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En las paredes de la ciudad de Masaya se leen claramente mensajes en contra del gobierno de Daniel Ortega y la Policía Nacional por reprimir y asesinar al pueblo. LA PRENSA/MANUEL ESQUIVEL

Masaya, la ciudad sandinista que desprecia a Daniel Ortega

Después de más de 50 días de protestas, la llamada Ciudad de las Flores se mantiene en pie de lucha contra el régimen orteguista

La lucha de Masaya es diferente. Los pobladores de esta ciudad ya no solo batallan por democratizar el país y por justicia para los más de cien asesinados en las protestas contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo; lo hacen por algo más íntimo, más personal: darle un sentido a las muertes a manos de policías y paramilitares orteguistas, de hermanos, hijos, maridos, amigos y vecinos. Es una cuestión de sangre.

Lo que comenzó con unas cuantas barricadas en Monimbó, uno de los barrios sandinistas más emblemáticos de esta ciudad al oriente de Nicaragua, se ha convertido en una revuelta que el orteguismo no ha podido calmar. En cambio, la ha empeorado: 17 pobladores asesinados, decenas de heridos de bala y varios desaparecidos, según información de la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPDH).

De su interés: Monimbó, el bastión histórico del FSLN, se rebela ante el orteguismo

La represión ha sido tal que los pobladores han decidido levantar cada vez más barricadas para evitar el avance y los ataques armados de los paramilitares orteguistas, que han contado con el permiso y acompañamiento de la Policía para matar. “Por cada uno que muere, diez decidimos salir a luchar”, sentencia Miguel, habitante del barrio San Carlos. Evita dar su apellido por temor a represalias. “Nunca se sabe qué pasará”, se excusa.

LA PRENSA/Manuel Esquivel

A Masaya no se puede entrar o salir. Solo ambulancias y automóviles con personas enfermas tienen vía libre. Transeúntes, ciclistas y motorizados deben detenerse en cada barricada y mostrar su cédula para justificar que son pobladores de la ciudad. Los foráneos deben demostrar con sus carnés a qué organización o empresa pertenecen y explicar el motivo de su visita.

Adoquines, sacos con arena o tierra, enormes ramas de árboles, trozos de piedras canteras, alambres de púas o letreros de metal son usados para levantar las barricadas de los tranques, que impiden el acceso desde Managua, Catarina y Granada. Caminar es la forma más segura de superar los bloqueos, ya que en el pavimento están regados los llamados “miguelitos”.

Alertan las campanas

Masaya no duerme desde hace más de una semana. Es una ciudad donde las campanas de las iglesias llaman a la lucha o a refugiarse. Durante el primer fin de semana de junio, los enfrentamientos de la Policía y turbas orteguistas contra pobladores sembraron de terror y muerte en las calles: diez fallecidos, 62 heridos de balas y una decena de desaparecidos, según la ANPDH.

La iglesia San Miguel ha sido el refugio de los heridos de Masaya. LA PRENSA/AFP

Los heridos son asistidos por brigadas de paramédicos, identificados con una camiseta azul y cascos blancos. Están integradas por jóvenes estudiantes de Medicina, bomberos y enfermeros. La misión de ellos se resume en: curar a los heridos leves y llevarlos a los puestos médicos provisionales. Mientras que con los graves deben llamar a la Cruz Roja para que los trasladen a Managua, ya que los hospitales públicos de Masaya, Humberto Alvarado y Cruz Azul, tienen prohibido atender a los manifestantes.

Lea también: Masaya en calma para enterrar su último muerto, Jorge Zepeda

Tras los ataques, la Policía estuvo sitiada en su comisaría. Los oficiales no salían del todo del edificio, cuyas puertas y ventanas de vidrio fueron aseguradas con papeles, cartones y pizarras de corcho. Sin embargo, en las torres y muros de la sede policial se observa a uniformados con armas. Presuntamente, uno de ellos es el culpable de uno de los últimos muertos en Masaya, Jorge René Zepeda Carrión, de 33 años, quien resguardaba una barricada cerca de la estación y recibió un disparo en la cabeza.

