Como casi todas las cosas del mundo, el tiempo también tiene un olor. Huele a periódico viejo. A páginas quebradizas y amarillas. Ese es el aroma que reina en la hemeroteca del Diario LA PRENSA: casi 93 años acumulados en los estantes de una silenciosa habitación. Aquí se halla la historia reciente de Nicaragua, contada por cientos de periodistas desde 1926, el año de la fundación del diario más antiguo del país.
En 92 años y diez meses LA PRENSA ha sobrevivido a la censura, dos terremotos, un bombardeo y al asesinato de su director, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Ha contado la historia de Nicaragua y también la ha protagonizado, porque indirectamente este medio de comunicación ha contribuido a quitar y a poner gobiernos.
En enero de 1978 la muerte de Pedro Joaquín causó la insurrección que acabó por derrocar a Anastasio Somoza Debayle. Y de LA PRENSA surgió doña Violeta Barrios, la primera mujer presidente de Nicaragua, quien derrotó a Daniel Ortega en las elecciones de 1990 y puso fin a una guerra de diez años.
“La Violeta salió de aquí, de este escritorio”, dice don Jaime Chamorro Cardenal, actual director del periódico y hermano menor del mártir Pedro Joaquín, en una oficina tapizada por retratos de la familia Chamorro.
Ahí está Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, el director fundador. Un hombre sobrio y rutinario, de semblante distraído e invariablemente vestido de dril blanco, como lo describió Emilio Álvarez Montalván. Y a su izquierda se encuentra Margarita Cardenal, la madre de Pedro Joaquín, Anita, Ligia, Xavier y Jaime Chamorro Cardenal.
La historia de LA PRENSA es la historia de una familia, de un periódico y de un país.
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Tirso Moreno
- Una de las experiencias más intensas vividas por periodistas de LA PRENSA fue el secuestro del 22 de octubre de 2002. A las 3:30 de la tarde la mayoría del personal estaba escribiendo o revelando rollos de fotografías, cuando un grito estremeció la Redacción:
- —¡Aquí viene la Contra, hijueputas! ¡Se murió Arnoldito!
- Se trataba del excontra Tirso Moreno, quien ebrio y armado con pistolas había ingresado al edificio buscando venganza por la muerte de Arnoldo Alemán Cardenal, hijo del expresidente Arnoldo Alemán Lacayo, quien falleció al intentar sacar a un hombre de un estanque.
- Moreno entregó las armas luego de hablar con el comisionado mayor Horacio Rocha. El asalto a LA PRENSA, se analizó después, fue producto de la campaña de odio de ciertos sectores políticos contra el periodismo independiente.
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Orígenes
Por casi un siglo el nombre de LA PRENSA ha estado asociado a la familia Chamorro. Sin embargo, el Diario fue fundado por los señores Gabry Rivas, Enrique Belli y Pedro Belli, quienes suscribieron una sociedad anónima llamada Compañía Talleres Gráficos LA PRENSA, con un capital de cinco mil córdobas de la época, el precio de la maquinaria con la que se imprimieron los primeros periódicos.
La primera edición salió a luz el martes 2 de marzo de 1926, a un precio de tres centavos por ejemplar. Arriba, en letras algo góticas, rezaba: “Aspectos de la jira presidencial” (SIC) y enseguida daba detalles sobre la visita de Emiliano Chamorro y su esposa a la ciudad de Granada. Era un diario de corte conservador.
Así se mantuvo la sociedad durante dos años, hasta que en 1928 Enrique Belli vendió sus derechos a Adolfo Díaz. Dos meses más tarde este último se los vendió a Ernesto Solórzano Díaz, quien además compró la parte que correspondía a Gabry Rivas. En 1929 Pedro Belli hizo negocios con Ernesto y durante un corto periodo quedó como único dueño de la compañía, pues pronto vendió la mitad de sus acciones a Adolfo Ortega Díaz, narra Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en su texto Historia empresarial, escrito en el aniversario cincuenta de LA PRENSA.
En 1930 Pedro Joaquín Chamorro Zelaya entró en escena, cuando adquirió la mitad de las acciones de la firma y dos años más tarde, tras el terremoto de 1931, compró la parte de Pedro Belli y quedó como único propietario de la empresa. Desde entonces los Chamorro han estado al frente de este medio de comunicación.
