La violencia contra las mujeres es una realidad latente en Nicaragua. Aunque no hay cifras exactas de cada tipo de agresión, alarma el número de femicidios que se registran año con año. Católicas por el Derecho a Decidir contabilizó 63 femicidios durante el 2019 y 64 femicidios frustrados. La mayoría de los agresores fueron las parejas de las víctimas.
Solo en los primeros días de este 2020 se reportaron agresiones contra dos mujeres: una fue baleada en el cuello, en Managua, el 1 de enero; y la otra fue apuñalada diez veces, en la comarca El Colorado, municipio de El Rama, Caribe Sur, el 5 de enero. Ambas quedaron entre la vida y muerte
Estos fueron los casos que se conocieron, pero cada día ocurren más de los que no se habla porque no se denuncian, aseguran feministas.
Sin embargo, previo los femicidios, generalmente las mujeres sufren otros tipos de agresiones. La organización internacional Ayuda en acción define la violencia como todo daño físico, psicológico o emocional que se traduce en el maltrato verbal o físico.
Pero para salir de una relación violenta es necesario aprender a identificar los signos de alerta.
Violencia psicológica
Este es todo tipo de acoso, restricción, humillación, manipulación o aislamiento hacia la mujer. Elia Palacios, de la Asociación de Mujeres Axayacatl, en Masaya, dice que esta violencia es la “más sutil”, porque la persona no “mira” el daño en su cuerpo.
La violencia psicológica se puede ejemplificar cuando el hombre compara el físico de su pareja con otra mujer, o bien, cuando le prohíbe ser amiga de otros hombres.
Violencia física
Va desde los empujones, cachetadas, aruños, hasta hematomas, heridas o quemaduras. Este tipo de violencia va acompañada de violencia psicológica.
Violencia sexual
Este refiere a la explotación, abuso o intimidación. Aun cuando la mujer esté en una relación puede ser víctima de este tipo de violencia. Si tu pareja de obliga a tener relaciones sexuales es un abuso.
“Cuando te obligan hacer posiciones que vos no querés, es un abuso. Es decir, la manera y la forma tienen que ser consensuadas en una relación de pareja”, enfatiza Palacios.
Violencia económica
Ocurre cuando existen limitaciones o control del dinero. En ciertas situaciones, la mujer no es libre de administrar su propio salario y por ende no tiene independencia económica.
“Ejemplo de violencia económica es cuando la pareja no aporta lo suficiente para el hogar. Te da una tontera (de dinero) y te exigen pollo y carne todos los días, al final, la mujer lo termina manteniendo”, dice Palacios.
Violencia laboral
Dificulta a la mujer el acceso a puestos de responsabilidad laboral. El hombre no permite a su pareja trabajar porque la cree incapaz para asumir el puesto.
Violencia simbólica
Favorecen el hecho del machismo, la discriminación o la naturalización de cualquier rol de subordinación de las mujeres en nuestras sociedades.
El ciclo de la violencia
La experta asegura que para que las mujeres permanezcan en relaciones violentas hay un círculo del que es difícil identificar y salirse. Palacios asegura que hay tres “fases”: la acumulación de tensión -cuando hay molestias en la relación-, un incidente agudo (cuando se descarga las tensiones a través de cualquier tipo de violencia), y la luna de miel -cuando el agresor violenta a la mujer pero lo “justifica” y se muestra “arrepentido”.
“Todas las violencias nunca van solas porque un hombre que está golpeando también te está ofendiendo... lo importante para que un mujer reconozca si está o no viviendo violencia, es que identifique cada uno de los tipos de violencia para decir ‘yo estoy viviendo esto'”.
Recomendaciones
De acuerdo a Martha Flores, de Católicas por el Derecho a Decidir, el primer punto que debe tener en cuenta la víctima es no sentirse sola. La feminista aconseja eliminar todo pensamiento negativo y empezar a valorar su vida. Para eso, Flores y Palacios exponen los siguientes puntos:
1- Tener un confidente, ya sea su familia o amistad, donde pueda compartir la situación que vive.
2- Denunciar al agresor ante la Policía debe ser el siguiente paso, aun en el contexto del país, ya que esta denuncia servirá para documentar la situación.
3- Visitar organizaciones de mujeres. Ante la falta de justicia, la mayoría de las víctimas prefieren no denunciar y separarse de sus parejas.
“La primer puerta de entrada es la Policía porque tendría que establecer las medidas precautelares que están establecidas en la ley”, dice Palacios.
Por su parte Flores anima a las mujeres a abocarse con las distintas organizaciones feministas para que sean asesoradas y reciban acompañamiento. Estos servicios no tienen ningún costo.
Puede interesarle: “Si me dejás, mato a la niña y a tu madre”. Las constantes amenazas que recibía la mujer que fue agredida con una navaja por su expareja
Una vez que la mujer decida dejar a su pareja debe tener en cuenta varias recomendaciones:
- Buscar un lugar seguro para resguardar su vida y la de su familia (en caso de que tenga hijos).
- Cuando la mujer decida abandonar a su pareja, tiene que hacerlo sin levantar sospecha y en una hora donde el individuo no se encuentre en la casa o cerca de la zona, recomienda el Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM).
- El lugar donde se refugie la víctima deberá ser desconocido para el agresor.
- Una vez establecida, contar con un teléfono ante cualquier emergencia, si es necesario, cambiar de número.
- Si la mujer sigue sufriendo amenazas de su expareja, el FCAM aconseja guardar todo tipo de documento, como denuncia o atención médica, que compruebe la violencia sufrida.
- No aceptar mediación con el agresor.
“La mujer cuando media, está mediando su vida, en esos momentos está en juego su vida… (La víctima) tiene que buscar la justicia, porque de qué sirve que medie si después (el agresor) va burlarse de la mujer y va lograr su objetivo que es quitarle la vida”, asegura Flores.