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El cacao es un cultivo fácil de manejar y es 50 por ciento menos costoso que el café. Pese a ello, el grano no ha podido entrar en la lista de los 10 productos estrellas de exportación de Nicaragua, lo que muestra el largo camino que este producto debe recorrer para que el país aproveche el potencial de los mercados internacionales, especialmente el chocolatero. Según datos del Centro de Trámite de las Exportaciones (Cetrex), en 2020 se posicionó en el lugar número 38.
El proceso para ingresar a esa codiciada lista apunta a ralentizarse, luego de la puesta en marcha de la Ley de Agentes Extranjeros en Nicaragua, que endurece la supervisión a los organismos no gubernamentales que reciben fondos desde el exterior y que son los que generalmente trabajan este producto en zonas empobrecidas de Nicaragua. La misma ha generado incertidumbre entre los productores, especialmente lo referido al acceso de capacitación y asistencia técnica para mejorar los rendimientos de este cultivo.
La situación empeora por las afectaciones del cambio climático en los sitios donde se puede cultivar cacao y las difíciles condiciones para acceder a un préstamo en Nicaragua durante los últimos tres años de recesión.
Pero los productores de cacao están luchando por crecer. En 2020 el volumen exportado de cacao fue de seis millones de kilogramos, mientras en 2019 se enviaron 4.6 millones de kilogramos, es decir, hubo un aumento de 29.5 por ciento en el periodo referido. “La producción va en aumento por las nuevas plantaciones que se tenían de al menos cuatro años atrás”, explica el director ejecutivo de la Asociación Madre Cacao, Mario Nolasco. Para este año el sector espera un aumento del 12 por ciento en volumen, estima.
El envío de seis millones de kilogramos garantizó a Nicaragua 9.4 millones de dólares en ingresos por exportaciones, superior a los 7.7 millones de dólares del año anterior. Es decir que el aumento en valor por envíos de cacao, equivalente a un 22.1 por ciento, fue impulsado principalmente por el volumen, debido a que el precio promedio ese año cayó 5.7 por ciento, explicó el presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN), Guillermo Jacoby.
Las proyecciones de APEN en 2017 eran que en 2026 se tuvieran 47,565 manzanas de cacao sembradas en Nicaragua y tener una cosecha de 25,474 toneladas métricas del grano. De ese volumen, esperaban que al menos el ochenta por ciento se vaya a los mercados internacionales, con ingresos que pueden llegar a alcanzar los 40 millones de dólares.
Según datos de este gremio, para el 2021 esperan tener ya sembradas 29,609 manzanas de cacao y para el 2022 alcanzar las 30,078 manzanas; no obstante, aclaran que las proyecciones son preliminares, porque aún se deben constatar los números con un censo. Es decir, para el 2020 APEN ya tenía sembradas 28,970 manzanas de la meta planteada en el 2017.
El presidente de APEN no está claro si ese objetivo, planteado antes del estallido social, se vaya a concretizar de aquí al 2026. “No estoy seguro que se vaya a lograr, pero esos proyectos ya estaban encaminados. Pero la situación del 2018 pudo haberlas afectado (las metas)”, dijo al ser consultado por LA PRENSA.
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Papel de las ONG es clave
La producción de cacao en Nicaragua está en manos de pequeños productores indígenas y campesinos pobres, que viven en zonas remotas, con difícil acceso vial y de comunicación. Aun así, hasta el 2010 el país era el productor número 42 del grano en el mundo y participaba con un 0.03 por ciento en el comercio mundial del cacao.
El gerente de la Cooperativa de Servicios Múltiples Ríos de Agua Viva, Alexander González, detalló que su cooperativa, donde agremian a 590 productores y siembran 1,200 hectáreas, ha logrado rendimiento de 6.25 quintales del grano seco por manzana, cuando la media a nivel nacional es de seis quintales.
El secreto para ganar mejores rendimientos ha sido la tecnificación para ejecutar mejores prácticas, comentó. “Nosotros hemos venido trabajando con diferentes aliados estratégicos, como onegés que nos dan capacitaciones técnicas en el rubro y eso nos ha permitido mejorar las prácticas y manejo en la plantación”, manifestó González.
