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Rosario Murillo realiza una alocución diaria de lunes a viernes. Caricatura de Luis González

El mundo paralelo de Rosario Murillo

Un periodista de LA PRENSA escuchó durante una semana la alocución diaria de Rosario Murillo. Habló de paz, de reconciliación, invocó a Dios casi 100 veces, pero Nicaragua es víctima de la represión de su régimen

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Entre las tareas más infames de los periodistas en Nicaragua, un país bajo  acoso policial incesante, que despierta de sobresalto en sobresalto—un día encarcelan a un opositor, en otro marcan una casa con la palabra plomo, o la gente se va por miles al exilio— está escuchar cada mediodía a Rosario Murillo, esposa y número dos del régimen de Daniel Ortega.

Murillo concentra las tareas del ejecutivo a cada día. Escuchar su mensaje, a cualquier extranjero, podría parecerle estar atento a un resumen de cosas que los gobernantes llaman obras y nosotros su trabajo. Pero no. Entre el siete y el 11 de enero de 2019, Murillo como cada semana empieza el suyo y, antes de política, parece sacerdotisa, una mujer consagrada a la religión.

O la escucho vía telefónica mientras en las imágenes de las televisoras oficialistas se observa su  foto fija, o la sigo en la radio o voy segundo a segundo en las redes sociales leyendo lo que dice. Ahí sus acólitos hablan de su mensaje o la felicitan en su cumpleaños, tanto a ella como al Comandante. Pero es difícil seguirla, sin inmutarse, como los días más duros de abril cuando el país se incendiaba y ella, desde los medios oficialistas, repartía descalificaciones con el mismo tono, alterándolo pocas veces.

Durante esta semana, la palabra más repetida fue Dios: un total de 92 veces en espacios breves al mediodía, entre lunes y viernes. También mencionó la palabra paz en 89 ocasiones y 34 veces citó victoria durante una semana compleja, durante la que, por supuesto, no hubo mención a la represión judicial a los manifestantes: encarcelados, perseguidos y tampoco a la renuncia de Rafael Solís, el poderoso asesor de Daniel Ortega, que los sandinistas estimaban  antes y ahora lo ven como un traidor.

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“Lo que vos encontrás con el tema del discurso de Rosario es la manipulación religiosa como tal. Ella entiende muy bien de que los tres soportes del poder son el dinero, las armas y la religiosidad. Actualmente ellos han perdido la capacidad de vender prosperidad, entonces el dinero no es parte  del poder que ellos pueden mantener y la tienen puesta en las armas, evidente, con la Policía. Por eso la apuesta por la manipulación religiosa”, dice el político opositor Eliseo Núñez al explicar la lógica del ejecutivo.

Desde el año pasado, además de hablar de Dios—Murillo siembra de árboles metálicos de Navidad toda la ciudad, ordena edificar Nacimientos y Purísimas– el régimen construyó un enemigo. Son los jóvenes que se levantaron en las protestas, a quienes la vicepresidenta calificó de minúsculos en el momento más duro de la crisis, tal como se puede leer en el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que analizó la situación del país entre el 18 de abril y 30 de mayo; un reporte que no pudo ser presentado en Managua porque el gobierno los expulsó antes.

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“La cantidad de discursos es muy amplia, en especial de la vicepresidenta, y aquí solo se citan algunos ejemplos que permiten ver cómo, desde el inicio de las protestas, el discurso oficial apuntó a la construcción de un enemigo: quienes se manifiestan son desestabilizadores, están llenos de odio, son seres minúsculos, que atentan contra la paz y el desarrollo, tienen intereses y agendas políticas, egoístas, tóxicas, están manipulados, etc. Muchos de los discursos están a su vez cargados de alusiones religiosas y hasta se menciona la necesidad de exorcizar”, explica el GIEI.

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Sin embargo, tras una intensa campaña de represión y la llegada de “normalidad” al país, según la versión gubernamental, el discurso ahora es otro; uno ajeno a los señalamientos de violaciones a los derechos humanos, a las denuncias de fallecidos por esa causa: unos 375 según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Si el país, antes de abril vivió bonito, la versión gubernamental ha vendido la idea que los nicaragüenses siguen adelante tras el supuesto intento de un golpe de Estado, del que ningún organismo, ni nacional ni internacional, ha encontrado evidencia.

