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Monseñor Álvarez, Ley Amnistía

Monseñor Álvarez aseguró además que el país vive “un momento crucial” en el que todos “podemos definir los fundamentos de una nueva nación y donde podamos reconstruir la historia de Nicaragua”, dejando de ser indiferentes. LA PRENSA/Luis E. Martínez

Monseñor Álvarez asegura que Ley de Amnistía debió tener consenso con todos los sectores del país

El obispo de la Diócesis de Matagalpa aseguró que "este era un momento bien importante, en el que pudo haber concertado un proceso de auténtica justicia, no repetición, reparación, entre todos los nicaragüenses”

Solo el consenso de todos los sectores representativos del país puede conllevar a un proceso de “auténtica justicia, reparación y no repetición”, consideró el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, descalificando tácitamente la Ley de amnistía, aprobada el sábado en una sesión de urgencia por la aplanadora orteguista en la Asamblea Nacional.

“Pienso que este era un momento bien importante, en el que pudo haber concertado un proceso de auténtica justicia, no repetición, reparación, entre todos los nicaragüenses”, dijo monseñor Álvarez, en breves declaraciones sobre ese tema, después que presidió la misa de este domingo en la catedral San Pedro Apóstol de la ciudad de Matagalpa.

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A criterio del obispo “este proceso va muchísimo más allá de una negociación. Es un proceso, el que tiene que llevarse a cabo, de tal forma que sí, creo que se debió aprovechar ese momento como una oportunidad para lograr una concertación de todos los sectores representativos de Nicaragua, estrictamente sobre este tema de la justicia, la reparación, la no repetición, porque eso solamente se puede lograr cuando todos logremos un consenso y nos pongamos de acuerdo”.

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La Ley de Amnistía, aprobada con 70 votos a favor y 15 en contra ha tenido un amplio rechazo nacional e internacional por considerar que pretende consolidar la impunidad del régimen, señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de masacrar a la población durante las protestas sociales en Nicaragua.

“No podemos ceder a la desesperanza, al odio ni al miedo”

Monseñor Álvarez lamentó que “hay corazones” de nicaragüenses “en los que ya se incubó el odio”y aseguró que el país vive “un momento crucial” en el que todos “podemos definir los fundamentos de una nueva nación y donde podamos reconstruir la historia de Nicaragua”, dejando de ser indiferentes.

Durante la misa, el obispo reiteró que “si la falta de esperanza sepulta a un pueblo, el odio lo autodestruye, el miedo lo paraliza. No podemos ceder a la desesperanza, al odio ni al miedo. ¡No podemos!”.

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El miedo, según monseñor Álvarez, conlleva al riesgo de que la persona se automargine y deje que otros actúen y gestionen por ella, por lo que fácilmente puede volverse indiferente y “todavía más grave, se vuelve irresponsable, (porque) no quiere responder de sus actos, no quiere responder del caminar de la historia, del caminar histórico, del caminar de la sociedad, no quiere responder eso, (porque) siente y piensa que él no tiene nada que ver con aquello, incluso, puede llegar a pensar que él toda la vida ha vivido al margen de los acontecimientos y que no tiene por qué meterse ahora”. Sin embargo, apuntó el obispo, “no podemos permitir que sean solamente algunos los que construyan la historia”.

Monseñor Álvarez agregó que cuando la persona redescubre su dignidad personal, social y nacional, indistintamente del tipo de trabajo u oficio que realice en el campo o la ciudad, cada quién va asumiendo su responsabilidad y “se descubre una paz profunda de saber que hemos cumplido, que estamos cumpliendo con un deber moral, un deber social, un deber con nuestra propia tierra que nos vio nacer”.
“Todos los nicaragüenses, sin exclusividades, todos, todos, nos merecemos una historia diferente a la que se ha venido construyendo durante más de 190 años, que ha sido una historia fragmentada, quebrantada, llena de ciclos repetitivos de la que no hemos terminado de salir o superar”, apuntó el obispo de Matagalpa.

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El jerarca católico también consideró que, entre los nicaragüenses, es “difícil” que exista un corazón que no esté lastimado por la situación que atraviesa el país; pero lamentó que hay corazones “en los que ya se incubó el odio”, por lo que exhortó a los asistentes a que “tenemos que pedirle, amadísimos hermanos, con urgencia, al Divino Espíritu, que ilumine nuestras mentes y nuestros corazones para encontrar caminos que nos ayuden a superar juntos esas consecuencias malignas del odio”.

El obispo explicó además que en el país “estamos en un momento crucial donde podemos definir los fundamentos de una nueva nación y donde podamos reconstruir la historia de Nicaragua”. “A estas alturas de la situación en Nicaragua, es urgente que los nicaragüenses no seamos indiferentes a la realidad que vivimos. No ser indiferentes es responsabilizarse, ser gestor de esta historia actual y haciéndolo de forma constructiva, propositiva. Yo veo que hay gente que se dedica a plantear cuestiones que destruyen, escucho discursos que incitan a la destrucción y eso no nos lleva más que al abismo”, señaló monseñor Álvarez.

Agregó que los nicaragüenses “tenemos que ser propositivos, incluso, no solo quedarnos en la problemática, sino (hacer) propuestas éticas, propuestas morales, propuestas que tengan, como decimos los obispos en nuestro mensaje pascual, como centralidad a la persona, al ser humano, como primer valor a la persona. Necesitamos responsabilizarnos de la ciudadanía, es decir, que cada nicaragüense sepa que tiene un potencial en sus manos para poder levantarnos de las cenizas y poder construir, insisto, un nuevo país”.

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