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Aunque está en Massachusetts, haciendo mucho trabajo voluntario, jugando softball a veces, rodeado de su familia, disfrutando la compañía de su nieta como dice en esta entrevista vía telefónica, el exembajador estadounidense Robert J. Callahan sigue de cerca lo que ha ocurrido en Nicaragua desde abril pasado y lo califica como una tragedia.
“Es increíble lo que los nicas han hecho en sus manifestaciones pacíficas y el coraje que ellos han mostrado”, dice el diplomático retirado sobre las protestas que han demandado la renuncia de Daniel Ortega.
“Es obvio que la vasta mayoría de los nicaragüenses hoy en día quieren restablecer su democracia a través de elecciones libres y justas”, opina Callahan que sirvió en Nicaragua entre 2008 y 2011. Callahan se unió al servicio exterior estadounidense en 1979. El diplomático dice que respalda moralmente los esfuerzos de la ciudadanía nicaragüense en pro de las libertades personales y de un gobierno verdaderamente representativo.
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Señor embajador, ¿qué ha sentido cuando ha visto las noticias sobre Nicaragua? Los organismos de derechos humanos reflejan que más de 500 personas han fallecido en los últimos meses en el marco de las protestas
Es una tragedia que me ha afectado mucho, obviamente, porque tengo un afecto muy, muy sincero, para el pueblo nicaragüense. Durante mis tres años allá, me hallé un pueblo noble, hermoso, que yo admiro mucho, es como si fuera mi propio país. Cuando leo sobre las muertes, causadas por un régimen que no tiene ningún respeto para su propio pueblo, entonces para mí, para mi esposa, para mi hijo que también vivió allá por cuatro años, para todos nosotros, Nicaragua es nuestro segundo país y es profunda la reacción que nosotros tenemos en cuanto a las muertes de 500 personas allá, en un país con seis millones de habitantes. Si fuera los Estados Unidos, estamos hablando (proporcionalmente) de miles, miles y miles de muertos. Ha tenido un gran efecto muy profundo en nuestros corazones.
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¿Qué le ha parecido la respuesta que ha dado el régimen, que ha dicho que se trató de un golpe de Estado? Además de los muertos, hay más de 500 presos políticos…
Para mí es una respuesta absurda y desesperada porque ellos saben que ellos mismos son la causa de estos problemas. Al principio, si la memoria me sirve bien, ellos echaron la culpa a terroristas, narcotraficantes y finalmente han decidido echar a la culpa a supuestamente golpistas. ¡Es absurdo!
La Onu (Naciones Unidas), OEA (Organización de Estados Americanos), la Unión Europea, los Estados Unidos, hasta países latinoamericanos, han dicho públicamente, y, basados en los hechos, que la culpa reside exclusivamente con el gobierno de Ortega Murillo.
Ellos tienen entre tres o cuatro aliados en el mundo: Cuba– que es una dictadura que también ha abusado de su propio pueblo–; tienes el ejemplo de Venezuela de donde tenemos dos millones, quizás más, de refugiados. También Rusia. Son países que no tienen otros aliados en el mundo, porque son regímenes dictatoriales que han fallado completamente a sus propios pueblos.
¿Qué alcance tiene la orden ejecutiva del presidente Donald Trump en la que describe la situación de Nicaragua como una “amenaza a la seguridad nacional”? ¿Por qué lo es?
Ortega es una amenaza en el sentido que no tiene respeto para la democracia y para nosotros los Estados Unidos es algo muy importante. Es una región que necesita tener este respeto para la democracia y para todos los países vecinos también. Pero más aún: Ortega es una amenaza para su propio pueblo. Eso es lo que es tan preocupante, no realmente una amenaza en el sentido militar o económico para los Estados, para otros, pero es una amenaza para su propio pueblo.
¿Qué impacto podría tener la Nica Act en las relaciones entre ambos países?
La Nica Act va tener un efecto serio para la economía de Nicaragua, que ya está sufriendo, porque las políticas de Ortega han fallado. También Nicaragua hoy en día no puede contar más con la ayuda económica generosa de Venezuela porque está en bancarrota, Cuba otro aliado no tiene nada y con la Nica Act va ser muy difícil para Nicaragua sacar préstamos, de hecho va ser casi imposible, a través de estas instituciones internacionales y eso va tener un efecto en la economía nicaragüense.
También muchos nicaragüenses, debido a la Magnitsky Act, no van a tener la oportunidad de viajar a los Estados Unidos. Entonces, es muy serio con una economía dañada por la política del gobierno (de Ortega) y dañada por la falta de ayuda económica de Venezuela.
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Usted decía antes de iniciar la conversación formalmente que esto (crisis) ya se veía venir, ¿cuáles son los elementos que usted notó desde que servía como embajador que le indicaban que las cosas no terminarían bien para Nicaragua?
Yo salí de Nicaragua hace más de siete años en 2011. Hasta entonces, yo podría ver problemas con el gobierno de Ortega. Yo estuve allá para las elecciones municipales, de 2008, y obviamente elecciones bien desproporcionadas, con robo de votos flagrante y también con la política en aquel entonces más lenta, más oscura, pero una política de parte del gobierno, de Ortega, para consolidar el poder. Esa es la meta del gobierno: consolidar todo el poder en las manos de él, su familia, sus amigos más íntimos. Es un gobierno corrupto, dictatorial, que realmente es una desgracia para el hemisferio.
Ortega ha guardado silencio en las últimas semanas, después de la sanción a su esposa Rosario Murillo, ¿qué impacto político cree usted que tenga esta medida directa a la vicepresidenta?
No puede viajar a los Estados Unidos. Es como una mancha en la reputación de su persona y de su gobierno. Es algo que, para mí, es bien merecido porque el gobierno de Ortega ha sido un gobierno que ha tratado encubrir sus actividades, no ha dado al pueblo nicaragüense una rendición de cuentas de lo que está haciendo con el dinero del pueblo.
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¿Cómo cree usted que pueda terminar esto? ¿Cómo lo aprecia desde allá?
Es muy difícil predecir. El resultado óptimo sería elecciones adelantadas, observadas por organismos internacionales y nacionales creíbles, donde la oposición tiene una oportunidad; elecciones transparentes, justas, libres. ¿Va pasar? Yo francamente tengo mis dudas.
La historia, si nos enseña algo, es que los regímenes dictatoriales no quieren ceder el poder. Ustedes tuvieron un ejemplo perfecto con la familia Somoza. Es igual con los Castro en Cuba, o el grupo de Chávez (hoy día Maduro) en Venezuela.
Los dictadores no quieren, los déspotas no quieren dejar el poder sin una lucha y esto es una verdadera tragedia.