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Oscar René Vargas vislumbra tres escenarios en el desenlace de la crisis que vive Nicaragua. En uno, Ortega se impone con represión, conserva el poder, y lleva a Nicaragua a una economía de hace 200 años; en el otro se establece una especie de sandinismo sin Ortega, y en la más radical, ve a Estados Unidos llevándose a Ortega “al estilo Noriega”, gracias a la reciente ley que permite juzgar en Estados Unidos a los abusadores de derechos humanos en Nicaragua.
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Vargas es sociólogo y economista, tiene 35 libros publicados, y actualmente se encuentra en el exilio, huyendo de la represión del régimen de Ortega que quería encarcelarlo por sus opiniones. “Ya tuve la experiencia de ser exiliado. 20 años en el exilio. Sé que las condiciones para el exilio son difíciles. No te conoce nadie o poca gente. No tenés trabajo. La mayoría de los nicaragüenses que están en el exilio están sufriendo bastantes penurias”, dice.
¿Cómo explicaría en el extranjero lo que pasa ahora en Nicaragua?
Es la represión, la persecución a los autoconvocados, y no solo contra ellos sino contra la historia misma. Ortega quiere parar la historia, la evolución histórica del país. Ortega llevó a la crisis a un punto en que ya él es un lastre para el país. Venimos para atrás. No solamente por la represión, sino que su forma de ver el desarrollo social de país atrasa. Por eso yo he sostenido que hemos entrado en una etapa de represión “pinochetista”, que es la represión indiscriminada de todas las personas que se consideraban líderes, o que podían ser escuchadas por la población.
¿Qué otras opciones tenía Ortega para mantenerse en el gobierno sin esa represión pinochetista que usted dice?
No estuviera. Por eso pongo pinochetista, porque la gente del exterior entiende qué es lo que hizo Pinochet (en Chile) o el caso de los militares argentinos. Son dos paradigmas que la población en el exterior tiene para comprender lo que está pasando en Nicaragua. Los militares en Argentina no pudieron seguir. Tampoco Pinochet. Se les acabaron las posibilidades de seguir. Se desintegran. Es el poder o la muerte.
¿Hacia qué modelo de país considera que está empujando Ortega? ¿Uno más parecido a Corea del Norte? ¿Cuba? ¿Venezuela?
Es que no va a poder llegar. Él tiene la idea de ser como Cuba o como Venezuela, pero no va a poder llegar por varias razones. En primer lugar, no tiene los recursos económicos que puede tener Venezuela. En segundo lugar, no tiene el aislamiento de isla que tiene Cuba, y tampoco tiene una retaguardia como tiene Corea del Norte, que es China y la misma Rusia. Y estamos en una esfera de influencia geopolítica totalmente diferente. Un problema en Nicaragua repercute en la región centroamericana y eso no lo pueden permitir ni las burguesías locales de los países centroamericanos ni los Estados Unidos.
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¿Qué explicación le da a esa feroz arremetida contra organismos de la sociedad civil: Cenidh, Ieepp, Cisas, Ipade, Fundación del Río, Popol Na y otros?
Quieren acallar voces. Es parte de una estrategia. Parte de la limpieza que están haciendo. Comenzaron con los liderazgos locales, que están presos o en el exilio, y ahora van con los liderazgos mediáticos.
¿Cuáles escenarios ve para el futuro de esta crisis?
Yo veo varios escenarios. Un escenario es que Ortega continúe en esa represión y se logre mantener. Este escenario sería el desastre. Segundo escenario, que Ortega continúe en el poder en alianza con un sector del mismo capital. Si vos comparás la carta que publicaron esta semana los empresarios con la carta que publicaron el 29 de mayo, vos ves que hay un retroceso. Hay cuatro cámaras que no firmaron, y cuatro personas que no firmaron, de los que se llaman los asesores.
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¿Y eso qué demostraría?
