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Costa Rica solo tiene una policía civil. LA PRENSA/ ARCHIVO/ SEGURIDAD PÚBLICA COSTA RICA

Costa Rica: 73 años sin ejército

El modelo tico no solo permite dirigir los millones del gasto militar a educación y salud, sino que también evita se formen castas que desde las filas castrenses hacen negocios, promueven golpes de estado o apoyan dictaduras

Costa Rica tiene 73 años de no tener un ejército y se le nota. Tienen el nivel más alto en educación en Centroamérica y un buen sistema de salud porque el dinero que no gastan en lo militar lo invierten en esos dos rubros, afirma Álvaro Ramos, especialista en temas policiales

Un estudio del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA), por sus siglas en inglés) destacó en 2019 que Costa Rica tiene el tercer mejor sistema educativo de América Latina, solo superado por Uruguay y Chile.

Mientras que, en materia de salud, Costa Rica es el único país en Centroamérica que se distingue con el mejor y más eficiente servicio médico porque, en la década de los años 90, decidió centralizar el sistema en la Caja Costarricense de Seguro Social, según el informe, del año 2016, Situación de Salud en las Américas, Indicadores Básicos 2015, elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El expolicía costarricense Álvaro Ramos explica que en su país el dinero que podría gastarse en armamento de guerra, se gasta en salud y educación desde 1948, cuando el primero de diciembre de ese año se eliminaron a las fuerzas armadas y se creó una policía civil cuyos mandos no tienen ningún privilegio y son funcionarios civiles como todos los demás.

En Centroamérica, además de Costa Rica, solo Panamá ha seguido el ejemplo tico, y eliminó su ejército después de la invasión de Estados Unidos en 1989.

¿Qué ocurre en Nicaragua?

En cambio, Nicaragua, que sí cuenta con un ejército, está mal calificado en el nivel de educación por diferentes estudios y organismos.

Nicaragua gastará en 2021 un total de 3,046.8 millones de córdobas en el Ministerio de Defensa, el cual incluye al ejército.

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Según el portal Global Firepower, que cada año publica el ranking del poderío militar mundial, Nicaragua cuenta con 198 tanques de guerra, 285 vehículos blindados, 160 lanzas cohetes y 272 artillería remolcada que son parte de la fuerza terrestre. El inventario de las armas de guerra del país incluye 13 helicópteros y 21 buques o lanchas patrulleras, destaca la web Expediente Público.

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El ejército nicaragüense gasta en armamento que solo utiliza en desfiles, porque Nicaragua no ha sido atacada. LA PRENSA/ ARCHIVO/ JADER FLORES

Mientras el país gasta ese dinero en el ejército, la educación y la salud necesitan de esos recursos para mejoras.

El último Estudio Regional Comparativo de y Explicativo (ERCE), de la Unesco indica que Nicaragua necesita con urgencia desarrollar un plan educativo, ya que se encuentra por debajo del promedio que tiene la región centroamericana en ciencias, matemática y lectura.

Un informe de Funides, del 2017, sugiere que el sistema educativo nicaragüense enfrenta el desafío de mejorar la calidad de la educación en un contexto nacional de desigualdad económica y social. Durante el análisis de desigualdad se observó que la mayor parte de la misma se explica a nivel de estudiante, más que entre escuelas.

La situación de Nicaragua en salud tampoco es mejor, especialmente desde abril de 2018, cuando los hospitales públicos se negaron a recibir a quienes resultaron heridos durante las protestas contra el régimen de Daniel Ortega.

Según la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, la población en Nicaragua vive inmersa desde hace más de tres años en una grave crisis política y social, donde se hace más necesaria que nunca la cooperación internacional.

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“A un país con más de seis millones y medio de personas, donde un 24.9 por ciento de la población sufre pobreza y un 6.9 por ciento de pobreza extrema, se suma la falta de recursos suficientes para enfrentar los efectos de la pandemia Covid-19”, explica la Coordinadora.

La Coordinadora señala que los más afectados son los habitantes de las zonas rurales “por la lejanía de las unidades de salud, la reducida cobertura de servicios institucionales, el bajo nivel de ingreso familiar y el alto costo de servicios privados, particularmente a las regiones autónomas del país, a las cuales se suman otros factores limitantes como el acceso geográfico, las características socioculturales propias, el idioma, y los factores medioambientales”.

¿Qué pasó en Costa Rica?

