La primera dama y vicepresidenta designada por el poder electoral, Rosario Murillo, endureció el discurso en contra de las manifestaciones populares, expresando que el gobierno no cambiará su postura en el diálogo nacional y que el único punto que aceptan discutir es que se levanten los tranques por “ser una violación de derechos humanos y causantes de discordia”.
“Es una propuesta que hicimos sobre la mesa esta mañana. Todos sabemos donde está el origen de nuestra inseguridad”, dijo Murillo en su intervención en los medios oficiales. La cogobernante insistió en descalificar las protestas ciudadanas: les llamó “tenebrosas y prácticas oscuras”, en su comunicación a través de los medios de comunicación oficialistas.
Los tranques y barricadas se han reproducido en el último mes en las carreteras, ciudades y barrios de todo el país, como forma de protesta contra el gobierno de Daniel Ortega, pero también como manera de defenderse de la represión de la policía antidisturbio y los parapoliciales que llegan a intimidar con armas, disparando a los ciudadanos.
Los delegados del gobierno se han dedicado a atacar a los representantes de la Alianza Cívica, una postura que Murillo repitió en sus medios al decir que “en ese salón en el diálogo nacional tiene que estar llena de fe en los corazones de los representantes que acompañan esa mesa” para, según ella, que acabe el “odio salvaje y bestial”.
Las protestas contra el gobierno de Ortega han querido ser aplastadas con la fuerza armada de policías y parapoliciales, lo que ha dejado un saldo de al menos 159 muertos desde el 18 abril pasado.