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En medio de tres años de recesión y más allá de la turbulencia económica, el sector agropecuario es el que ha dado la cara en los indicadores económicos de Nicaragua. El gobierno ha atribuido un menor desplome del Producto Interno Bruto (PIB) en estos últimos tres años a las actividades que se desarrollan en el campo, ayudado por los precios internacionales que los productos agropecuarios locales reciben en el exterior.
Para muestra un botón. Según cifras preliminares del Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex), el año pasado las exportaciones- sin incluir zona franca- dejaron 2,953 millones de dólares en divisas, un incremento de 176 millones de dólares si se compara con el 2019 cuando sumaron 2,298 millones de dólares. Un comportamiento positivo en ingresos solo comparables con las remesas, mientras la economía interna declinaba entre 1.5 y 2.5 por ciento asfixiada por pandemia y el coletazo de la crisis política desatada en el 2018.
De hecho los ingresos por exportaciones de productos agropecuarios han crecido significativamente en la última década, de la mano del DR-Cafta. Según cifras del Banco Central, mientras en el 2006 solo las exportaciones agropecuarias aportaban a la economía 385.6 millones de dólares, hasta noviembre del año pasado habían ascendido a 741 millones de dólares.
Pero esos resultados positivos no colocan los salarios que se pagan en el campo como los mejores del país, tal como ocurre, por ejemplo, con el sector minero (otra actividad que se desarrolla en el campo), que según cifras del Banco Central de Nicaragua, en promedio pagó 28,105 córdobas en el 2020, muy encima de los 11,671.9 córdobas que devengaron como media todos los afiliados al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
En contraste, los trabajadores del sector agropecuario, silvicultura, caza y pesca ganaron en promedio 7,372 córdobas mensuales, el más bajo de todos los escalafones de actividades económicas que aportan al instituto. Con ello, mientras el salario minero supera con más de 16,433 córdobas el salario promedio de los afiliados al Instituto, el del campo se aleja de forma negativa con una brecha de 4,300 córdobas.
Cabe resaltar que el sector minero también se ha favorecido no solo de los elevados precios internacionales sino también de mayor producción y atracción de inversión extranjera, pero además es una actividad donde impera la formalidad, algo que no ocurre en la agricultura.
Situación puede ser peor
La situación podría ser peor de lo que demuestran las cifras del BCN. La galopante informalidad en el sector agropecuario ocasiona, que pese a que cerca de un millón de nicaragüenses están empleados en esta actividad, el INSS apenas el año pasado en promedio logró captar 63,442 trabajadores de este sector, lo que implicaría que los que están fuera del sistema de seguridad social tengan salarios más precarios, principal característica de la informalidad.
Detrás de esos bajos ingresos hay un relativo estancamiento en la mejora de los salarios en el campo. Los números muestran que pese a que en los últimos años el sector agrícola y productivo se ha visto favorecido por mejores precios internacionales, desde el 2007 hasta el 2020, en el campo el salario promedio de los afiliados solo ha subido en términos dolarizados 54.95 dólares. Hace 13 años se pagaba en el campo un equivalente a 156.74 dólares, pero hasta el año pasado ascendió a 211.69 dólares, es decir un aumento cercano al 26 por ciento.
Todo eso a pesar que el campo es fundamental en la economía. De hecho, el ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP), Iván Acosta exaltó que el sistema de producción agropecuaria es muy fuerte en este país y que hay dos cultivos muy importantes como el sector ganadero y el café que el año pasado, pese a las adversidades por la pandemia de la Covid-19, ellos apoyaron el crecimiento de los ingresos por exportaciones. “Ahí están involucrados muchos productores, mucho trabajo y está vinculado al mercado externo”, señaló.
Pero ¿qué hay detrás de esos bajos salarios en el campo? ¿por qué los buenos precios internacionales no se trasladan significativamente a los jornaleros? ¿por qué tanta informalidad en el campo?
El presidente de la Unión Nacional de Productores Agropecuarios (Upanic), Álvaro Vargas dice que el problema ha sido que los gobiernos de turno no han apoyado las demandas que por años han expresado los productores, sobre la necesidad de abaratar los costos de producción en el campo, para ser más competitivos en los mercados internacionales y por ende mejorar la paga a la mano de obra e invertir en tecnología.
Pero además Vargas cree que las cifras oficiales no reflejan la realidad de estos salarios, porque los patrones de las fincas dedicadas a la agricultura o la ganadería, principalmente en los rubros de café y ganado, ofrecen comida, vivienda, electricidad y agua de manera permanente y eso aumenta el poder adquisitivo de los obreros. No obstante, reconoce que la calidad de los beneficios proporcionados a los trabajadores varía de finca en finca, es decir no es uniforme.