Ramos relata que para comprender la falta de un ejército en Costa Rica hay que irse a la historia, ya que desde tiempos de la colonia el territorio costarricense no tenía ninguna autoridad relevante, ni siquiera eclesiástica. Por ejemplo, no había obispo, sino que la iglesia católica era regida por el obispo de Nicaragua ubicado en León.

Lo que existió fueron grandes fincas familiares y no había grandes conmociones. “La lealtad era a la familia y no al poder”, indica Ramos.

Cuando se incrementó la exportación de café, a principios del siglo XIX, los hacendados tampoco gastaron en armamento porque las fincas eran aisladas por ríos y otros accidentes naturales. “Los militares no eran preponderantes”, señala el experto.

Las cosas cambiaron cuando se produjo la Campaña Nacional, que en Nicaragua se llama Guerra Nacional, contra los filibusteros de William Walker. Pero, explica Ramos, se trató de un ejército costarricense no profesional, sin oficiales de carrera, sino que se trataba de milicianos voluntarios, quienes ayudaron a Costa Rica a obtener su verdadera independencia.

Imagen de un ejército de Costa Rica no profesional, antes de 1948. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Fue en 1917 cuando se vivió la parte más difícil de la esporádica vida militar costarricense, cuando los hermanos Federico y Joaquín Tinoco establecieron una dictadura militar, muy similar a las que han existido en los demás países de Centroamérica.

Maestros, estudiantes y exiliados se unieron para derrocar a los dictadores, que solo duraron en el poder dos años. Después de ese evento, “los costarricenses no quedaron con ganas de tener algún estamento militar”, recuerda Ramos.

Seguidamente, el presidente Julio Acosta rebajó a los militares cambiando el nombre del Ministerio de Guerra y Marina a Ministerio de Seguridad Pública, términos no militares.

En 1920, Ricardo Jiménez gana las elecciones presidenciales, pero, un grupo de militares y otras personas quisieron desconocer el triunfo. Al final, Jiménez logró vencer a los golpistas, pero quedó receloso de los militares, por lo que procedió a restarle poder al ejército, el cual quedó muy disminuido y con un presupuesto mínimo.

En 1948 hubo una revolución que llevó al poder a José Figueres. Según Ramos, sucedió algo extraordinario, pues el propio ministro de Seguridad Pública propuso que se eliminara completamente a un ejército que en la práctica estaba muy disminuido.

Figueres aprovechó la propuesta y en la constituyente de 1948 se eliminó totalmente al ejército tico, suplantándolo con una policía civil.

El presidente José Figueres anuncia la abolición del ejército de Costa Rica, el primero de diciembre de 1948. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Ningún efecto negativo

Si haber abolido al ejército tuvo consecuencias negativas, Ramos dice que no se perciben, sino lo contrario.

Además de que el presupuesto se gasta en necesidades prioritarias, el poder civil tiene el control de las armas y el presidente de la República no tiene que consultar ninguna decisión sobre ese tema, ni ningún otro, con un Estado Mayor porque no existe.

La policía civil está sujeta no solo al presidente, sino que también a los ministros. Así, por ejemplo, la policía de tránsito se debe al Ministerio de Transporte; la policía carcelaria trabaja con la justicia; seguridad pública, con el presidente.

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Hay algunas unidades especiales, como los guardacostas, quienes tienen lanchas que no sirven para combatir, sino únicamente para patrullar. Ninguna especialidad de la policía civil tica tiene capacidad de combate, indica Ramos, ni siquiera los guardas fronterizos.

Por eso, en algunas ocasiones, cuando ha habido algún intento de conflicto bélico, Costa Rica acude a instancias internacionales, especialmente diplomáticas, como la OEA y países amigos. Eso ocurrió en 1978, cuando el presidente nicaragüense Anastasio Somoza Debayle quiso invadir Costa Rica con la excusa de que ahí estaban los guerrilleros sandinistas.

Países como Panamá, Venezuela y Estados Unidos evitaron que Somoza atacara a sus vecinos.

Desde 1948 no existe un presupuesto militar y tampoco compra de armas pesadas. Los policías no tienen privilegios, se tratan con el seguro social de todos los ciudadanos, no tienen hospitales militares, son procesados en juzgados normales y tampoco tienen una ley especial.

“Un policía en Costa Rica es un civil más, un funcionario común, lo único es que está armado”, explica Ramos, quien agrega que no se trata de armas pesadas.

No existe tampoco la probabilidad de golpes de Estado por parte de militares.

En lo único que hay problemas, dice el expolicía, es con el narcotráfico, contra el cual es dura la lucha, pero la policía costarricense ha mostrado eficiencia en esa contienda y alega que en países donde hay ejércitos la droga siempre pasa.