Demuestra que hay una fisura. Entonces Ortega que es especialista en mantener las fisuras, va a buscar cómo profundizar esas fisuras. El tercer escenario es una salida “a lo Noriega”. Estados Unidos, viendo la situación de descomposición de la región, porque no solamente es Nicaragua, tomen otro tipo de medida. Tipo “a la Noriega”.
¿Intervenir militarmente?
No una intervención de quedarse con tropas, sino como en Panamá. “A la Noriega” me refiero que llegaron unos cuantos hombres, tomaron a Noriega y se lo llevaron. Yo no creo que haya resistencia social contra ese tipo de acción. Habrá resistencia de los paramilitares, pero no de los que podían pensar en los años 80, que sí había una disposición de resistencia a cualquier intervención.
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Una intervención militar en estos tiempos, aunque sea como dice, al estilo Noriega, parece un poco exagerada. Como de película.
En la ley que aprobaron en Estados Unidos se contempla la posibilidad de juzgar allá a los implicados en abuso de derechos Humanos. Eso va para fiscales, jueces, policías, testigos falsos, etcétera. Pero también eso puede ser para Ortega. Ortega está empujando a los gringos, porque él piensa que puede quedar en la historia como Allende, que murió con las botas puestas. Una salida así, aunque parezca exagerada, es algo que se contempla en Estados Unidos.
Me llama la atención que en ninguno de estos escenarios vislumbre el pretendido diálogo, para hacer los cambios que se tengan que hacer y adelantar las elecciones.
Ese sería el segundo escenario. Eso sería cambiar todo para no cambiar nada. Lo que no veo en escenario es que Ortega se vaya a la primera y llegue un gobierno progresista. Si vos te fijás en el último documento de la empresa privada no tomaron en cuenta la justicia.
¿Y cuál de los escenarios posibles es el mejor a su criterio?
Lo mejor para el país es que Ortega negocie.
¿Y qué se le daría a Ortega en esa negociación? Porque negociar es dar y recibir. Ceder. ¿Impunidad?
Que se vaya del país.
¿Un exilio dorado?
Es que quedarse en el país significaría que quedan los paramilitares. Los paramilitares son la mara nuestra. Es la única solución que estoy viendo.
¿Usted cree que las presiones que está haciendo Estados Unidos y la comunidad internacional puedan llevar a Ortega a sentarse a una mesa a negociar?
Sí. Las presiones de Estados Unidos no van a parar. Van paso a paso. Tienen el objetivo de liquidar políticamente a Ortega. Y Ortega les está facilitando las cosas, porque ellos hacen la ley y Ortega lo que hace es destruir a todos los organismos de derechos humanos, como el Cenidh. Ha repercutido a nivel internacional. Todo eso va justificando desde el punto de vista de la opinión pública internacional que cualquier medida que se tome para liquidar políticamente a Ortega, para quitarlo del poder, es justificable.
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Hace poco corrió el rumor de unas supuestas negociaciones con el Ejército, que incluía hasta la posibilidad de reemplazar a Ortega en el poder con su antiguo vicepresidente, el general Omar Halleslevens. ¿Usted le da algún crédito a eso?
No lo veo creíble todavía. Yo creo que esa es la línea que están impulsando los norteamericanos. Crear fisuras en el Ejército. Eso lo sabe Ortega y lo sabe el Departamento de Inteligencia del Ejército. Por eso la purga que hubo de coroneles, teniente coroneles y mayores, recientemente.
¿Cuál diría que es ahora la situación del Ejército frente a esta crisis política?
Comienzan a haber dudas al interior del Consejo Militar.
¿Y eso qué significaría?
Quitar a Ortega. Pero evidentemente si a Ortega lo quita el Ejército sería favorable a una situación militar y mañana vamos a tener otro problema. El otro problema que se percibe es que el Ejército comienza a perder legitimidad ante la población. Si el Ejército no tiene un rol positivo, en un cambio político va a ser una de las víctimas. La supresión de Ejército. Ese es el tema que yo creo que está en la agenda del Consejo Militar. ¿Qué hacer? Antes la opinión en las encuestas era del 45 por ciento favorable al Ejército y ahora anda en 22.
