Más de 2 milenios después, se contempla la realidad, con el idealismo de Platón o el realismo de Aristóteles. En el siglo 19, el estudio de la Historia, adopta la metodología de la matemática, ceñida a los hechos, lo que afecta el fluir histórico. Darwin, con su teoría direccional de la evolución, dinámica-no estática, eleva a ciencia el principio de transformación de la naturaleza y la historia. Hegel, filósofo idealista conservador, estima que la realidad es conducida mentalmente, en choques de conceptos religiosos, evolutivos, en progreso ascendente, generan la razón, la consciencia. Su Método, racionalidad dialéctica idealista: tesis-antítesis-síntesis, busca la Idea absoluta, no divina, humana e inmanente a la razón y la historia. Los filósofos, Marx y Engels asumen dicho método, como dialéctico materialista: proyecta, como realidad histórica, al ser humano en un futuro mejor; las condiciones objetivas, materiales de existencia, determinan el pensamiento, no a lo inverso; el motor de la Historia de la humanidad, es una constante lucha dialéctica, antagónica, entre clases y fuerzas económicas reales, y no entre abstractas ideas.
En ellos impacta el espíritu universal, libertario de la Revolución francesa, el terror, Napoleón, que asumen los individuos, como acción, consumado en el Estado liberal, constitucional de derecho, y la ciudadanía para todos. Para Hegel, el fin de la Historia, se alcanza con el pleno desarrollo del espíritu nacional, la identidad entre realidad y racionalidad, para la armonía entre sociedad civil y el Estado. Para Marx, se logra en el proceso de analizar el pasado, sus contradicciones, para transformar al individuo de objeto en sujeto de la Historia, liberándose los trabajadores, de la explotación del capitalismo, rompiendo la antítesis entre capital y trabajo.
Mientras Hegel, considera, que todo lo real es racional, Marx intenta hacer un mundo ideal. Emplean, leyes deterministas, y la Historia alcanza el período evolutivo final, su perfección: Hegel, estima, culmina en el Estado prusiano burgués, autocrático, cristiano protestante; Marx, de cosmovisión revolucionaria, en el Sistema Utópico Comunista, que pone fin a la Historia pasada, iniciando una nueva, al desaparecer el Estado.
Los pioneros de la economía moderna, Clásica, Marxista, Neo-clásica, Keynesiana, fueron críticos al orden institucional y mental establecido, produciendo el marco conceptual del capitalismo. Las ideas socialistas marxistas, arriban con Lenin al poder, Rusia, 1917. Luego, en 1930, Keynes, ante la gran depresión económica, defiende aumentar el gasto del Estado. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, 1945, fracasa intento de EE. UU., para impedir, que la URSS posea armamento nuclear. Desde entonces, en Guerra Fría, chocan los bloques liderados por Washington y Moscú.
Expirando el siglo 20, resalta, la disolución de la Unión Soviética, crisis del bloque socialista, y el dominio Unipolar del planeta, que ejerce EE. UU. Entonces, Fukuyama, considera llegó el FIN de la Historia, imponiéndose Occidente, el liberalismo económico y político, sin guerras, con satisfacción económica. Ahora, en el siglo 21, continúan guerras, crece la pobreza, la corrupción. El mundo es Multipolar, todos con economía de mercado, regido autoritariamente, por el Oligopolio empresarial y el Estado-Mercado, de cualquier sistema político, democrático, autocrático. El neoliberalismo, inspirado en el monetarista Friedman, impacta negativamente en la población. Los regímenes autoritarios, populistas, de izquierda y derecha, privatizan el partido, oprimen la libertad, pervierten la democracia, para perpetuarse, en el Estado-gobierno.
La incierta “Nueva Realidad post-pandemia”, encuentra, empeorando el medioambiente, la mayoría de la humanidad empobrecida, errante, enferma, la economía estancada. La Globalización, de competencia desigual, es dirigida por las megas-corporaciones, el minoritario poder real, del imperio universal, con su metrópoli financiera en Wall Street. Enmarcada, en la azarosa rivalidad, económica, tecnológica, cultural, política, militar, entre EE. UU.-aliados, China, Rusia, por ser, el Centro del Sistema, de la estructura geopolítica mundial.
Huntington alerta que el egocentrismo de las culturas puede terminar en “un choque de civilizaciones”. Sería nuclear. Urge reformar el egoísta, consumista, pragmatista, tecnócrata, Orden Económico-Social Mundial. Simultáneo, al fortalecimiento de Compromisos de Coexistencia Pacífica que impidan la guerra. Solamente así el despliegue de la Historia, hasta finalizar, NO será el fin del mundo. Podría culminar ajustando a la realidad lo ideológico que se retrasa, con lo utópico que se adelanta: una visión hacia el Centro Humanista de convivencia, que convierte la pugna en confluencia, el conflicto en acuerdo. Daniel Bell, sociólogo, indica: “La sociedad post-industrial, NO es la sociedad sucesora de la sociedad capitalista o socialista, sino que de alguna manera atraviesa y transforma ambas: con eficiencia productiva tecno-económica, igualdad política y autorrealización cultural”.
La exigencia primordial de la Historia es la configuración total de la libertad, de la sociedad ideal humanista. Utopía aún lejana por el quebranto moral, ético, particularmente, al ejercerse el poder. Los pueblos luchan, triunfan, forjando los cambios progresistas, en la espiral ascendente de la Historia. Nosotros los nicaragüenses únicamente en plena libertad venceremos la pobreza en paz: entonces seremos dignos en la Historia.
El autor es general retirado. Ideólogo, estratega político-militar, miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.