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Alianza sin excepción

Al parecer la oposición sigue en su afán de decepcionar más al pueblo en la búsqueda de la ansiada unidad nacional para las próximas elecciones.

Antes el obstáculo era aparentemente el MRS —por su vieja camaradería con el FSLN— hoy aparecen nuevos interlocutores y tomadores de decisión, incluso de autoexiliados.

Por el partido CXL está el analista político y exembajador liberal, don Bosco Matamoros, enemigo acérrimo del PLC, pero no por el conflicto interno de ese partido.

Esa litis no debe ser motivo de expulsión y no es para estremecer a la nación.

La viejas rencillas se deben borrar por completo para dar paso a un proyecto de nación. Ortega aprovecha esta coyuntura para vengarse de la forma más cruel, no pierde su tiempo de dividir para no perder otra vez, como ocurrió en el 90. La división lo beneficia a él.

Si en el 90 se logró una verdadera unidad para derrotar a los sandinistas. Entre los partidos que se asociaron en la Unión Nacional Opositora UNO estaban inclusive los comunista y socialista, señalados de “radicales y de línea dura” pero cuando salieron electos diputados fueron muy disciplinados y comprometidos con el plan de gobierno de la UNO.

Tal fue el caso de Luis Sánchez Sancho, del Partido Socialista Nicaragüense (PSN), y de Elí Altamirano Pérez, líder del Partido Comunista de Nicaragua.

En definitiva, yo creo que no hay tiempo para tantas discusiones, sino de fraguar alianzas. El pueblo está ansioso de saber y está a la expectativa de que las cosas marchen bien. Por eso nadie debe estar descalificando a determinado partido.

Creo que el señor subsecretario de Estado, Michael Kozak, dejó claro al decir que Estados Unidos continúa respaldando una transición “pacífica y democrática en Nicaragua”, pero no mencionó ni descalificó a determinado partido o grupo.

“Solo estamos esperando las elecciones para votar contra Daniel Ortega”, tal es el clamor del nicaragüense, pero los dirigentes políticos no utilizan la razón por este país en la búsqueda de una salida.

Mientras el régimen de Daniel Ortega está esquilmando el país pero trabajando con sus bases, la oposición está de brazos cruzados, no tienen ninguna estrategia más que la de pelearse entre ellos.

En 40 años Ortega ha sido el único candidato de su partido, en la oposición hay muchos de altos quilates pero están ocultos.

El deseo de conseguir el poder es de todos, no importa la casilla, solo es cuestión de mantener la mística de abril del 2018.

Pero si se extiende el conflicto interno sería muy difícil botar a Ortega, quien con su escuálida preferencia podría ser derrotado por un candidato opositor de consenso.

El autor es periodista. Vicepresidente de APN.

Opinión
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