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Interferón Alfa 2B. LA PRENSA/INTERNET

Por qué la compra de vacunas cubanas recuerda el fiasco de Ortega con el Interferón con dinero del BCIE y del que no se supo más

Dos médicos explican a LA PRENSA por qué el anuncio del régimen de comprar vacunas cubanas para inmunizar a niños y adolescentes puede terminar en un fracaso como el Interferón en el 2020

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El régimen de Daniel Ortega se está lanzando nuevamente a una “aventura política” con la adquisición de vacunas cubanas para inmunizar contra la covid-19 a la población más joven de Nicaragua, una apuesta que hace recordar su fallida compra de Interferón, un fármaco que también fue traído de la isla y que la dictadura vendió a los nicaragüenses, sin ningún fundamento médico que garantizara que el mismo era eficaz para tratar los casos más graves de afección del virus.

En el 2020, en medio de la propagación del virus entre la población, el régimen de Daniel Ortega destinó gran parte de 11.7 millones de dólares de un préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para comprar Interferón, el cual había incorporado inicialmente dentro de su protocolo de tratamiento del virus en los hospitales, pero al poco tiempo este fármaco desapareció y hasta ahora el régimen de Ortega no ha explicado por qué lo sacó de su algoritmo de tratamiento de la enfermedad.

En concreto, el régimen destinó en mayo de ese año 5.9 millones de dólares para comprar 49,715 dosis de Interferón, luego que en abril del mismo 2020 los medios oficialistas anunciaron la llegada de 8,000 inyecciones cubanas en concepto de donación, pero que después el régimen ordenó comprar más.

Al igual que las vacunas Abdala y Soberana, el Interferón tampoco había sido aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni ningún otro organismo de regulación internacional farmacéutico como tratamiento para tratar la covid-19, pero aún así el régimen de Ortega apostó por destinar más de cinco millones de dólares para esa compra, cuyo producto desapareció del protocolo de tratamiento del Minsa sin ninguna explicación y se desconoce el destino final de las inyecciones.

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El régimen apostó por el Interferón pese a que a nivel mundial, con excepción de los aliados de Cuba, ningún protocolo médico lo tenía contemplado como opción para afrontar la pandemia, y los médicos desaconsejaban el uso de este fármaco dentro del tratamiento para personas infectadas, a menos que sean para ensayos clínicos. Lo único que se decía en ese momento es que China lo estaba utilizando y que en la isla se había probado en grupos pequeños.

Sin embargo, la dictadura desoyó las recomendaciones internacionales y en su afán de alinearse al discurso cubano y venezolano, que calificaban al fármaco como cura milagrosa de covid, el 8 de mayo ordenó desviar una partida de 11.7 millones de dólares de un préstamo que el BCIE le había aprobado en años pasados para proyectos de carreteras y la destinó para la compra de insumos médicos y equipos del Ministerio de Salud.

De ahí es que salen los fondos para comprarle a Cuba el Interferón, del cual no se ha vuelto a saber. Tal había sido la algarabía que el régimen de Ortega hizo con el fármaco cubano, que incluso habló de producirla en Mechnikov y para ello vino un equipo cubano que visitó la planta. Nunca más se supo nada al respecto.

Ahora el régimen ha optado por repetir lo que epidemiólogos nicaragüenses —que no quieren ser citados por temor a represalias— llaman una “aventura política” con la compra de vacunas Abdala y Soberana para inmunizar a más de dos millones de niños y adolescentes, a partir del 20 de octubre tal como lo anunció este fin de semana el Gobierno.

De hecho, ambos fármacos que se usarán para vacunar a los menores de edad son producidos por la corporación farmacéutica estatal BioCubaFarma, la misma que produce el Interferón. La estatal médica cubana fue precisamente la que anunció el fin de semana que había otorgado al Ministerio de Salud de Nicaragua la certificación de uso de emergencia de estas dos vacunas.

Proveedor de vacunas cubanas es el mismo que el Interferón

BioCubaFarma ha señalado que tiene capacidad de producir 100 millones de dosis de los tres fármacos (Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus) y que los mismos —que contempla la aplicación de tres dosis por persona— tienen la capacidad de reducir en un 90 por ciento los riesgos de enfermarse gravemente o morir a causa de covid-19.

“Ambas vacunas cubanas no han sido aprobadas por la Organización Mundial de la Salud ni por ninguna de las agencias reguladoras de medicamentos más importantes, ni por la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos) ni por la agencia europea”, enfatiza uno de los médicos, quien señala que aunque los estudios que han publicado los institutos cubanos que producen los fármacos son de fase 2 y 3 en los ensayos clínicos, estos no han sido probados en grupos poblacionales grandes.

