En la historia antigua hay casos interesantes como el de Pirro II (318-272 A.C.) que es considerado, como uno de los mejores generales de su tiempo y uno de los grandes adversarios de la República Romana, a la que derrotó en dos ocasiones. Pero sus triunfos tuvieron un costo tan elevado, en vidas y bienes materiales, que se le oyó decir en presencia de su Estado Mayor: “Otra victoria mas como esta y volveré solo a casa”. Efectivamente, en el tercer intento por aniquilar a los romanos fue vencido en la batalla del Benevento y tuvo que regresarse a casa solo, triste y derrotado.
La frase que Pirro pronunció ha pasado a la historia como “victoria pírrica”, que es la que se consigue con demasiadas pérdidas, de modo que incluso tal victoria puede terminar siendo desfavorable, para el que se proclama vencedor. Es por eso que considero como una “victoria pírrica” la declarada por el FSLN el domingo 7 de noviembre pasado. Veamos algunos hechos relacionados:
- A pesar de que la dictadura gastó millones de dólares de los impuestos que con tantos sacrificios pagamos los nicaragüenses, nacional e internacionalmente no logró convencer a nadie de que el 7 de noviembre pasado lo que se estaba realizando eran verdaderas elecciones nacionales. En el ámbito internacional, en las primeras 48 horas después de la farsa electoral alrededor de 40 países se pronunciaron enérgicamente declarando su repudio a la burla de que estábamos siendo víctimas los nicaragüenses y la opinión pública mundial. Algunos de ellos coincidían, en que el gobierno resultado de dicha farsa debería ser declarado ilegítimo y que debería convocarse a la mayor brevedad posible a verdaderas elecciones, con el disfrute pleno de sus derechos de todos los nicaragüenses y con la observación nacional e internacional presentes.
- Cinco días después, el pasado 12 de noviembre la Asamblea General de la OEA aprobó con 25 votos a favor, 7 abstenciones y 1 en contra (Nicaragua) la resolución, que en su punto 2 establece: “Declarar que en las evidentes circunstancias las elecciones del 7 de noviembre en Nicaragua no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática”. Luego, se le da hasta el 30 de noviembre próximo al Consejo Permanente para que tome las acciones pertinentes en relación con las violaciones que el régimen orteguista ha cometido, en contra de la Carta de la OEA y de la Carta Democrática Interamericana.
- En el plano nacional, toda la mentira, el engaño y la falsedad de que han hecho gala durante los últimos años los Ortega-Murillo, quedó completamente al desnudo cuando el 81 por ciento del electorado se abstuvo de participar en la farsa y solo lograron hacerse acompañar de los sempiternos zancudos que, por unos dólares más, son capaces de cualquier acción por muy vil que esta sea.
Después de lo ocurrido, muchos nicaragüenses nos estamos preguntando: “Bueno, y ahora que ha quedado demostrado de manera rotunda la tozudez de la dictadura por mantenerse en el poder: ¿Qué vamos a hacer?” Es muy probable que como ya lo han revelado algunos políticos vinculados al régimen, que los Ortega-Murillo traten de convocar a un diálogo nacional con el fin de apaciguar los ánimos de los opositores y al mismo tiempo, frenar las acciones que ya están encaminadas de la solidaridad internacional.
Si este fuera el caso, desde mi punto de vista, la oposición, cuyos dirigentes principales están presos, no debe aceptar ningún diálogo sin que esté precedido por la libertad de los casi 160 reos políticos, la restitución de todos los derechos humanos y libertades que han sido conculcadas y una garantía internacional que asegure que se va a cumplir con lo acordado. Y este diálogo debe ser únicamente para tratar sobre unas nuevas elecciones como lo recomienda muy atinadamente el secretario general de la OEA. Hacer lo contrario, es decir precipitarnos al diálogo como pretenden algunos dirigentes del Cosep, para lo único que servirá será para consolidar la dictadura y enterrar para siempre, como sucedió en Cuba, los anhelos de libertad y democracia, por los que lleva ya varias décadas de estar luchando en forma digna y valiente, nuestro sufrido pueblo nicaragüense.
El autor es periodista y secretario de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).