Y aunque Chamorro Zelaya no fue realmente uno de los fundadores de LA PRENSA, sino que ingresó a la compañía cuatro años después de aquella primera edición, se le considera “director fundador” porque fue él quien impuso las normas que dieron al diario “el carácter que ha mantenido hasta la fecha”, consideró su hijo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Los desencuentros del periódico y los gobiernos empezaron muy temprano, durante la gestión de Juan Bautista Sacasa. En 1933 la suspendieron y en febrero de 1934 la cerraron por tres días, tras el asesinato de Augusto C. Sandino. Menos de un año después volvieron a suspenderla, porque a un ministro mexicano, Pablo Herrera de Huerta, no le habían gustado las publicaciones en las que se criticaba la política anticlerical del gobierno mexicano.
En 1937 Anastasio Somoza García ascendió a la Presidencia de Nicaragua y, naturalmente, las cosas no mejoraron para LA PRENSA. En 1940 el gobierno encarceló a Pedro Joaquín Chamorro Zelaya y cerró el diario por tres días y cuatro años más tarde recrudeció sus acciones contra el rotativo.
Sucedió que ese año, 1944, “se dieron grandes protestas estudiantiles y del pueblo por la reelección del presidente Somoza García”, señala Jaime Chamorro Cardenal en su texto Historia de LA PRENSA, publicado en marzo de 2016. “Estos disturbios casi terminan con la dictadura de Somoza, pero pudo sobrevivir. El 10 de agosto de ese año LA PRENSA fue cerrada, por un año y diez meses, debido a la fuerte oposición a Somoza”.
Según don Jaime, “este cierre se basó en pretextos y en falsas acusaciones”.
Antes del cierre del Diario, Somoza García ya había decomisado ediciones enteras, cuando aún no habían salido de imprenta. Las ediciones del 29 y el 30 de junio de 1944 fueron confiscadas por completo y la del 4 de julio fue extraída de la caseta de distribución antes de ser enviada a los departamentos.
Finalmente Somoza mandó a clausurar el Diario que tanto le molestaba. Poco antes habían aparecido unos “papelitos injuriosos” contra doña Julia Somoza, madre del dictador. Los papelitos habían sido impresos “con letras de hule, de esas que se emplean para rotular y que con frecuencia provienen de imprentas de juguete que se les regalaban a los niños”, se señala en las memorias que LA PRENSA editó en su cumpleaños 85.
La Guardia de Somoza entró a los talleres del periódico y como no encontró ninguna similitud entre los dos tipos de imprenta, procedió a registrar la casa de los Chamorro Cardenal. Ahí los guardias hallaron un pedazo de madera que Xavier, entonces de 12 años, empleaba para tallar barquitos y los “sabuesos de la dictadura” dedujeron de inmediato que con esa madera “se habían fabricado las letras con que se imprimieron los papelitos ofensivos”.
Con esa “prueba” en manos, Somoza ordenó el cierre total del Diario y Pedro Joaquín Chamorro Zelaya partió a un exilio forzado a Estados Unidos. Ahí hizo trabajos de traducción e investigaciones bibliotecarias y su esposa, doña Margarita Cardenal, se empleó como costurera en una fábrica de ropa.
periódico reapareció el 11 de junio de 1946, casi dos años más tarde. “Volvemos a la lucha”, escribió Chamorro Zelaya en su editorial. “Las razones verdaderas de la muerte de LA PRENSA fueron su actitud franca y valiente contra la dictadura y particularmente su oposición a la reelección del presidente Somoza para otro periodo (…). LA PRENSA tenía que morir, porque la reelección no había muerto, y ambas representaban ideologías totalmente opuestas”.
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República de Papel
- Pablo Antonio Cuadra llamó a LA PRENSA la “República de Papel”. Para él, ese título resumía “mejor que ningún otro el historial de este periódico”.
- “Si no había un Poder Legislativo libre y verdaderamente representativo, la voz del pueblo tenía su curul o su escaño en esa República de Papel; si no funcionaba con independencia el Poder Judicial, la denuncia o la queja o la crítica del pueblo mantenían viva en el papel la idea de la justicia republicana; donde apuntaba un injusto privilegio, en el papel se reclamaba la igualdad y cada vez que se cometía un abuso, el papel oponía y recordaba la ley”, escribió en su artículo La República de Papel, publicado en el aniversario cincuenta de LA PRENSA.