Conocer el verdadero salario del trabajador agrícola es difícil porque depende del alimento y la mejora que el patrón ofrezca, dijo Vargas. “Pero recordá que en las zonas urbanas, por ejemplo Managua, con el salario mínimo debés pagar transporte y buscar cómo garantizar tus tres tiempos de comida, en el campo el trabajador come en la finca y viven ahí mismo o cerca”, explicó.
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Sector en desventaja
Por su parte, el vicepresidente de la Federación de Asociaciones Ganaderas de Nicaragua (Faganic), Solón Guerrero, considera que el trabajador agropecuario trabaja de seis a once de la mañana, por lo tanto este sector no es el que recibe la paga más baja. “Si vez rendimiento por hora te vas a dar cuenta que no es el sector al que menos se le paga, a parte de eso tenés que sumarle 1,200 córdobas mensuales en base a la comida que se les da”, explicó.
Los desafíos para el sector agropecuario, van más allá de mejorar las condiciones salariales de los colaboradores, a criterio de Guerrero. “El principal desafío está en lograr mantener esos ritmos en las exportaciones, tomando en cuenta que los costos de producción se han elevado enormemente, que no hay financiamiento accesible y disponible, el tema de créditos es básico al igual que el tema de los costos de producción”, preciso.
La reforma a la Ley de Concertación Tributaria redujo la probabilidad de que los salarios en el campo mejoren. El Gobierno decidió quitar un paquete de exoneraciones que antes llegaban al campo, que aliviaba en algo los elevados costos de producción. Obligó a que los productores paguen impuestos si quieren introducir maquinarias y otros insumos, lo que a criterio de Vargas y Guerrero eso complica la posibilidad de mejorar los salarios en el campo.
El titular de Upanic reconoce que los salarios desafortunadamente en países como Nicaragua son extremadamente bajos, pero la economía tampoco ayuda. “En rubros de agroexportación vos competís con el mundo y generalmente en el mundo, los sectores agropecuarios están subsidiados, porque obviamente es la seguridad alimentaria del país, a excepción de Nicaragua que contrario a fomentar la producción de alimentos, en el 2019 por primera vez en la historia de Nicaragua, este sector comenzó a pagar impuestos”, rememoró.
Además de que la Ley de Concertación tributaria le restó competitividad al país, Guerrero señaló que otro factor negativo al cual se enfrenta el sector es que desde el 2018 no hay acceso a créditos. “Entonces todas las reservas que venían acumulando los productores en los años antes del 2018 , se han ido acabando y no han tenido un sistema financiero que haya apoyado a los productores para ofrecer capital de trabajo porque simplemente lo que se ha hecho es ir pagando deudas”, detalló. Durante los últimos 15 años el sector agropecuario había venido en crecimiento, dijo, por lo tanto las exoneraciones y exenciones que disponía el gremio habían tenido su aporte positivo.
De hecho los números oficiales muestran que el crédito agropecuario no está dentro de las prioridades de la banca. Datos de la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras (Siboif) muestran que de los 121,995 millones de córdobas en cartera de crédito de la banca, solo 12,592 millones de córdobas eran agrícola y 2,193 millones ganadero.
A todo esto se suma, que el Gobierno también ha encarecido el costo para afiliar a un trabajador, lo que aleja al campo más de la formalidad.
¿Falta dinero para tecnificar la mano de obra? Escuelas técnicas para capacitar en sistemas agropecuarios a los jóvenes sí existen, pero el flujo de efectivo de los empleadores no les permite contratar asesorías, expresa Guerrero, porque en Nicaragua casi el 95 por ciento son medianos productores, el promedio de cabezas de ganado por productor a nivel nacional es de 35, por ejemplo.
Unapa apela a salario social
Elevar el salario social y que se trabaje más en el salario real es la propuesta de José Adán Rivera, presidente de la Unión Nacional Agropecuaria de Productores Asociados (Unapa) ahora que se discute un reajuste al salario mínimo en el Ministerio del Trabajo, porque de nada sirve que haya un aumento cuando se disparan los precios de los productos básicos.
“El salario social es ese que viene vía Gobierno, vía salud gratuita, vía educación gratuita, viviendas, la merienda escolar, todos esos son elementos de salarios social que muchas veces son más importantes que el salario nominal. Y actualmente la prioridad es la generación de empleos, claro que si los grandes empresarios pagaran más, pero nosotros sabemos que no van a pagar más, por eso insistimos en el salario social”, dijo Rivera.
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En el campo el salario es negociado entre el trabajador y el empleador y dependerá de las condiciones que ofrezcan las fincas que los obreros del campo decidirán si hacen negocio o no, expresó por su parte Freddy González, secretario general de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC).
González confirmó que el obrero del campo accede a tierra dentro de las fincas para poder sembrar sus propios alimentos pero no todos los empleadores se comprometen con esta particularidad que forma parte de un convenio colectivo ante el Ministerio del Trabajo.