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LA PRENSA/Tomado de El 19 Digital

Régimen de Ortega dice que calidad de vida de nicaragüenses mejoró en 2020, mientras millones en la región cayeron en pobreza

La Encuesta Continua de Hogares sobre las Necesidades Básicas Insatisfechas muestra mejora en esos indicadores en el 2020, mientras el mundo batallaba contra la pandemia y la economía global caía a niveles históricos.

Mientras en América Latina y el Caribe al menos 22 millones de personas cayeron en pobreza como consecuencia del impacto de la pandemia en la economía y el empleo, un aumento que la Cepal califica sin precedentes en las últimas décadas, en Nicaragua el régimen de Daniel Ortega dice que en medio de la fuerte crisis sanitaria y económica mundial la calidad de vida de los nicaragüenses mejoró al registrarse en el 2020 descenso en varios indicadores que evalúan las necesidades básicas insatisfechas de los hogares.

“El aumento de los niveles de pobreza y pobreza extrema sería todavía mayor sin las medidas implementadas por los gobiernos para transferir ingresos de emergencia a los hogares”, dijo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el 4 de marzo de este año. En Nicaragua el Gobierno no implementó medidas económicas para ayudar a la población a soportar el impacto de la pandemia.

También el Banco Mundial, en un reporte del panorama general de Nicaragua actualizado este 6 de abril, estimó que el año pasado 90 mil nicaragüenses (con ingreso inferior a 3.2 dólares por día en términos de paridad del poder adquisitivo de 2011) habían caído en pobreza en el contexto de la pandemia y el Gobierno de Nicaragua admitió que al menos 22 mil plazas de empleo fueron destruidas por la recesión, que completó un ciclo de tres años consecutivos el año pasado con una contracción económica de dos por ciento.

Pese a ello, el Instituto Nacional de Información y Desarrollo (Inide), en un informe publicado este mes, dice que las necesidades insatisfechas de los nicaragüenses disminuyeron en 2020, si se compara con el 2019, incluso algunos están más favorables que en 2017, pese a los tres años de recesión que han ocasionado la pérdida de casi 200 mil empleos formales.

El índice de necesidades básicas insatisfechas, que recoge la Encuesta Continua de Hogares, evalúa las características adecuadas de la vivienda, tales como: materiales del piso, techo o pared, acceso a servicios básicos como agua potable, servicio higiénico y número de cuartos. También se consideraron rasgos demográficos del hogar como asistencia de los niños a la escuela, educación del jefe del hogar y número de miembros ocupados.

Según el informe, los niveles de hacinamiento fueron menores el año pasado si  se compara con el 2019, e inclusive mejor que los del 2017. Este indicador se ubicó en 12.6 por ciento, 2 puntos porcentuales inferior a lo observado en el 2019, cuando fue de 14.6 por ciento. Sin  embargo,  el área urbana concentra mayor  número de personas viviendo en una misma casa, a diferencia de lo que  sucede en  el campo. En el 2017, el Índice de hacinamiento se ubicó en 17.1 por ciento. Este indicador cuantitativo expresa  una rebaja de 4.5 puntos  porcentuales.

Esto, a pesar que el sector privado constructor de viviendas lleva tres años con resultados negativos y el crédito para vivienda sigue contraído, según muestran los mismos números del Banco Central de Nicaragua.

La migración al exterior está incidiendo

El economista Alejandro Arauz explica que esos niveles de hacinamiento reducidos se deben al alto número de personas migrando y  sobre todo desde el área rural hacia el exterior. En este sector, según el informe de Inide, la cantidad de personas habitando  en una misma vivienda se redujo en 2.8 puntos porcentuales, porque pasó de 14.5 en 2019 a 11.7  el año pasado.

“El  hacinamiento es menos en el sector rural porque la gente se está yendo  del país y llegan los de la encuesta y preguntan: ¿Cuántos viven en esta casa? y ¿Cuántos vivían antes? —respondió— 20 personas. Pero  nunca dicen  por qué  viven menos,  entonces el Gobierno  presenta el indicador como que tuvo una  mejoría la ciudadanía, o como  que han  construido más viviendas o como si la gente  tuvo los ahorros necesarios  para ir construyendo sus propias viviendas,  entonces es un  enfoque distorsionado”, explicó el  economista.

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El Inide expresa que  el índice de vivienda inadecuada en la edificación de paredes exteriores, techo y piso disminuyó en 0.3 puntos porcentuales al pasar de 5.9 por ciento en 2019 a 5.6 por ciento en 2020. Señalan  que en  el  área urbana  estuvo la mejoría.

Por su  parte,  el economista y especialista en  Desarrollo Económico Local,  Cirilo Otero, considera que el Covid-19  vino a agravar la crisis  humanitaria que padecían los nicaragüenses, por  lo  tanto creer  en los indicadores que  manifestó el Gobierno  es enmascarar la realidad. “Los indicadores  del 2020  nunca podrían  ser mejores  porque la pandemia terminó de aplastar nuestra economía y  todavía nos cayeron los dos huracanes (Eta y Iota), y  eso desmejoró  a las familias,  entonces no  ha habido tendencia a mejorar “, sostuvo.