“De hecho, solo están siendo utilizadas en países del bloque socialista: Irán, Venezuela y ahora Nicaragua. La salvedad en Nicaragua es que están tratando de utilizarla a partir de niños y no hay ningún tipo de vacuna que sea aprobada para infantes, de hecho la única vacuna que tiene estudios serios es la vacuna de Pfizer, pero para aplicarse a niños mayores de 12 años hasta el momento”, dijo uno de los médicos.

Es por ello que el especialista considera esto una “aventura política, el utilizar este tipo de vacuna que es prácticamente un intento por levantar el perfil de este tipo de instituciones (de países comunistas) y presentarlas como salvadoras de la población y de alguna manera el Gobierno trata de gerenciarse un golpe político electoral al utilizarla en menores de edad”.

“Aquí el problema es la gran manipulación política que existe sobre las vacunas. Existe el riesgo de que se repita el mismo fracaso del Interferón, aunque la verdad es que todas las vacunas han demostrado que tienen alguna eficacia, el problema es cuánta eficacia tienen las vacunas y eso solo se sabe cuando se hacen estudios poblacionales grandes”, afirmó.

El médico teme que realmente sean los niños y adolescentes nicaragüenses los que vayan a ser utilizados como parte de un ensayo clínico cubano, porque hasta ahora las vacunas no se han aplicado en poblaciones grandes. Al respecto, el especialista indica que como mínimo estos ensayos se hacen con muestras de 25,000 personas, pero las vacunas cubanas han sido aplicadas a grupos muy reducidos.

De hecho, el Interferón, que realmente es usado para tratamientos relacionados con el cáncer, cuando se incorporó en el protocolo de tratamiento médico del Minsa de la covid-19, en ese momento médicos independientes explicaron que no habían estudios conclusivos sobre la eficacia de este fármaco entre la población afectada por el virus. “Uno fue hecho en China, con 126 pacientes, de los cuales 86 incluían el uso de Interferón combinado con otros dos medicamentos. Y el otro fue hecho en Irán. Demostró que sí había una reducción de la mortalidad, pero el estudio es muy pequeño, con 42 pacientes solamente”, dijo uno de los especialistas en un reportaje que publicó Infobae en junio del 2020.

Es misma realidad corren las vacunas cubanas. Un segundo médico, consultado por este Diario, manifestó que precisamente la OMS no ha dado el aval a los cubanos porque no han cumplido con las etapas de ensayos que se deben hacer para garantizar la eficacia, seguridad y los efectos secundarios.

“No hay algún documento escrito sobre ese tema, ni los cubanos han publicado en algunas revista científica importante los estudios”, dice el especialista, quien señala que aunque el Estado obliga a la gente a firmar un documento donde se autoexime de responsabilidad, lo cierto es que al obligar a la población a vacunarse con fármacos no avalados la responsabilidad es del mismo Gobierno cualquier efecto que estas puedan provocar en la población.

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“Aquí hay países importantes como son los europeos, los españoles, los ingleses, alemanes y noruegos, y aquí en América Latina los estadounidenses y ninguno se ha manifestado en apoyo a estas dos vacunas (cubanas)”, afirma, y no cree que esto haya sido por algo ideológico, porque por ejemplo la Sputnik V, de fabricación rusa, ha tenido buena acogida y la OMS ya va camino a su certificación.

En el caso de la Astrazeneca, que han llegado donadas, el médico dice que se han hecho estudios inclusive en América Latina en peruanos, chilenos, colombianos y estadounidenses, quienes reafirman que esta es eficaz contra el coronavirus, no así con los fármacos cubanos.

Ortega podía comprar mejores vacunas

Las fuentes médicas lamentan que el régimen de Ortega, aún teniendo suficientes recursos para comprar vacunas producidas en países desarrollados y con tecnología de punta y muchas de las cuales han sido avaladas por la OMS y las que se producen en Estados Unidos por la FDA, opte por antídotos con pocos estudios y ensayos sumamente limitados en la población.

Además señalaron que difícilmente organismos como el BCIE, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el mismo Fondo Monetario Internacional van a establecer alguna restricción para evitar que las vacunas se compren sin ningún sesgo ideológico, porque al final a estas entidades lo único que les interesa, cuando entregan recursos, es que estos sean usados para comprar vacunas y punto.

Solo con los 353 millones de dólares que entregó el FMI, según uno de los médicos, “con esa cantidad de dinero Nicaragua pudo haber comprado las vacunas suficientes para vacunar a cada nicaragüense hasta tres o cuatro veces, pero el problema es que no hay información transparente sobre el uso de los fondos que se han utilizado (de los organismos financieros internacionales), de tal manera que utilizarlos en este tipo de vacunas pues resulta ser así como una aventura que puede tener una buena intención, pero que generalmente está enmascarada en el quehacer político. Es decir es tratar de levantarle el perfil al bloque socialista”.