Lunes 7 de enero. La lectura del libro de Samuel

La vicepresidenta cita el libro de Samuel. En su mundo paralelo a la realidad dice que Dios “nos libra de poderosos enemigos, y de los que parecen más fuertes que nosotros”. Durante su alocución, la primera de esta semana, asegura que han guardado sus caminos y no se han apartado del Señor.

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“Fuimos rectos de Dios y nos ha guardado hasta de nuestra maldad”, dice segura antes de abrir paso a un mosaico de anuncios gubernamentales: convoca por igual a fiestas patronales, brinda informes sobre sismos, manda abrazos del Comandante… No dice nada sobre la reunión que habrá en la Organización de Estados Americanos, adonde es posible que se continúe el proceso de la aplicación de la Carta Democrática a Nicaragua por las constantes violaciones a derechos humanos, por la persecución a la sociedad civil, el cierre de medios de comunicación, porque cada día haya menos estado de derecho, y todo ordenado por su régimen.

Justo, entonces, Murillo reitera que “Dios adiestra nuestras manos para todas las batallas”. Esa tarde, a las 3:05, un dispositivo policial allana la casa de la exguerrillera sandinista Dora María Téllez, crítica del orteguismo. No se sabe qué buscan, qué quieren, los vecinos dicen que buscan armas. Ella no dice nada.

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Cada quien hace su propia lectura sobre las posiciones de Murillo. “Es un discurso muy arrogante porque pretende sustituir a la Iglesia Católica y otras iglesias en su papel pastoral. El Estado se convierte no solo en el rector civil del país que es lo que debería ser, sino lo convierte en el rector espiritual del país. Es un síntoma de absolutismo total”, explica Eliseo Núñez.

Martes 8 de enero. El abrazo del Comandante

Mantiene el tono. Una voz calmada, demasiada para alguien cuyo gobierno señalan de cometer delitos de lesa humanidad. Pero ella mantiene el guión. Murillo vuelve a citar a la Biblia, también menciona a Bolivia, uno de los pocos aliados internacionales del régimen junto a Venezuela.  Desde de abril, cuando ordenaron la represión, la familia Ortega está cada vez más aislada.  Murillo se refiere a una tragedia en Carazo—una familia ahogada–, vuelve a hablar de sismos y del bicentenario de Managua.

Poco después, entre los medios de comunicación independientes, circula un discurso del rector del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae), Enrique Bolaños Abaunza, sobre lo que pasa en el país y que lo explica así: Nicaragua “sufre una crisis de valores”.

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Murillo no menciona en su alocución la propuesta de su hijo Laureano—el asesor de inversiones del régimen— que ofrece proyectos que sumados alcanzan los 11, 076 millones de dólares en los próximos años. La fantasía como respuesta a la crisis. Las presiones al régimen de Venezuela, benefactor de Ortega, continúan y ya se sabe que el Grupo de Lima—formado por trece países– vetó la entrada de chavistas. Murillo, sin incomodarse, agrega: “Nuestro comandante Daniel abraza a cada familia, a cada niño, a cada joven…”

Miércoles 9 de enero.  “Los revolucionarios sabemos crecernos”

En un país con centenares de encarcelados, ¿se puede realmente hablar de paz? Rubén Darío siempre está presente en el discurso de la funcionaria, pero también una visión sobre democracia que ella entiende a partir de la Constitución aprobada en los años de la revolución sandinista y que concentra el poder en el Presidente.

Sin embargo, es un gobierno que castiga a la libertad de prensa y retiene el papel e insumos para los medios impresos. Pero además hay sed de venganza, dicen sus críticos. El recorte significativo del aporte del Estado a la Universidad Centroamericana afectará a más de dos mil becados, pero Murillo en su intervención no dice nada tampoco.