El cacao tiene una inversión que da mejores márgenes de ganancia y además genera ingresos constantemente, observó el productor. “El cacao se cosecha todo el año, pero la producción sube de marzo a junio; y el segundo pico de cosecha es de octubre a diciembre. Esas 1,200 hectáreas que tenemos sembradas representan más de 3,000 familias involucradas en el proceso de manejo y mueven entre 18 y 20 millones de córdobas en promedio por año”, advierte González.
El gerente de la cooperativa está consciente del impacto que ha causado el retiro de las onegés, porque también eran beneficiados con fondos monetarios. “Nosotros habíamos recibido ayuda de 40 mil a 50 mil dólares para el desarrollo de la parte productiva y eso es importante, porque sirve para que los productores puedan invertir en sus cultivos”, precisó.
Este apoyo externo es fundamental porque estos 590 productores están trabajando actualmente en protocolos de fermentación y enviando muestras a Europa y Estados Unidos, además cuentan con licencia de exportación, solo esperan hacer contactos directos para poder enviar ellos mismos sus 250 toneladas anualmente, porque hasta el momento ellos venden a Ritter Sport, la famosa chocolatera alemana que acopia el grano en el país.
El apoyo de los organismos no gubernamentales generalmente se basa en la capacitación sobre genética y forma de siembra de cacao para aumentar la productividad.
González dice que el financiamiento para los productores generalmente proviene de fondos propios y de ONG, porque los intereses de la banca son muy altos y los requisitos de garantías son difíciles de cumplir para los campesinos.
La tonelada de cacao la comercializan a 3,000 dólares a Ritter Sport. Actualmente los costos de producción aproximadamente por manzana se ubican en 22 mil córdobas, según estima el representante del sector productivo.
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Las ONG conseguían compradores externos
Juan Bautista Medina es el representante de la Cooperativa de Servicios Múltiples Nueva Esperanza, en San José de Bocay, Jinotega. El productor dice que ellos han apostado por el cacao fino, esta es una planta que en producción dará menos que el cacao normal, pero después de poscosecha dará mejores notas de aroma y sabor, y por lo tanto, se comercializará a mejor precio.
“Mientras el quintal del cacao fino se comercializa en 1,200 córdobas, en baba el cacao corriente se vende a 1,050”, detalló.
El lento avance de este grano para alcanzar la cesta estrella exportadora de Nicaragua obedece a malas prácticas, considera este productor. Asegura que antes de que las ONG los asistiera con capacitación, los productores habían adoptado prácticas de podas inadecuadas, pero tras recibir asesoría muchos de estos habían mejorado. Esto refleja el impacto de estas organizaciones en la meta de los productores de cacao de mejorar sus números de exportación.
Medina segura que de las zonas cacaoteras se han retirado algunas organizaciones no gubernamentales que apoyaban a los productores y esto les ha afectado porque estas apoyaban con financiamiento a los campesinos, pero además algunas hasta conseguían a los compradores de este grano a nivel internacional.
“Algunas organizaciones venían a apoyar el acceso a tecnologías nuevas y otras comercializaban el producto y nos daban mejores precios que los actores locales, pero de acuerdo con ciertas circunstancias políticas del país, entonces perdimos los contratos y ellos salieron de Nicaragua”, lamentó.
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Sobre la marca país
Pero ¿qué pasó con la marca país que se estaba desarrollando para el cacao? María José Torres, directora de planificación en APEN, detalló que el sector cacao de Nicaragua ha promovido una marca colectiva para crearle identidad a este rubro. Desde el 2019 se registró su propiedad intelectual en Costa Rica. El uso de esta marca en los envíos aún no figura, pero a futuro este sello colectivo estará impregnado en los sacos y les dará reconocimiento a nivel internacional.
Torres detalló que en Nicaragua se ha avanzado en la trazabilidad del cacao, porque ya existen estudios de huella genética, el contenido de flavonoides en el cacao, referido a sustancias químicas presentes en el grano, además se han hecho mapas de aromas y sabores. “Eso ayuda mucho porque en un futuro no muy lejano podemos decir cuáles son los mejores arreglos clonables en las plantaciones, los que te pueden dar una mayor productividad y conocer los cacaos con mejores aromas y sabores”, puntualizó.
El cacao es un cultivo permanente y amigable con el medioambiente. Por lo tanto, su desarrollo estaría ayudando tanto a las familias que se dedican a esto como al entorno natural y la mitigación del cambio climático.