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¿Qué pasaría si Ortega ganara en el 2021?

Nadie sabe qué futuro tendrá Nicaragua si el dictador Daniel Ortega resulta “vencedor” en la convocatoria eleccionaria del siete de noviembre del 2021, aunque el viejo refrán afirma “que por la víspera se saca el día”.

A este país le ha tocado vivir tiempos difíciles desde que los sandinistas asaltaron el poder en 1979, pero habría que saber si con otro fraude de los que está acostumbrado Ortega, la situación seguiría lo mismo o caería en extremos inimaginables. De todas maneras, al sandinismo no le interesa encauzar a Nicaragua hacia rumbos que la conduzcan a su desarrollo, solo retener el poder, satisfacer ambiciones del dictador de turno que ha resultado ser peor que Somoza por las formas de gobernar el país.

La Alianza Cívica, la Coalición Nacional, la Unidad Nacional Azul y Blanco, u otra forma de oposición que también adverse a Ortega, tienen que unirse; hacer a un lado los malos hábitos de las confrontaciones que nada bueno le ofrecen a este país que es propiedad jurídica de los nicaragüenses. La oposición debe cerrar filas, actuar con madurez de juicio, pensar que Nicaragua no es patrimonio de nadie en particular y que la emisión del voto libre tiene que abrir opciones de cambio y a la transformaciones que necesita el país.

Si Ortega se considera líder nacional, ¿por qué le teme a las elecciones libres, y supervigiladas por organismos nacionales, e internacionales, y en virtud de aceptarlas apela a los mecanismos de corrupción y mantiene un Consejo Electoral que es la vergüenza del país. Ortega debería entender que Nicaragua urge de un cambio auténtico que le abra al país el camino de un desarrollo económico sostenible, sin cinturones de pobreza generados por el desempleo.

Debería entender los mandatos de la democracia y poner fin a los crímenes políticos, los allanamientos sin orden judicial a la propiedad privada, las agresiones físicas a la mujer, etc.

Por su parte la oposición tiene que ser consecuente en la búsqueda de establecer un sistema de gobierno respetuoso de las libertades ciudadanas, donde se respeten las opiniones y opciones de cada nicaragüense para responder a las comunes demandas de nuestra sociedad. Requerimos de un régimen donde la Policía y el Ejército sean guardianes del orden institucional y dejen de ser instrumentos de un sistema político determinado.

Las fuerzas armadas deben conservarse al servicio del pueblo obedeciendo a lo ordenado en la Constitución Política, y no prestarse a los viciados objetivos que persiga una determinada dictadura.

No hay justificación alguna para que después del 2021 las cosas sigan como están. Hay que ponerle fin al actual sistema de gobierno que solamente ha procurado la ruina de la República.

La oposición tiene la última determinación. Nicaragua está a tiempo de levantarse como “el Ave-Fénix” de sus cenizas. Para eso los nicaragüenses de buena voluntad, los que amen la libertad y quieran la democracia como el sistema de vida permanente de todos, deben unir sus voluntades y esfuerzos, actuar juntos bajo la única bandera de la patria.

Las elecciones de noviembre de 2021 podrían ser la gran oportunidad para que Nicaragua deje atrás la dictadura, la opresión política, la miseria espiritual y el atraso económico. Nicaragua solo puede ser un país libre y soberano, una verdadera república, si los mismos nicaragüenses quieren que lo sea.

El autor es periodista de somoto

Opinión
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