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Durante la tarde, decenas de antimotines bien armados estarán rodeando la librería Hispamer, adonde se entregaría el premio a la excelencia del periodismo Pedro Joaquín Chamorro. El asedio al periodismo persiste. Al recordar el aniversario de la Constitución, Murillo habla de un compromiso enorme con el futuro, el bien común, la paz y la democracia.

“En momentos complejos, los revolucionarios sabemos crecernos”, afirma. Tratándose de descripciones de otros tiempos, vuelve a la senda del surgimiento del hombre nuevo para dar paso a una nueva propuesta de cultura y diálogo, que llegará a la Asamblea Nacional y que será ley. La idea suprema de imponer la reconciliación usando las vías legales.

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“Gracias y en comunicación en cualquier momento si es necesario, sino será mañana a esta misma hora si Dios lo permite”, se despide. El país intranquilo.

Jueves 10 de enero. Un día como hoy hace 41 años asesinaron a Pedro Joaquín Chamorro, mártir de las libertades públicas.

Ni una palabra sobre este aniversario. Dios es citado 20 veces, victoria 12, paz 17. Quizás el hincapié en la palabra victoria sea, porque en la OEA declararon ilegítimo a Nicolás Maduro. Ella solo saluda la juramentación del venezolano. Expresa un deseo de alegría que no compagina con las denuncias de represión.

“Queremos alegría. Queremos amor, concordia. Queremos paz. Queremos reconciliación”.  Insiste sobre el proyecto de ley sobre la reconciliación, la necesidad de una cultura de diálogo y entonces acentúa  la visión de que se debe ver hacia adelante.

“Las interrupciones que se dieron, son interrupciones que a todos nos duelen, que lamentamos, pero lo que pasó, no lo podemos cambiar, el pasado no se puede cambiar”, aduce.   Horas más tarde, ocurrirá ya de noche un verdadero sismo en el orteguismo con la renuncia de Rafael Solís, uno de los arquitectos de la reelección de Daniel Ortega en 2011, cuando la Constitución le prohibía continuar postularse para continuar en el cargo. Dimite al FSLN y a la Corte Suprema de Justicia, denunciando la instalación de una dictadura con caracteres de “monarquía  absoluta de dos reyes que han hecho desaparecer todos los poderes del Estado”.

Viernes 11 de enero. El silencio total sobre la renuncia de Solís

El silencio sobre la renuncia de Solís es total, mientras en las estructuras estatales los orteguistas oscilan entre la incredulidad y denunciar las mentiras de la “derecha”. Ella, en cambio, dice que en Nicaragua brilla un sol que no declina.

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12 veces dice Dios, ocho veces dice paz, a Ortega no lo menciona ni una  sola vez. Es viernes y el tema es turismo, cápsulas históricas, fiestas patronales, ¿para qué hablar de Solís?¿Para qué molestarse con el abandono de una de sus fichas más leales?

Murillo, sin embargo, no puede dejar de ser Murillo aunque sea con otros funcionarios públicos. Al mencionar la jornada de celebración en Terrabona, una comunidad ubicada al norte del país, suelta un regaño. “Se celebra, ya estoy clara, el aniversario del municipio.  ¡No dice qué aniversario es! ¡Vamos a pedir que sean claros en estas notas y que las manden bien elaboradas por favor!”.

Sobre Dios le agradece su “justicia”. “Nuestros enemigos volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti”. Parece una frase de aliento para Ortega y ella en un día difícil tras la denuncia de Solís y la situación precaria de Venezuela (su aliado). Ella mantiene  el silencio inalterable. La realidad paralela como tal ante de despedirse hasta el lunes siguiente.

El político Eliseo Núñez no ve dos Rosario Murillo, sino una misma. Con Dios en la boca, pide reconciliación, mientras la represión continúa. Un discurso que tampoco pasa de largo en la jerarquía católica.

“Yo creo que esta señora sí sabe del Señor, maneja muy bien el lenguaje católico y evangélico”, explica Monseñor Abelardo Mata, obispo de Estelí y secretario de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, quien la compara con los ángeles caídos, “pero la soberbia humana en que vive no le hace bajar la cabeza, lo que la hace ser una mujer religiosa entre comillas”.

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