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Avanzar del Mujerismo a la igualdad

El régimen Ortega Murillo ha significado un retroceso para los derechos de las mujeres. Implementa el fenómeno del Mujerismo, que consiste en creer que poner en los cargos a cantidades de mujeres funcionales al poder es equivalente a avanzar en la igualdad. Cuando digo funcionales al poder me refiero a aquellas mujeres cuya lealtad no es con los derechos de quienes deberían representar, sino más bien una lealtad hacia el hombre o la persona que le ubica en un puesto de poder.

Históricamente el ejercicio de la política ha sido diseñado desde la visión de los hombres y para los hombres, donde el poder y el dinero es un ámbito destinado a los hombres y el ámbito reproductivo y privado lo es exclusivo a las mujeres.

Algunas mujeres han roto ese paradigma asumiendo altos costos, ya que cuando las mujeres con conciencia de desigualdad llegan a espacios de poder cuestionando las formas subordinadas, corruptas, autoritarias y clientelares de su ejercicio, se les cataloga como conflictivas, ansiosas de protagonismo, y hasta vulnerables emocionalmente.

La política, la economía y el poder requieren humanizarse y democratizarse para que cumplan el cometido de mejorar la calidad de vida y la dignificación de todas las formas de vida.

En el caso de Nicaragua la Rebelión de Abril es una oportunidad para repensar las formas de ejercicio del poder no solo en el Gobierno y en el Estado sino en todas las expresiones organizadas incluidos los sectores empresariales, de la sociedad civil, los movimientos sociales, la oposición política y la familia. Es romper con la idea de que los hombres son la medida de lo humano.

Se trata entonces de promover al ejercicio de la política a aquellos hombres y mujeres en sus diferentes etapas de la vida, que tienen y promueven un tipo de poder “con”, y no un poder “sobre” otros y otras. Aquellas personas que ejercen el poder deconstruyendo desigualdades y estableciendo puentes y relaciones que conlleven a cambios sustanciales en el ejercicio del poder entre hombres y mujeres, para el reparto justo de la riqueza y en el acceso al desarrollo sin exclusiones.

Esta no es una lucha de mujeres contra hombres, es una lucha de hombres y mujeres para humanizar y democratizar la política y el poder, para construir una sociedad plena en dignidad y libertad para toda la sociedad. Recordando que para lograr la igualdad entre desiguales habrá necesariamente que establecer diferencias temporales que permitan que unas se equiparen en derechos y oportunidades con los otros.

La autora es licenciada en Ciencias Sociales, máster en Integración y Desarrollo, y defensora de DD.HH.

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