En cuanto a los niveles de  hacinamiento,  el  sociólogo  expone que los nicaragüenses no  son  monoparentales, sino pluriparentales, culturalmente hablando. “Eso significa que siempre en la casa hay un tío,  un abuelo,  la abuela, un primo y  a veces  viene gente del interior del  país, de donde  se tienen  familiares  y  de pronto esas personas acaban  quedándose en una misma  casa. Eso  es una tendencia fuerte en el  país”,  dijo.

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Cae la dependencia económica

En el 2020, el índice de dependencia económica se ubicó en 14 por ciento, un punto porcentual inferior a lo observado en el 2019, cuando fue de 15 por ciento, señala el Inide. Sin embargo, en 2017  ese  indicador  era de 12.4 por ciento. Este  factor se refiere a  calificar simultáneamente el nivel educativo del jefe del hogar, así como el acceso del empleo de sus miembros.

El  año  pasado,  la dependencia económica fue mayor en el área urbana con un 14.6 por ciento versus  13.1 por ciento  en el campo.  Para entender la  dependencia económica, Otero ejemplifica:  “Si  vos me permitieras comer en  tu  casa diario  y además cuando me enfermase me pagás las medicinas, entonces  eso  es dependencia económica”.

Comparando los indicadores de dependencia económica del 2020  con  los del 2017  se observa que la dependencia económica en el área urbana era de 13.4  por ciento, lo  que significa  0.7  puntos porcentuales por debajo  de la alcanzada el año  pasado. Es decir que pese al galopante desempleo en Nicaragua, hay menos personas en el hogar que dependen de una ocupada en el mercado laboral.

“Me da la impresión  que las remesas familiares están jugando un papel  importantísimo,  no  solo  en los indicadores macroeconómicos sino  en la   sobrevivencia de las  unidades familiares. Este  país es de alto costo y  de bajos ingresos, o  sea,  aquí  hay  una disparidad porque el  salario  mínimo  no  sobrepasa los 7,000 córdobas y  eso es menos del  costo  actual de la canasta básica  que es de 15,036.72 córdobas  para comprar 53  productos entre bienes y  servicios,  entonces una persona  que gane esos 7,000 no compra una canasta, tienen que haber 2 o 3 personas  en una casa para poder acceder a esa cesta, entonces es un  drama”,  manifestó Otero.

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Reconoce retroceso en acceso a educación

Algo que  reconoce como  punto  en  contra el Gobierno  es el  retroceso  en  el índice de baja educación para los niños entre las edades de 7 a 14 años que no asisten a clases de educación formal. Este indicador expresa que  pasó de 9.5 por ciento en 2019 a 10.5  por ciento en 2020. Este aumento es principalmente atribuible al temor por el contagio del Covid-19,  asegura el documento.

De hecho es en lo único que los números del gobierno de Daniel Ortega coinciden con la tendencia mundial. El Banco Mundial ya había advertido que la tasa de pobreza de aprendizaje en el 2020 iba a aumentar en América Latina y el Caribe a 62.5 por ciento desde 51 por ciento en el 2019. Esto iba a equivaler adicionalmente  a 7.6 millones de niños en educación primaria con pobre aprendizaje.

“Esta es la peor crisis educativa jamás vista en la región y nos preocupa que podría tener consecuencias graves y duraderas para toda una generación, en especial entre los sectores más vulnerables”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, en un comunicado de prensa emitido el  21 de marzo de este año. “Los gobiernos deben actuar en forma urgente para recuperar el terreno perdido y aprovechar la oportunidad para mejorar los sistemas educativos aprovechando nuevas tecnologías”, manifestó.

En tanto,  Arauz  sostiene que la educación  no  ha mejorado   en términos cualitativos. “Puede haber mejorado  en términos cuantitativos referido al acceso  porque tal  vez  han construido  más escuelas  y pagado a más profesores,  pero  el  problema de  educación sigue siendo cualitativo”.  A juicio de este  economista  los problemas son  visibles y  continúan  latentes.

“Este país no  puede generar mano  de obra calificada para atraer  inversionistas que   vengan   y  dispongan  de altos rendimientos y  de tecnología,  siempre tienen   que hacer inversiones pobres, pobres en el sentido del  salario que pagan por el problema de la educación”, señaló el  economista.  Finalmente dijo que “hay una cantidad  de falsedades desde el punto  de vista de la interpretación de los indicadores que maneja el Gobierno”.

También el índice de servicios insuficientes a nivel nacional se redujo en 2.5 puntos porcentuales al ubicarse de 18.7 por ciento en  2019 a 16.2 por ciento en 2020. Dicho  factor está referido a  los hogares que no cuentan con una fuente adecuada de agua y de disposición de excretas.

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