- “Esa conciencia viva hizo de LA PRENSA algo más que un Diario: la hizo historia”, afirmó. “A LA PRENSA se le pueden achacar todos los defectos que quieran: caídas, omisiones, apasionamientos, fallas, etc., pero ha mantenido encendidas, contra todos los vientos y riesgos, las dos antorchas que iluminan la vida democrática: la de la Libertad y la de la Justicia”.
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Los Somoza y el terremoto
Regresó pues LA PRENSA, luego de que la mandaran a callar durante dos años, pero su lucha contra los abusos de la dictadura apenas estaba comenzando. A lo largo de la década de los cincuenta sufrió férreas censuras, sobre todo en 1954, 1956, 1957 y siete meses de 1959.
En 1953 el alcalde somocista Andrés Murillo lanzó turbas contra el Diario y tras la fallida rebelión del 4 de abril de 1954 Somoza García encarceló a casi todo el personal de LA PRENSA. Lo mismo sucedió en septiembre de 1956, a raíz del atentado de Rigoberto López Pérez contra el padre de la dinastía. Fueron apresados todos los miembros de la Dirección y la Redacción, y el periódico fue ocupado militarmente por la Guardia, de acuerdo con las memorias del rotativo.
El Diario reapareció cuatro días después, el 27 de septiembre, pero bajo censura. Sin poder mencionar una sola palabra sobre lo que estaba sucediendo en el país. Fue hasta el 30 de septiembre que se pudo anunciar la muerte del dictador con un: “El presidente ha muerto”.
Los cierres arbitrarios, las censuras, las detenciones y los ataques desde el oficialista Novedades no cesaron mientras los Somoza estuvieron en el poder. Anastasio Somoza Debayle quería destruir a LA PRENSA, pero el terremoto del 23 de diciembre de 1972 se le adelantó.
El rotativo ya había sido destruido una vez, por el terremoto del 31 de marzo de 1931, cuando se perdieron “los primeros linotipos importados al país”, según Jaime Chamorro Cardenal. El sismo del 72 destruyó los edificios de la compañía y la rotativa HOSS de seis unidades. De modo que el Diario no volvió a salir sino hasta más de dos meses después, en marzo de 1973, cuando ya sus instalaciones se habían mudado al sitio donde actualmente se encuentran, en la Carretera Norte de Managua.
Con todo, ninguno de los terremotos fue realmente devastador. La peor de las tres destrucciones que ha sufrido LA PRENSA fue la del 11 de junio de 1979, el día que la Guardia somocista la bombardeó.
En ese momento la zona estaba tomada por guerrilleros del Frente Sandinista, recuerda don Jaime, y combatían a la Guardia de Somoza en los barrios orientales de la capital. LA PRENSA “fue atacada a tiros, cañoneada y bombardeada por los aviones de la Fuerza Aérea de Nicaragua (FAN), arrojando seis roquets sobre el edificio, en cuyo interior había once personas”, detalla el reportaje: Junio en la historia de LA PRENSA.
“A continuación una tanqueta de la Guardia Nacional disparó a las instalaciones del Diario de los Nicaragüenses para rematar la obra criminal y destructora”, prosigue el texto. “Luego un par de soldados entró a prender fuego y aún a mediodía del 12 de junio las llamas seguían creciendo en el archivo. Medio siglo de la historia del país quedó convertido en cenizas. La rotativa Goss Urbanite, salvada del terremoto de 1972, quedó casi inservible”.
Esta vez el periódico desapareció durante 68 días. Volvió a circular el 16 de agosto de 1979 con una edición que celebraba la caída del dictador y el triunfo de la revolución sandinista, bajo el titular: “Los enterrados fueron ellos”. Para ello fue necesario imprimir el diario en León, a 100 kilómetros de Managua, en los talleres de El Centroamericano, que ya no se publicaba.