Otro médico afirmó que “la cooperación internacional sabe que el destino de los fondos que se han adquirido para comprar vacunas está en lo correcto, porque están comprando vacunas. Que sin son eficaces, qué si son confiables, eso al organismo financiero no le interesa, al donante o al que facilitó el fondo no le interesa, al organismo lo que le interesa es que el dinero se destine para compra de vacunas, sin importar a quién se le compre”.

¿Compras son para ayudar a la economía cubana?

Pero además el régimen de Ortega estaría interesado en ayudar a Cuba, que necesita divisas en su economía. “Entonces es prácticamente utilizar los recursos nicaragüenses para apuntalar la economía cubana”, resume.

Y muestra de que hay más interés político es que los médicos no comprenden por qué la dictadura ahora quiere arriesgar a los niños y adolescentes nicaragüenses aplicando una vacuna poco segura, cuando este grupo poblacional no está siendo afectado severamente por la pandemia, como sí está ocurriendo con los adultos, que sí son foco de preocupación en los hospitales.

En todo caso —dice uno de los médicos—, si se quería llegar a los niños mayores de 12 años al menos se hubiese apostado por la Pfizer, que sí tiene estudios, y que si se hubiese comprado en cantidades los precios, que actualmente rondan los 35 dólares, tienden a bajar.

Un punto que aborda uno de los especialistas es que con esta compra se demuestra que el verdadero interés no es de proteger a la población, es que el Gobierno autoriza el uso de los fármacos cubanos a pesar que en Nicaragua no se ha declarado una emergencia sanitaria por la pandemia. “No tenemos elevación de casos en menores de edad, lo más que han salido son unos dos o tres casos en niños, que no es nada significativo para tener premura en agarrar cualquier cosa y aplicársela a nuestra juventud, eso sí tiene que ser delicado, tiene que ser bien pensando”, afirmó.

“El problema radica que el Gobierno está comprando un producto que no tiene la validación y el respaldo internacional de países tan importantes como son los más desarrollados, entonces creo que no hay mucha coherencia en lo que están haciendo porque si apenas hemos tenido dos o tres casos en niños durante casi dos años de pandemia, ¿cuál es la premura de ir aplicar una vacuna que es incipiente?”, enfatiza el médico.

Lo contradictorio —agrega— es que se va a formar parte de un estudio con las vacunas cubanas y todavía se debe pagar por esas dosis, cuando hay mejores opciones en el mercado internacional donde hay 12 tipos de fármacos, varios de estos ya aprobados por organizaciones médicas internacionales.

Quizás —precisa uno de los médicos— la intención de usar la vacuna cubana sea para en el futuro incorporar la misma dentro de la cartilla de vacunación nacional a los mayores de 2 años contra la covid-19 y ya queda como el esquema nacional el antídoto cubano. “La estrategia puede ser buscar cómo hacerse cliente de Cuba, así se ayuda económicamente a ese país”, enfatiza.

Se va a llegar a una población que es el futuro económico

“Lo más delicado de esto es que estamos vacunando al futuro de Nicaragua y eso es como decir, estamos vacunando la fuerza de trabajo que son los de 30 años o más y ahora estamos tocando a un grupo que es el futuro. Si nosotros fallamos en esto, que Dios no quiera que esas vacunas traigan consecuencias en el crecimiento o desarrollo de esta población, alguien tiene que pagar las consecuencias por haber aprobado estas vacunas”, advirtió.

Lo que más llama la atención a los médicos es que el Gobierno ahora opta por fármacos sin avales internacionales, pero pudo haber hecho más si desde un principio hubiese masificado la aplicación de tests para identificar a infectados, empezarlos a aislar y promover medidas de prevención.

Al igual como pasó con el Interferón, uno de los médicos señala que cuando se compran productos sin ninguna planificación clara y que estás claro que puede no tener un efecto positivo en la población, “eso se llama malversación de fondos públicos, ahí la Procuraduría General de la República debería intervenir, aunque ya sabemos que eso no va a ocurrir, porque son ellos mismos”.

Para los médicos, los padres de familias deben esperar hasta que las agencias reguladoras de medicamentos más importantes realicen las investigaciones de los estudios en que están basadas las vacunas, comprueben los resultados y otorguen el permiso real para utilizarlas.

Uno de los médicos dijo que la recomendación es que la gente continúe elevando las medidas sanitarias en el hogar para evitar no solo infectar a los adultos sino también a los niños.

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