Hablar de LA PRENSA es hablar de una buena parte de la historia de Nicaragua. Desde su fundación, en 1926, este Diario ha visto, escrito y vivido desde los capítulos más dulces, hasta los más amargos. Han sido 95 años en pie a pesar de todo, todo incluye: una dictadura, distintas formas de censura, un bombardeo, cierres “indefinidos”, terremotos y el asesinato de su director, el periodista y Mártir de las Libertades Públicas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Ahora se está contando otra dictadura. Los periodistas están documentando, denunciando e investigando los abusos, arbitrariedades y violaciones de derechos que impone la nueva dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Bajo este régimen también se han librado batallas por la libertad de expresión.
Uno de los episodios más simbólicos culminó el 7 de febrero de 2020. La tarde de ese viernes, como nunca antes, la noticia que paralizó la redacción fue la llegada del contenedor con las bobinas de papel que los Ortega Murillo mantuvieron retenidas arbitrariamente en Aduana por casi año y medio.
A finales de 2018 dieron la orden de retener los insumos base para el funcionamiento de la rotativa donde se imprime a diario el periódico que lleva la noticia a todo el país, pero no pudieron detener a la redacción y a todo el equipo de profesionales que se encargaron de seguir informando a la población mientras mantenían su orden de asfixiar al medio que iba perdiendo recursos, páginas y personal, pero no el compromiso de informar a los nicaragüenses.
Fueron 75 semanas, más de 500 días, con la materia prima retenida: 92 toneladas de papel periódico, 49 de papel para imprenta, planchas, gomas, revelador para rotativa, correas, tinta y repuestos. La crisis que provocó este episodio obligó a que el Diario despidiera a una gran parte de sus trabajadores y redujera el número de páginas. El único periódico del país estuvo al borde de parar su rotativa de nuevo. Pero en febrero de 2020, a un mes de celebrar los 94 años de fundación de LA PRENSA, los materiales fueron liberados.
“La agresión de los Ortega Murillo es una más de la larga lista de agresiones que ha sufrido LA PRENSA desde sus mismos inicios. Ha sobrevivido a todas ellas. Aquí estamos. Pero no solo ha sobrevivido a sus enemigos, sino también a sus propios tiempos. Cuando ha tenido que cambiar, ha cambiado, conservando sí la esencia de esos valores con los que nació”, fue parte del discurso del director de LA PRENSA, Jaime Chamorro Cardenal, durante la celebración del 94 aniversario. “Rosario Murillo este Diario va a llegar a los 100 años”.
Su edificio ha sido tres veces destruido: dos de ellas por desastres naturales; el terremoto de 1931 y el de diciembre de 1972, este último provocó tal daño que el periódico circuló nuevamente hasta el primero de marzo de 1973, cuando estrenó una nueva instalación en Carretera Norte. También fue destruido por el ataque con tanques ordenado por Anastasio Somoza Debayle.
Pero sin doblegarse en su lucha por la libertad de expresión y la democracia, 95 años después, LA PRENSA sigue resistiendo en un contexto político hostil, que amenaza las libertades de prensa y los derechos humanos. Apunta firme llegar a los 100 años. Aunque no ha sido fácil el camino, cada una de las crisis y ataques a los que se ha sobrepuesto el Diario han sido para fortalecer el pensamiento de su director mártir: “Nicaragua volverá a ser una República”. Y LA PRENSA seguirá contando en sus páginas y desde todos sus espacios ahora también digitales, esa historia como el Diario de los Nicaragüenses. Aquí un recorrido por los momentos más difíciles a los que este Diario se sobrepuso a través del tiempo.
La orden de cierre
Anastasio Somoza García tomó el poder en 1937, pero desde mucho antes el mandatario consideró a LA PRENSA como su enemigo por el sentido crítico de su periodismo y la rectitud de su línea editorial. La denuncia y el cuestionamiento del poder arbitrario le incomodaban.
Durante sus primeros tres años de gobierno, Somoza García se empeñó en dificultar el trabajo del periodismo independiente hasta que en 1940 aumentó la intensidad de los ataques frontales: encarceló a su director Pedro Joaquín Chamorro Zelaya y ordenó el cierre del Diario por tres días. Pero esto no hizo retroceder a LA PRENSA en su compromiso por denunciar las atrocidades cometidas por esta dictadura.
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Ante el ahínco de la prensa independiente, Somoza García ordenó a la Guardia irrumpir en las instalaciones del medio por primera vez el 29 y 30 de junio de 1944. Dos meses más tarde, el 10 de agosto, el dictador mandó a cerrar LA PRENSA y obligó a Chamorro Zelaya a exiliarse.
La brutal censura duró un año y diez meses. Hasta el 11 de junio de 1946 volvió a circular el periódico. Este ha sido uno de los cierres más largos en la historia de este Diario, aunque no el primero ni el único. En 1933, LA PRENSA vivió su primer cierre por temas políticos y bajo las órdenes del presidente Juan Bautista Sacasa. El mandatario decretó la suspensión del periódico y al año siguiente conminó su cierre por tres días. El 15 de enero de 1935, volvió a ordenar por un día otra suspensión contra el rotativo.
