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Una líder comunitaria reparte comida a damnificados del huracán ETA en el barrio Guililandi, en Bilwi. LAPRENSA/CORTESÍA/WFP

Programa Mundial de Alimentos lanza SOS por hambruna en Centroamérica

De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, 1.7 millones de personas se encuentran en "emergencia" de inseguridad alimentaria producto del Covid-19 y de los huracanes Eta y Iota

La crisis económica generada por la pandemia del Covid-19 junto al impacto de los huracanes Iota y Eta, ha multiplicado casi cuatro veces la inseguridad alimentaria en los últimos dos años en Nicaragua y otros tres países de Centroamérica, señaló el Programa Mundial de Alimentos (PMA o WFP, por sus siglas en inglés).

Según estimaciones del WFP, adscrito a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de 2.2 millones de personas con crisis alimenticia contabilizadas en 2018, la cifra ha subido a cerca de 8 millones en 2021, de estas, 1.7 millones de personas se encuentran en “emergencia” de inseguridad alimentaria “y necesitan asistencia alimentaria urgente”, detalla en una nota oficial emitida desde Roma.

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El organismo llamó de manera urgente a la comunidad internacional a que se sume en apoyar la iniciativa del WFP, que prevé atender a 2.6 millones de personas, tanto en Nicaragua como en El Salvador, Guatemala y Honduras este año, para lo que requiere un total de 47.3 millones de dólares durante los próximos seis meses.

“WFP hace un llamado a la comunidad internacional para que apoye sus esfuerzos en Centroamérica para brindar asistencia humanitaria urgente e invertir en proyectos de desarrollo a largo plazo y en programas nacionales de protección social que ayuden a las comunidades vulnerables a hacerse resilientes a los fenómenos meteorológicos extremos y a las crisis económicas recurrentes”, señala la misiva del organismo.

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Sin comida en sus parcelas, buscan migrar

Según los cálculos de dicha entidad, los dos huracanes que impactaron Centroamérica en noviembre del año pasado afectaron 200 mil hectáreas de “alimentos básicos y cultivos”, estas áreas fueron destruidas en los cuatro países antes mencionados, sumando además las más de 10 mil hectáreas de cultivos de café dañados en Nicaragua y Honduras.

La entidad de la ONU también destacó que Eta y Iota “cambiaron la vida de 6.8 millones de personas. Muchos perdieron sus hogares y sus medios de vida”. “Los huracanes golpearon cuando estas comunidades ya estaban lidiando con la pérdida de empleos y una economía en contracción, una consecuencia del Covid-19”, recordó el WFP.

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Como consecuencia de la crisis alimentaria provocada en estos países, el 15 por ciento de los encuestados por la agencia de la ONU en enero de este año indicaron que se encontraban haciendo planes para salir del país de origen argumentando “que sus casas y cultivos habían sido destruidos, los alimentos se estaban agotando y las oportunidades de empleo estaban disminuyendo”.

Este porcentaje supera por siete puntos porcentuales la evaluación realizada por el WFP en 2018, donde posterior a la sequía de ese año, el 8 por ciento de los encuestados indicó que planeaba migrar.

Pandemia del Covid-19

Además del impacto de dos poderosos huracanes, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, la seguridad alimentaria de estos países se vio impactada negativamente por la pandemia del Covid-19.

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“El número de hogares que no tenían suficiente para comer durante el Covid-19 casi se duplicó en Guatemala en comparación con los números previos a la pandemia. En Honduras aumentó en más del 50 %. Una abrumadora mayoría de hogares en Honduras, Guatemala y El Salvador reportaron pérdidas de ingresos o desempleo durante la pandemia”, destaca la entidad de la ONU.

Por su parte, el director regional del WFP para América Latina y el Caribe, Miguel Barreto, consideró que la recuperación de estos cuatro países en materia de alimentaria será larga y muy lenta.

“Considerando el nivel de destrucción y retrocesos que enfrentan las personas afectadas, anticipamos que esta recuperación será larga y lenta. 2020 fue un año para el olvido en todo el mundo, y aún más para las comunidades de Centroamérica que recibieron una serie de golpes”, manifestó Barreto.

“La peor parte” en las comunidades

El WFP resaltó que en los cuatro países donde se centra el apoyo, han sido las comunidades de zonas vulnerables quienes “se han llevado la peor parte” del impacto tanto la pandemia, los huracanes y el cambio climático en general, donde “años consecutivos de sequía y un clima errático han interrumpido la producción de alimentos, especialmente del maíz y los frijoles, que dependen en gran medida de las lluvias regulares”.

En Nicaragua, en agosto de 2020, el Centro por la Justicia y Derechos de la Costa Atlántica (Cejudhcan), expuso la situación crítica que estaban viviendo comunidades del Caribe Norte del país producto de las lluvias.

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En esa ocasión, el organismo nicaragüense detalló que las fuertes lluviasprovocadas por las ondas tropicales 28 y 29, arrasaron con todos los cultivos de arroz, musáceas, tubérculos y maíz, la principal fuente de alimento para estas familias indígenas que practican al agricultura para autoconsumo y que la situación empeoraba por el acecho del Covid-19 y porque las comunidades no cuentan con agua limpia para cumplir las medidas sanitarias.

Miguel Barreto, director regional de WFP para Latinoamérica, agregó que la pandemia del coronavirus ya había puesto a los alimentos fuera del alcance de las personas más vulnerables previo a la llegada de los huracanes Iota y Eta. “Las comunidades urbanas y rurales de Centroamérica han tocado fondo. Muchos ahora no tienen dónde vivir y se quedan en refugios temporales, sobreviviendo con casi nada”, culminó el representante del WFP.

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