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Sin jornadas en el campo, Nicaragua no alcanzará sus metas de vacunación

En Managua, la ciudad con más habitantes del país se concentra la mayor cantidad de vacunas, luego siguen las cabeceras municipales, pero todavía no hay una estrategia para los habitantes de las zonas rurales que tienen derecho y demandan la inmunización

Recientemente los medios de comunicación oficialistas mostraron como un gran logro a una embarazada que viajó a caballo por más de una hora para vacunarse contra la covid-19. Ella se trasladó desde su casa en la comunidad El Bambú, hasta El municipio El Tortuguero, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS); y al hacerlo, asumió los riesgos que implica para una embarazada cabalgar.

Independientemente de que en el campo mujeres y hombres estén acostumbrados a estas condiciones; y que enfrentar muchas dificultades es parte de su vida diaria, el estado de embarazo, ser adultos mayores, tener alguna discapacidad o padecer una enfermedad crónica, supone mayor nivel de vulnerabilidad. Esto dificulta el acceso a las vacunas contra la covid-19, a la población rural que quiere y tiene el derecho de vacunarse.

Trasladarse a lomo de bestia, sintiendo por más de una hora los pasos del animal golpetear una barriga con un bebé de más de seis meses de gestación es un riesgo clínico, señala una ginecoobstetra consultada. Emprender el viaje de regreso, ya vacunada y empezando a sentir los efectos secundarios de la vacuna, como dolor muscular y somnolencia, le agregan factores de riesgo bastante peligrosos a la situación. “No solo se puede provocar un sangrado o contracciones prematuras; la salud del feto y de la madre podrían enfrentar complicaciones derivadas de ese trajín”, señala la doctora que pidió anonimato.

A estos riesgos específicos, se suma que actualmente los habitantes de las zonas rurales deben asumir el costo de trasladarse a las cabeceras municipales. Ya sea usando transporte colectivo donde existe y tienen para pagarlo; o caminando largas distancias a pie, cabalgando o navegando, ya que en muchas comunidades de la Costa Caribe, las vías marítimas son la única opción. Estos obstáculos para vacunarse los enfrenta casi la mitad de la población nicaragüense.

La OMS apuesta por vacunar al 40 por ciento de la población

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), el 41 por ciento de la población de Nicaragua vive en comunidades rurales. Es decir, que de los 6.59 de habitantes 2.72 millones viven en comunidades rurales y enfrentan estos obstáculos. Por tanto, llevar las vacunas al campo es indispensable para cumplir cualquier meta de vacunación

Sin embargo, desde el 2 de marzo de este año, cuando iniciaron las jornadas, se han desarrollado únicamente en las cabeceras municipales. Es decir, ignorando a esas 2.72 millones de personas que según las estadísticas oficiales viven en el campo. Y aunque en las últimos días la estrategia cambió, ya que habilitaron más centros de vacunación y movilizaron brigadas itinerantes, sigue concentrada en los centros urbanos.

A inicios de septiembre Daniel Ortega por primera vez habló de los objetivos de la vacunación. En un acto público dijo que la meta era vacunar a 2.8 millones de ciudadanos mayores de 30 años. Esa cifra es superior a los 2.7 millones de habitantes mayores de 30 años que según el INIDE tiene el país.

El excedente se atribuye a que según Ortega, en el grupo se incluirían los “casos especiales de jóvenes menores de edad y casos excepcionales de niños”, a los que por su condición de vulnerabilidad se les debe aplicar la vacuna.

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A la OMS le preocupa el lento avance de Nicaragua

Pero sin vacunación rural, esta que fue la meta original no se habría cumplido. Pues de los 2.7 millones de habitantes mayores de 30 años que tiene el país, 994,428 residen en comunidades rurales. Jinotega, Matagalpa y las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Norte y Sur —en ese orden— son los departamentos con la mayor población rural.

Mientras el Ministerio de Salud (Minsa) decide impulsar jornadas rurales de vacunación, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sigue preocupada por el lento avance de la vacunación contra el covid-19 en algunos países de la región, entre ellos Nicaragua.

Aunque muchos países ya vacunaron a más de la mitad de sus habitantes otros siguen muy rezagados. Para ayudarlos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó recientemente una estrategia muy ambiciosa. Con ella pretenden garantizar que al finalizar el 2021, los países de la región hayan vacunado al 40 por ciento de sus poblaciones.

Según la OMS, Nicaragua, Guatemala, Jamaica, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas y Haití, son los seis países que aún no vacunan ni al 20 por ciento de sus habitantes. Por tanto recibirán apoyo especial para alcanzar la meta de la organización.

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Ampliaron metas pero todavía no llevan las vacunas al campo

Quizás el lanzamiento de la estrategia de la OMS provocó cambios en Nicaragua, aunque también pudo incidir el ambiente electoral. La meta inicial de vacunar a 2.8 millones de habitantes mayores de 30 años, se amplió a toda la población mayor de 2 años.

Se compraron más de 7 millones de dosis de las cubanas Soberana 02 y Abdala (de las que se aplican tres dosis por persona). Con ellas se pretende vacunar a 2.10 millones de niños y adolescentes de entre 2 y 17 años. También se adquirieron, 3.2 millones de dosis de la rusa Sputnik Light, para aplicarla a jóvenes de entre 18 y 29 años. Teniendo en cuenta que esta es de una sola dosis, el lote alcanzaría para 3.2 millones de personas. Pero según el INIDE, Nicaragua solo tiene alrededor de 1.3 millones de habitantes en este rango de edad.