Censura, el arma predilecta de las dictaduras
Tras el fallecimiento del director fundador del Diario, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, en 1952, su hijo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal asumió la dirección del Diario. La línea editorial de LA PRENSA se mantuvo intacta y crítica a los abusos de poder y la corrupción, lo que hizo que la familia Somoza en el poder también arremetiera contra el nuevo director.
Chamorro Cardenal tomó las riendas del periódico y durante la década de los cincuenta vivió y enfrentó incesantes censuras, sobre todo en 1954, 1956, 1957 y siete meses de 1959. En 1953 el alcalde somocista Andrés Murillo lanzó turbas contra el Diario. Tas la fallida rebelión del 4 de abril de 1954, Anastasio Somoza García mandó a encarcelar a casi todo el personal de LA PRENSA.
El nuevo director, quien por 16 años manejó este Diario —hasta su asesinato en 1978— lideró al equipo periodístico bajo acoso, censura y difamación. Pero el asesinato del patriarca de la dinastía, Anastasio Somoza García – el 21 de septiembre de 1956– detonó la persecución brutal contra Pedro Joaquín Chamorro. El heredero del poder, Luis Somoza Debayle, no solo desató una cacería en todo el país, sino que ocupó militarmente las instalaciones de LA PRENSA y ordenó cárcel contra Chamorro Cardenal y parte del personal del Diario.
En 1959 nuevamente censuraron a LA PRENSA por otro largo periodo; el régimen obligó al periódico a recibir todos los días un “censurador” que decidía qué se publicaba y qué no. Fueron tiempos de largos tachones negros en los borradores de los artículos periodísticos. Esta práctica duró siete meses. El 1 de enero de 1960 suspendieron el estado de sitio en la redacción.
El 23 de enero de 1967, cuando la Guardia Nacional asesinó a cerca de 200 manifestantes que se oponían a la continuidad de los Somoza en el poder, LA PRENSA no pudo informar del crimen sino hasta varios días después con los relatos de sobrevivientes, porque la Guardia ocupó sus instalaciones durante 11 días, saqueó oficinas, talleres y sus archivos.
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En los años siguientes la censura y persecución contra la prensa independiente fue voraz, esta vez orientada por Anastasio Somoza Debayle, el tercero de esa familia en el poder. Suspensiones, cierres temporales, cárcel, multas y juicios contra los dueños, editores y periodistas, fueron parte de los mecanismos de presión utilizados por esta dictadura para intentar callar la verdad. No lo lograron.
El día más triste y la explosión social
Ni los terremotos que destruyeron el edificio de LA PRENSA, ni los cierres forzados quebrantaron al personal del Diario, y a la misma población nicaragüense, como lo hizo el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el 10 de enero de 1978.
A eso de las 8:20 de la mañana de ese día, el doctor Chamorro conducía su vehículo rumbo a su oficina en las instalaciones del Diario cuando dos sujetos –donde actualmente es la calle oeste a un costado de la Asamblea Nacional– le dispararon desde otro vehículo. Pedro Joaquín Chamorro quedó abatido dentro de su vehículo. Nicaragua lloró y se levantó en denuncias.
El suceso desencadenó protestas contra la dictadura Somoza Debayle. Sin embargo, pese a que el país se hundía en una guerra nacional, el 11 de junio de 1979 el dictador realizó una última agresión contra LA PRENSA: ordenó un ataque con tanques y aviones. Tras el bombardeo el edificio nuevamente quedó en ruinas, tal y como sucedió con el sismo de 1931 y el del 1972.
LA PRENSA “fue atacada a tiros, cañoneada y bombardeada por los aviones de la Fuerza Aérea de Nicaragua (FAN), arrojando seis roquets sobre el edificio, en cuyo interior había once personas (…) A continuación una tanqueta de la Guardia Nacional disparó a las instalaciones del Diario de los Nicaragüenses para rematar la obra criminal y destructora. Luego un par de soldados entró a prender fuego y aún a mediodía del 12 de junio las llamas seguían creciendo en el archivo”, detalla el reportaje: Junio en la historia de LA PRENSA. El periódico volvió a las calles, un 16 de agosto de 1979.
Censura rojinegra
Ese mismo año, y luego de cuatro décadas de dictadura somocista, Anastasio Somoza Debayle huyó de Nicaragua como resultado del triunfo de la insurrección popular. La noticia fue celebrada pero la alegría duró poco. El sandinismo tomó las riendas del país y poco a poco fue transformándose en un gobierno autoritario y abusivo.
En 1980 LA PRENSA fue paralizada por 35 días bajo un supuesto conflicto laboral atizado por sindicatos sandinistas. Un año después, aplican una amonestación a LA PRENSA y ordenan su cierre por 48 horas.
