándole que tenía “manos de doctor” porque siempre las mantenía muy limpias. Pero el niño no pensaba en su futuro.

En la Tustin High School. LA PRENSA/ CORTESÍA

A Gabriel lo impresionó el sistema de salud que existe en Estados Unidos y pronto se dio cuenta que realmente quería ser doctor.

El año pasado, además de sus clases normales, Gabriel comenzó a llevar clases preuniversitarias enfocadas en la medicina. Se comenzó a preparar para optar a una beca. Cursó estadísticas para investigación científica, psicología, biología avanzada y laboratorio de biología, entre otras.

“Es agotador, pero me gusta. No me aburro estudiando y cada día aprendo cosas nuevas”, explica.

El 28 de septiembre pasado, Gabriel estaba preparado y dio el primer paso para lograr su sueño. Aplicó al programa de becas QuestBridge. Tuvo que hacer unos exámenes especiales y un mes después le informaron que estaba entre los finalistas.

No podía salir del asombro. Comenzó a investigar cuáles eran las mejores universidades de Estados Unidos. Indagó sobre Harvard, Yale, Stanford. Pero le llamó la atención Princeton, la cual ha sido calificada en los últimos 11 años como la mejor de ese país norteamericano, seguida de Harvard, según un ranking oficial de universidades conocido como US News.

Anunció al programa de becas que se decidía por Princeton. Se había puesto una meta muy alta y difícil. En el año 2020, a la universidad de Princeton solo entraron el 3.98 por ciento de los estudiantes de todo el mundo, no solo de Estados Unidos, que habían aplicado a una beca. Fueron 37,601 aplicaciones y solo fueron admitidos 1,498 alumnos. En la Tustin High School, que tiene 100 años de existir, nunca un alumno de esa escuela había logrado llegar a Princeton.

La perspectiva de Gabriel

Las autoridades de Princeton se comunicaron con las de la escuela de Gabriel. Luego le hicieron una entrevista y le dijeron que en esa universidad no solo aceptaban a los mejores estudiantes sino también a los que podían dar una nueva perspectiva a la entidad.

¿Qué perspectiva podía darle Gabriel a Princeton? El joven pensó bastante hasta que la encontró.

Él era un niño refugiado en Estados Unidos que tres años antes ni siquiera sabía hablar inglés. Provenía de un país pobre con un mal sistema de salud, pésimo. Además, andaba huyendo de una dictadura. Así que Gabriel contó su historia.

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Su padre, Roberto Samcam, es un exmilitar que en los últimos años se había dedicado a criticar a la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua. Esas críticas aumentaron cuando en abril de 2018 el régimen inició una represión con paramilitares y armas de guerra matando a más de 300 nicaragüenses civiles porque el pueblo había iniciado protestas cívicas.

Su madre, Claudia Vargas, era una comerciante de manualidades que también criticaba a la dictadura. Aunque ella no salía en las noticias como su esposo, sí criticaba desde sus redes sociales y participaba en las marchas.

Así lucía la casa del exmayor del Ejército, Roberto Samcam Ruiz, en 2018. En esta casa es donde vivía en Jinotepe Gabriel Samcam. LA PRENSA/ ARCHIVO/ MYNOR GARCÍA

Juntos, como familia, fueron a varias protestas en Jinotepe y el 30 de mayo de 2018, participaron en Managua en la llamada marcha de las madres, en la cual los paramilitares orteguistas perpetraron una masacre.

Ese día los padres de Gabriel supieron que debían sacar a sus hijos. Ya no podían estar tranquilos en la casa y tenían que dormir fuera de la misma porque todos los días pasaban paramilitares armados en camionetas y muchas veces disparaban.

Como todo militar, Roberto Samcam indicaba a su familia que cuando escucharan pasar a las camionetas con paramilitares se tiraran al suelo por si disparaban las ametralladoras. La situación se volvió insoportable. Gabriel hasta dejó de ir a la escuela. No pudo concluir el tercer año de secundaria.

Una mañana de junio de 2018, a Gabriel lo despertaron y le dijeron que se alistara, que iba para el aeropuerto, donde pocas horas después dejaría a su madre en llantos.

La universidad de Princeton, en New Jersey. Es una de las más prestigiosas en el mundo y número uno en Estados Unidos. LA PRENSA/ ISTOCK

81 mil dólares anuales

Desde el pasado primero de diciembre, Gabriel ya es estudiante de la universidad de Princeton. Hasta ya le mandaron la sudadera oficial y otros emblemas.

Se graduará de High School en mayo de 2022 y en agosto siguiente partirá hacia Nueva Jersey, sede de la universidad. Un lugar donde hace mucho frío.

Fue escogido como parte de los 110 estudiantes que este año aceptó Princeton, de 16,500 que aplicaron en total.

A Gabriel le llegó un correo electrónico en el que la universidad le detalla lo que será su primer año de estudios de medicina. En total la beca es de 81 mil dólares anuales, y son cuatro años los que estará ahí. Debe graduarse en 2026.

Va a estar en un complejo habitacional dentro de la misma universidad y sus vecinos serán otros estudiantes de Princeton provenientes de todo el mundo.

La alegría en la familia Samcam es indescriptible en este momento. “Gabriel es un buen hijo”, dice su padre. La mamá ha llorado en estos días, pero de felicidad, ya no de tristeza, como lo hizo cuando vio partir a su hijo en el aeropuerto de Managua. La tía Magda también está feliz.

Gabriel ya tiene planeado lo que hará cuando sea médico: viajar, como los de Médicos Sin Fronteras, para brindar buena atención a personas vulnerables.

La Prensa Domingo Nicaragua Princeton Roberto Samcam archivo

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