El ejército de Nicaragua representa un enorme gasto para el país. LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

El caso de Nicaragua

Un experto nicaragüense en seguridad pública, quien pidió el anonimato, considera que no tiene sentido comparar la realidad de Nicaragua con la de Costa Rica. “Todas las comparaciones son odiosas”, explicó.

Aun así, el especialista señala que “Costa Rica tiene fuerzas que cumplen misiones militares, como al Fuerza Naval, la Aérea y la guardia de frontera”.

Para el exmayor del ejército Roberto Samcam, en Nicaragua ocurre todo lo contrario que en Costa Rica. “El ejército nicaragüense es parasitario y el principal soporte de la dictadura. Consume 86 millones de dólares, según el presupuesto de 2022, y ha comprado un arsenal de armas que nunca ha utilizado, porque no habido conflictos desde 1990, y solo sirve para maniobras y desfile”, expresa el exmilitar.

Contrario a lo que ocurrió en Costa Rica, donde no había conmociones para la época de la independencia de España, en Nicaragua casi inmediatamente después de ese hecho comenzaron los conflictos entre liberales y conservadores, quienes al principio tenía otros nombres, como timbucos y calandracas, entre otros.

Samcam indica que los ejércitos siempre han obedecido órdenes de un partido o de una familia. Este último fue el caso de la Guardia Nacional, que estaba supeditada a la familia Somoza. Con el triunfo de los sandinistas en 1979, “a nosotros nos decían el brazo armado de la revolución”, recuerda Samcam.

En la actualidad, para Samcam, el ejército perdió su misión de ser y se convirtió en un conglomerado empresarial que saca ventajas a la competencia porque es protegido por el régimen, a quien le sirve de brazo represor.

Por eso, en 2018, cuando las protestas, se vieron de manos atadas y tuvieron que apoyar la represión, armar a los paramilitares, porque estaban de por medio los negocios, indica Samcam.

El exmilitar añade que durante los 16 años democráticos (gobiernos de doña Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños), el ejército se redujo enormemente, de 130 mil hombres a unos 12 mil cuando salió Bolaños. Además, se le redujo el presupuesto sustancialmente, el cual rondaba un poco más de 40 millones de dólares.

Igualmente, en esos años los jefes del ejército nicaragüense se mostraron profesionalmente porque no cedieron a las presiones de Daniel Ortega, quien estaba en la oposición, y realizaba asonadas para inestabilizar al país.

Sin embargo, con la llegada al poder de Daniel Ortega, quien para Samcam tiene una mente guerrerista, porque solo sabe gobernar sobre la base de la amenaza y el conflicto, el ejército ha crecido hasta llegar ahora a unos 20 mil hombres, y, según el presupuesto del año 2022, consumirá 86 millones de dólares.

La policía tica tiene funciones de guardia fronteriza. LA PRENSA/ ISTOCK

“Una decisión del pueblo”

Si en Nicaragua debe existir un ejército o no, eso es “potestad soberana de un Estado”, indicó el experto en seguridad que pidió el anonimato. Samcam es de la idea de que debe ser abolido.

La también experta en temas de seguridad, Elvira Cuadra, dice que en los últimos años han surgido ideas sobre que el ejército nicaragüense debe ser abolido, pero ella considera que primero debe haber una reflexión y, especialmente, una consulta popular para tomar una decisión de esa magnitud.

Cuadra expresa que para ciertas misiones el ejército aún es necesario en Nicaragua. Coyunturalmente, el ejército está obligado a desmovilizar y desarmar a todos los paramilitares que queden activos.

También se necesitan a las fuerzas armadas como la protección de los límites de Nicaragua, tanto terrestre, marítima como el espacio aéreo.

Sobre cuánto gastan las fuerzas armadas nicaragüenses, Cuadra considera que es un presupuesto razonable, comparando a nivel regional. Pero, si se compara con la situación del país, hay otros rubros que son mucho más necesarios y que requieren de los recursos que ahora mismo se le asignan al ejército.

En la actualidad, en Centroamérica los ejércitos son superfluos, considera Cuadra, porque desde hace tiempo, desde que terminaron los conflictos, los países de la región están apostando por la negociación, el diálogo y los instrumentos internacionales para resolver las crisis.

Si se va a revisar la necesidad o no de los ejércitos, se tendría que “pensar para toda la región de aquí al futuro”, finalizó diciendo Cuadra.

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