A estas hay que sumarle más de 2 millones de dosis de AstraZeneca donadas por España; cerca de medio millones de Pfizer, donadas por Estados Unidos y las donaciones iniciales mediante el mecanismo Covax.

El cambio de estrategia coincidió con el inicio de la inoculación a los habitantes de entre 2 y 29 años. Segmento que no respondió masivamente, como ocurrió con los mayores de 30 años. Especialmente los adolescentes y jóvenes, se movilizaron masivamente a Honduras. Donde se puso a disposición varios centros de vacunación en los puestos fronterizos de La Fraternidad, Guasaule, Las Manos y zonas aledañas. Miles de los que aquí debían recibir las vacunas cubanas y rusas, optaron por buscar allá las estadounidenses Pfizer y Moderna.

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Sigue priorizándose a población urbana

El cambio de estrategia además de las nuevas adquisiciones de vacunas incluyó la ampliación de las jornadas. De uno o dos puestos de vacunación en cada una de las 153 cabeceras municipales, se pasó a 1,519 puestos habilitados en todo el país. Y las jornadas de un día por municipio ahora son semanales, incluso en algunos centros son permanentes. También se organizaron brigadas itinerantes que vacunan en mercados y ferias de salud. Pero todo sigue enfocado en las ciudades. Se sigue ignorando a la población rural mientras en en los centros urbanos el pasado 8 de noviembre inició la aplicación de una tercera dosis como refuerzo para mayores de 60 años y enfermos crónicos que recibieron la vacuna Covishield.

Ante la ausencia de jornadas en el campo, Nicaragua sigue siendo el país más rezagado. Según las estadísticas de la OMS, al 5 de noviembre tiene la tasa de vacunación con esquema completo más baja de la región. Solo 7.4 personas con esquema completo por cada 100 habitantes; mientras Panamá lidera la región con 61.35 personas con esquema completo por cada 100 habitantes. También es el que menos dosis ha aplicado, 1.67 millones de dosis mientras Guatemala está a la cabeza con 8.68 millones de dosis puestas.

“La población de las zonas rurales es importantísima y también necesita tener una cobertura del 80 por ciento. Sin embargo, solo se está vacunando en las cabeceras municipales. En algunas zonas cuando la gente tiene información se traslada en camiones a los centros cercanos. Pero eso no es suficiente”, advierte el epidemiólogo Leonel Argüello.

Incluso, dirigentes del sector cafetalero denunciaron que durante las jornadas de un día para mayores de 30 años, proporcionaron transporte a sus trabajadores para trasladarse a las cabeceras municipales. Pero debido a la gran afluencia y largas filas con hasta con un día de anticipación, cuando llegaban ya no había vacunas disponibles.

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Llevar las jornadas al campo no implica nada nuevo

Ante estas dificultades, el sector solicitó al Minsa jornadas especiales para unos 300 mil trabajadores agrícolas que levantaran la cosecha de café este año. Pero no han recibido respuesta.

Argüello asegura que llevar las jornadas al campo no implica esfuerzos extraordinarios. Se puede hacer usando el mismo mecanismo que ha desarrollado el Ministerio de Salud (Minsa) durante los últimos cuarenta años. Es decir, que cada unidad de salud trabaje sobre el territorio asignado. “Estas unidades pueden poner la vacuna porque solo necesitan mantenerla refrigerada, como hacen con otras que ellos aplican”, señala Argüello.

Este mecanismo es el que según el doctor Marvín Ordoñez utilizan en Honduras. Donde además trabajan con líderes comunales, desarrollan jornadas con unidades móviles y brigadas casa a casa. Igual lo hace Costa Rica, donde la Caja Costarricense de Seguridad Social (CCSS) promueve el esquema de citas en los diversos centros de vacunación fijos; pero también visita comunidades lejanas con unidades móviles y brigadas casas a casa. Esto les ha permitido dar la misma cobertura a la población urbana que a la rural.

“Es seguir el mismo procedimiento que se hace con las otras vacunas y más que un procedimiento es cumplir con los mismos procedimientos de una vacunación regular o en jornada. Lo único que tienen que agregar es que el lugar de vacunación sea seguro para evitar que se convierta en un foco de contagio”, explica Argüello.

Seguir la misma estrategia de otras jornadas

El especialista señala que a la población del campo le llega menos información e incluso en esas zonas es más difícil obtenerla. Además, reitera que  la vacunación para los habitantes de comunidades rurales no debe estar enfocada únicamente en los mayores de 30 años; sino en todos los grupos de riesgo, igual que en la ciudad.

Por su parte la OPS ha reiterado que para garantizar la eficacia de las jornadas, estas deben diseñarse tomando en cuenta las necesidades particulares de los segmentos de la población. Mencionan como ejemplo campañas en terminales de autobuses o mercados; las que se realizan puerta a puerta. Incluso aconseja brindar incentivos para comida o transporte a habitantes de zonas rurales remotas, donde hacer un viaje a vacunarse puede ser difícil.

“En Bolivia las campañas puerta a puerta hechas por los líderes comunitarios han ayudado a estimular la cobertura entre las comunidades rurales… estas y otras estrategias serán claves para alcanzar mayores coberturas de vacunación”, dijo recientemente Carissa F. Etienne, directora de la OPS.

De momento, solo resta esperar para ver en qué momento el Minsa anuncia el inicio de las jornadas en comunidades rurales. Ya que por el peso porcentual que ese segmento tiene en el total de la población, mientras la vacunación no se extienda a ese sector será más difícil alcanzar las metas establecidas por la OMS.

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