Pero pensando en el día después Ortega… Se va a recibir un país en ruina. El problema del INSS no está resuelto, la economía cae en picada, hay odios exacerbados, grupos paramilitares armados, una policía desnaturalizada. Ningún gobierno la va a tener fácil.
No, nadie. Por eso tiene que haber una decisión de una persona que llegue al gobierno que diga que solamente para cumplir, por ejemplo, un año. Para hacer las transformaciones necesarias. Aun con Ortega… Imaginemos que Ortega logra matar a todo mundo y se queda él. No aguanta el país. Porque ya no tiene los reales de Venezuela. El país vivió una burbuja y la burbuja estalló. Se comienza a ver que este gobierno no hizo nada.
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Daniel Ortega en uno de sus discursos dijo estar preparado para eso: que Nicaragua va a “la economía del gallo pinto”, de sobrevivencia pues.
Eso es lo que él quiere. Como Cuba. Pero Cuba es aislada. Nadie puede entrar y salir si no lo hace por barco. Esa es la economía de emergencia que los cubanos han aplicado. En Nicaragua no funciona. La gente se va a pie. Nadie ha calculado la pérdida que ha significado el capital humano que se ha ido en los últimos meses. Ir a la economía de subsistencia es volvernos a l siglo XIX para vivir no sé cómo. En esas condiciones Ortega ya no puede continuar. A nadie le conviene. Ni a los mismos capitalistas sandinistas.
¿Y a su base?
Es una base limitada. Digamos que son unos mil, 1,500 que están dispuestos a matar para mantener a Ortega en el poder. Tiene la ventaja que son inmunes y pueden hacer barbaridades, te roban, te asaltan, te quitan celulares, se roban los carros. No están ahí por una cuestión ideológica. Son fanáticos. Su fanatismo está alimentado por esa impunidad y ese temor de sufrir las consecuencias de esas barbaridades que han cometido. Violaciones a jóvenes, a mujeres que han estado presas.
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Algunos han dicho por ahí que Ortega es una bestia acorralada y lo que procede en esos casos es abrirle una puerta para que haga menos daño.
Diría que es una bestia herida y se está desangrando.
¿No acorralada?
Herida y acorralada. Las respuestas que está dando es eso. Para Ortega es el poder o la muerte. La única manera de sobrevivir es mantener el poder. Cualquier otra alternativa es su muerte. Y no me refiero a su muerte física, sino a su muerte política. Y la muerte política de Murillo, de todo su círculo.
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¿Cómo explica el reciente ataque de Daniel Ortega a su hermano, por primera vez en público?
Humberto se da cuenta que si mañana cae Daniel Ortega, de la manera que caiga, también va a repercutir en él, y también en la nueva clase (burguesía sandinista). Humberto le ha estado ofreciendo, no solo él sino también otros, que se negocie para que tenga una salida suave, buena. Aquel, como no tiene otra visión más que el poder, considera que eso es traición. Alimentado en el oído por la señora Murillo, que es una de las perdedoras más grande de esta crisis política.
Usted que ha hecho análisis sociohistóricos desde Pedrarias hasta nuestros días en sus libros, ¿cómo va a recordar la historia a este régimen? ¿Cómo serán vistos Ortega y Murillo en cien años?
Este será uno de los peores regímenes de Nicaragua. Ellos perdieron la ruta de la historia. En el 2007 Daniel Ortega hablaba de que había que llegar al 2021, porque quería ser él quien estuviera para cuando se cumplieran los 200 años de ser república, el bicentenario. Quería trascender en la historia, y la historia le demostró que él no fue capaz de construir algo para el país. ¿Qué va a decir la historia de Ortega? Que fue el Nerón de Nicaragua.