El 25 de junio de 1986, la junta de gobierno liderada por Daniel Ortega, ordenó un “cierre indefinido” del rotativo que duró hasta el primero de octubre de 1987. La portada del 2 de octubre relataba: “Día de fiesta: salió LA PRENSA”. En esa edición, el periódico mostró en imágenes cómo la gente se amontonó en las oficinas para comprar uno de los 200 mil ejemplares que se imprimieron el día antes.
Crisis interna
Cuando LA PRENSA creyó que escribiría una nueva historia de Nicaragua, el gobierno sandinista intentó apoderarse de la dirección del medio e imponer su ideología. No pudo. Pero llevó a que en mayo de 1980 se concluyera la peor crisis interna que ha sufrido LA PRENSA: la ruptura entre el personal editorial, dejando como resultado la creación de un nuevo periódico en el país: El Nuevo Diario.
Fue un duro golpe para el Diario que intentó mantener su independencia, gran parte de su equipo se integró a este nuevo proyecto periodístico. LA PRENSA se vio obligada a cerrar por casi un mes. El 19 de mayo 1980, El Nuevo Diario publicó su primera edición señalando en su portada la palabra “criminales”, haciendo referencia a que desde las instalaciones de LA PRENSA dispararon en contra de manifestantes que protestaban en el lugar. Esto marcó el inicio del choque de líneas editoriales de cada periódico.
Pero con su lema intacto El Diario de los Nicaragüenses circuló nuevamente el 26 de mayo de 1980 con el titular: LA PRENSA siempre será LA PRENSA. Durante la década de los ochenta, la línea represiva del gobierno sandinista mantuvo una censura publicitaria y de molestia ante las críticas, pero el periodismo independiente siguió consolidándose. En la década de los 90 turbas sandinistas en reiteradas ocasiones se presentaron en las instalaciones de LA PRENSA para realizar pintas y enviar un mensaje intimidatorio: “Seguirán silenciados”, fue uno de los múltiples recados que los simpatizantes dejaron en las paredes del edificio.
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Ley Arce
Durante el gobierno de Enrique Bolaños —en marzo de 2005— se aprobó la Ley 528, Ley de Reformas y Adiciones a la Ley No. 453, Ley de Equidad Fiscal, o llamada Ley Arce (por su impulsor, el sandinista Bayardo Arce), con la cual se les imponía a los medios de comunicación cargas fiscales que hacían más costosa su producción y operación, esto como una manera de castigarlos por las denuncias de corrupción y el pacto libero-sandinista que marcó esa época y tiene efectos aún en la política actual.
En ese momento, partidos políticos adversos al sandinismo, cristianos y hasta la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) rechazaron esta ley. “En lo que a nosotros respecta reafirmamos que vamos a continuar nuestra lucha incansable e inclaudicable por la defensa de la libertad de prensa, y en primer lugar recurriremos por inconstitucionalidad contra esta ‘Ley Arce’ que por múltiples razones es monstruosamente inconstitucional”, fue parte del editorial de LA PRENSA del 1 de junio de 2005.
Misma censura, nueva dictadura. La administración Ortega-Murillo
Daniel Ortega volvió al poder en el 2007, 17 años después de su último mandato. Desde entonces su sistema de represión se ha intensificado: hermetismo, cero acceso a instituciones públicas, agresiones, confiscación de propiedades y hasta robo de equipos. Además de la aprobación de un paquete de leyes represivas que minan la libertad de expresión y atentan contra los derechos ciudadanos.
Luego de la retención del papel y tinta, LA PRENSA trabaja a diario para informar desde todos sus espacios –impreso y digital— a pesar de las amenazas con la aplicación de la Ley Especial de Ciberdelitos o “Ley Mordaza”, que busca controlar las publicaciones de los medios de comunicación y callar las denuncias de derechos humanos y constitucionales que ha violado el régimen orteguista.
La pena para quien atente contra la “seguridad del Estado” —un término amplio y antojadizo hecho a medida de Ortega— es de uno hasta 10 años de cárcel. La Policía, Telcor y la Fiscalía podrán intervenir los sistemas informáticos de las empresas, organizaciones y medios de comunicación, así como decomisar la base de datos y acceder a la información de celulares, computadoras y cualquier equipo tecnológico del medio y sus trabajadores con la excusa de que se investiga un ciberdelito.
Pero LA PRENSA sigue firme en dirección a sus 100 años, apunta a escribir esta parte de la historia hasta el final: “Hasta en las peores dictaduras totalitarias, comunistas estalinistas y nazifascistas, se ha podido burlar la censura y seguir luchando por la libertad a pesar de la cruda represión. Ahora no tiene por qué haber excepción”, fue el editorial de LA PRENSA del 29 de octubre, dos días después que se aprobara la “Ley Mordaza”. Así, el periodismo independiente celebra resistiendo una vez, otro año del Diario de los Nicaragüenses.