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La Torre de Babel

Mucho tiempo tomará acomodarnos el dolor, levantar la economía y desterrar la maldad desatada por los “OrMur” contra su propio pueblo.

Desde que los sandinistas instalaron su reino mandando desde abajo y también desde arriba, el diccionario de valores morales y espirituales ha sufrido una devastadora transformación.
Cuarenta años casi, de prácticas antivalores, de ejemplos invertidos, de ausencia de lecciones de vida, han hecho de Nicaragua un país confundido, una Torre de Babel.

Y es como si en estos tres meses, en la palma de la mano se hubiese aglomerado la execrable cosecha por cuarenta años cultivada.

Porque en Nicaragua, al corrupto enriquecido ilícitamente lo llaman “inteligente”. Los criminales aplican la justicia. Quienes han violentado la Constitución dictan las leyes. Los que asesinan en el nombre de Dios profanan las iglesias, blasfeman en nombre del Espíritu Santo, predican amor y paz. Los obispos y sacerdotes que defienden a los oprimidos son golpistas. Los valores son terquedad. Los valientes, brutos. Los cobardes armados, valientes. Los asesinatos a mansalva es defensa propia. Los que cívicamente protestan son “vandálicos”. La paz es sumisión. Y la no reelección ha sido catalogada como violación a los derechos humanos del dictador, mientras la vida no tiene valor.

Es como si da igual condenarse por un acto criminal que por mil. Inaudito es que levantan a los muertos de sus tumbas para ir a votar por alguien que no hubiese ganado las elecciones si los muertos no hubiesen votado.

Y es que, si el gobernante, que debería estar revestido de autoridad moral, más bien está falto de ella, ¿qué podemos esperar de aquellos que ciegamente creen en él? O peor aún, ¿qué podemos esperar de aquellos que, “por viveza” o por “fidelidad a la Constitución”, le dicen: “Ordene, compañero Daniel?”.

Los “OrMur” saben que su reinado está llegando a su fin, porque después de los crímenes de lesa humanidad que han perpetrado, ya lo han perdido todo. Y después del todo, nada más pueden perder.

Es por eso que, para ellos no hace la diferencia un muerto o trescientos más. Pero no han tomado en cuenta que tarde o temprano, la justicia divina les caerá. Y que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben y que todo bajo el sol tiene su principio y su fin.

¡Deshonroso legado el que están heredándole a su descendencia!

Nosotros heredaremos un país trastocado, destruido, anegado de lágrimas y dolor… pero tampoco han tomado en cuenta que, el pueblo nicaragüense en su mayoría, está ávido por rescatar sus valores y desmantelar para siempre las ruinas de esa Torre de Babel…

La autora es escritora.

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