Los nicaragüenses salieron en masa a buscar la festiva edición de LA PRENSA y muchos dijeron que solo faltaba eso para disfrutar plenamente de los nuevos aires de libertad. El diario destacó las fotos de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y Augusto C. Sandino y también la histórica imagen de la caída del caballo de Somoza García. Narraba la lucha de los barrios orientales de Managua y la “siempre heroica ciudad de Masaya”; ensalzaba al adoquín como “símbolo de rebeldía” y comentaba con entusiasmo las expectativas sobre el Gobierno de Reconstrucción Nacional.
Pero la armonía de LA PRENSA con el nuevo gobierno no duró mucho. Pronto el Diario se vio enfrentado nuevamente al poder y a la censura. Una censura peor que la que ejercían los Somoza, porque era más rígida, asegura don Jaime Chamorro Cardenal.
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El paso de Murillo por LA PRENSA
- En los años sesenta Rosario Murillo Zambrana fue a estudiar a Inglaterra y cuando volvió de Europa buscó trabajo en el Diario LA PRENSA. Tenía 17 años.
- Su dominio del inglés y del francés le permitieron trabajar como secretaria de Pedro Joaquín Chamorro y Pablo Antonio Cuadra, dicen quienes la conocieron en esa época.
- En la sala de Redacción de LA PRENSA conoció a Anuar Moisés Hassan, el periodista de nota roja con quien tendría un hijo. El niño que murió en el terremoto de 1972.
- Y gracias a los poemas que Murillo publicaba en LA PRENSA Literaria Daniel Ortega empezó a conocer sobre ella. “Fue a través de LA PRENSA. En la cárcel, nos tenían aislados, estaba prohibido leer periódicos, todo… Eso nos obligó a hacer muchas huelgas de hambre, una duró hasta 45 días. Lográbamos meter el periódico a escondidas. A distancia, fui conociendo a Rosario, porque ella escribía en LA PRENSA, era poeta. A mí también me gusta escribir; entonces, hubo una afinidad, yo le mandaba algunos poemas”, dice Ortega en el texto Daniel con el pueblo, publicado por La Primerísima en 2012.
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La época sandinista
Desde sus primeros meses en el poder, se hizo evidente que el Frente Sandinista apostaba por el totalitarismo. LA PRENSA, por el contrario, no comulgaba con el marxismo-leninismo y quería mantener su postura de medio de comunicación independiente. Los problemas aumentaron a partir del 20 de abril de 1980, con un conflicto que culminó con la fundación de El Nuevo Diario.
En resumen, fiel a sus métodos, el Frente Sandinista, a través del Sindicato de Trabajadores del Diario LA PRENSA, intentó infiltrarse en el Consejo Editorial para que este siguiera “una línea orientadora, democrática, pluralista y ajustada a las concepciones de la Ley General Sobre Medios de Comunicación”, apuntan las memorias de este rotativo. Además, el sindicato exigía el nombramiento de Xavier Chamorro Cardenal como director único y omnipotente, pues él se inclinaba por hacer de LA PRENSA un medio totalmente pro-sandinista.
Como la directiva se negó a ceder ante las exigencias del Frente Sandinista y se mantuvo firme en su deseo de ser independiente, el sandinismo promovió la fundación de El Nuevo Diario y el personal de LA PRENSA se dividió. El nuevo medio de comunicación fue fundado por al menos el 70 por ciento del antiguo personal de LA PRENSA, que tuvo que cerrar por casi un mes y reapareció el 26 de mayo de 1980 con la frase: LA PRENSA siempre será LA PRENSA.
A partir de entonces, no dejó de sufrir ataques públicos, cierres parciales y totales, intimidación por medio de turbas, retiro de anuncios del Estado, censura de material noticioso y la no autorización de divisas para la importación de materia prima necesaria para la impresión del diario.
Don Jaime recuerda que había que imprimir todo el periódico y enviarlo a los censores para su revisión y aprobación. Se mandaban además dos páginas de “relleno”, que contenían las noticias que, de ser aprobadas, servían para llenar los huecos que la censura dejaba en el cuerpo del diario.
En los peores tiempos, la revisión llegó a tardar hasta siete horas y eso atrasaba muchísimo la impresión del diario. Por otro lado, dice don Jaime, a los sandinistas no les gustaba que la gente supiera que había censura. En los tiempos de los Somoza, cuando obligaban a LA PRENSA a eliminar contenido, el periódico ponía fotos enormes para rellenar el espacio y así sus lectores se enteraban de que se había censurado información; pero el Frente Sandinista no permitía esa forma de protesta.
La censura y la crítica del nuevo régimen alcanzó niveles de ridículo. Por ejemplo, el 1 de septiembre de 1980 Daniel Ortega dijo en un De Cara al Pueblo que haber publicado información sobre el cumpleaños 80 de la reina Elizabeth de Inglaterra era “un insulto para el pueblo nicaragüense”. Y en otra ocasión LA PRENSA fue censurada por intentar publicar una encuesta que daba por ganadores a Los Cardenales de San Luis en la Serie Mundial. Ahí el problema era que el título decía “Cardenales” y eso sonaba como Cardenal Miguel Obando y Bravo, asegura don Jaime.
Durante toda la década de los ochenta LA PRENSA continuó sufriendo censura. Se les prohibió a las empresas del Estado anunciarse en este medio de comunicación y para 1988 hasta los miembros de la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, dirigida por Rosario Murillo, tenían prohibido publicar sus poemas en LA PRENSA Literaria.
Así las cosas, fue una ironía o tal vez una consecuencia natural, que doña Violeta Barrios de Chamorro, viuda de Pedro Joaquín y exdirectora de LA PRENSA, venciera en elecciones al eterno candidato del Frente Sandinista.
Reconstrucción y deuda
- Luego del bombardeo del 11 de junio de 1979, el gobierno sandinista no cooperó en la reconstrucción de LA PRENSA, pese a que el personal de este rotativo había colaborado con asistencia técnica en el proceso de transformación de Novedades en Barricada, asegura el libro Frente a Dos Dictaduras, de Jaime Chamorro Cardenal.
- “Solamente se nos exoneró de impuestos aduanales para la introducción del equipo usado que enviara la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)”, señala.
- LA PRENSA logró levantarse gracias a un préstamo otorgado por la Fundación Friedreich Naumann, de la Alemania Federal, a un plazo de diez años y pagadero en córdobas: 545 mil dólares para restaurar el edificio y comprar maquinaria.
- El Frente Sandinista, dice don Jaime, no solo no cooperó con LA PRENSA, sino que tampoco pagó los 50 mil dólares que la empresa le prestó en agosto de 1978 para “una operación revolucionaria sin especificar”. Los sandinistas honraron la deuda con persecución y censura.
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Los noventa y la actualidad
Llegó la paz en los años noventa y al fin, durante casi una década, LA PRENSA vivió un periodo en el que podía ejercerse la libertad de expresión… Hasta que Arnoldo Alemán Lacayo subió a la Presidencia de Nicaragua y volvió la censura publicitaria, sumada al acoso fiscal, apunta el libro: 85 años al servicio de la Verdad y la Justicia.
Con Enrique Bolaños Geyer las relaciones tampoco fueron miel sobre hojuelas. A este gobierno, igual que a los otros, no le gustaba la crítica. Cuando una noticia no era enfocada de manera que favoreciera al Gobierno, el presidente y sus voceros se enojaban, cuentan las memorias de LA PRENSA.
En los siguientes años de gobiernos liberales el Diario fue atacado verbalmente por el Frente Sandinista, en especial por Daniel Ortega, y a través de procesos judiciales contra sus periodistas. Sin embargo, podía practicarse la libertad de prensa y había acceso a información pública. Todo eso cambió con el regreso de Ortega al poder.
Desde mucho antes del 18 de abril de 2018, los medios de comunicación independientes ya sufrían otro tipo de censura: el hermetismo del Estado. Ningún funcionario está autorizado para dar declaraciones a LA PRENSA y los periodistas de este medio no pueden ingresar a actividades de las instituciones del Estado.
Ahora el Diario también enfrenta la retención de la materia prima, que está secuestrada en Aduana. Y a esto hay que sumar el mal momento que viven los periódicos del mundo mientras intentan adaptarse a la era digital.
La crisis que LA PRENSA atraviesa responde al contexto que vivimos y es grave, admite don Jaime Chamorro Cardenal. Sin embargo, el Diario apuesta, como siempre, a sobrevivir. Desde la fundación de este periódico, por Nicaragua han pasado unos 18 presidentes y durante todo ese tiempo LA PRENSA ha seguido siendo LA PRENSA.