Entierro de Jorge René Zepeda Carrión, de 33 años. LA PRENSA/M. ESQUIVEL

Sacar a los policías, especialmente al comisionado general Ramón Avellán, jefe de investigaciones y subdirector de la Policía Nacional, es una misión para los pobladores. El alto mando ha encabezado la represión contra los ciudadanos y en un video, que circula en redes sociales, afirmó que los participantes en las manifestaciones eran “drogos” y “borrachos”. Ha sido declarado non grato y prioridad para ser expulsado.

—¿Qué pasará con el comisionado Avellán?
Es un tema que está en discusión.

—¿Le harán algo?
Es un tema delicado del que no quiero profundizar por mi seguridad y la del movimiento.

El diálogo es con uno de los miembros del Movimiento 19 de Abril en Masaya.

Días de calma

La semana pasada, Masaya disfrutó de unos días de calma. Pobladores hicieron sus compras en los supermercados, y uno que otro comerciante o vendedor ambulante aprovechó para salir. Ese descanso se desvaneció este sábado, cuando los oficiales volvieron para atacar a los ciudadanos, quienes no habían bajado la guardia y se mantenían vigilantes ante una nueva incursión armada de los agentes.

Aquí: Masaya, entre el temor y la incertidumbre por saqueos

Salir de la ciudad es una misión imposible para los policías. Todas las posibles rutas de escape han sido bloqueadas. La mayoría de calles cercanas a la sede policial —que colinda al oeste con el Instituto Central Carlos Vega Bolaños, y al este con el Mercado de Artesanías y otras tiendas comerciales— tienen barricadas, que en algunos casos superan los 1.5 metros de altura.

Las barricadas inundan el paisaje de Masaya. Las avenidas principales tienen barreras escalonadas, cada cincuenta o cien metros, depende del gusto del barrio. En las calles aledañas, los bloqueos se levantan en las esquinas o a la mitad. En todos los casos, solo se deja un espacio para superarlas a pie. La ciudad es un laberinto de trincheras.

Los pobladores de Masaya levantaron barricadas y tranques para proteger la ciudad y el barrio Monimbó de los ataques de la Policía y las turbas orteguistas.
LA PRENSA/ AFP / INTI OCÓN

Cita anual

Hace menos de un año esas mismas calles se llenaron de simpatizantes sandinistas que celebraban el 38 aniversario del Repliegue Táctico, una estrategia realizada por los guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) el 27 de junio de 1979, para vencer a la Guardia Nacional del entonces presidente Anastasio Somoza Debayle.
Por casi cuatro décadas, Ortega visitó sin falta Masaya. Era su cita anual con esa ciudad. Ya fuera a pie, en su camioneta Mercedes Benz o en autobús —como en los últimos dos años—, el líder sandinista no fallaba. Solo movía la fecha, antes o después del 27 de junio, dependiendo de sus gustos.

El 19 de julio en Managua y el Repliegue en Masaya son las citas a las que Ortega no falta. Puede pasar semanas o meses sin apariciones públicas, pero esas fechas las respeta. Y Masaya le correspondía. Siempre abierta a recibirle, en el poder o sin él. Los pobladores le perdonaron todo: sus derrotas electorales, su pacto con el expresidente liberal Arnoldo Alemán (1997-2002), las denuncias de enriquecimiento de su familia y allegados, y hasta la imposición a dedo —a pesar de los reclamos— del actual alcalde Orlando Noguera Vega, quien ha estado al frente de la comuna por tres periodos (2004-2008; 2012-2021), aunque muchos sandinistas lo critican por sus inicios con el liberalismo. Desde 2004, los masayas siempre han votado rojinegro. Entre 1990 y 2000, la Alcaldía la ganó el Partido Liberal Constitucionalista (PLC).

Todos los afiches de Daniel Ortega han sido quemados por los pobladores de Masaya. LA PRENSA/AFP

Las primeras barricadas de Monimbó no las asimiló bien el presidente designado por el poder electoral. La respuesta de Ortega ha sido la de un macho herido y despechado: dolor y desprecio a la pareja, en este caso, gases lacrimógenos y balas para el pueblo. Y Masaya ha respondido como el sandinismo le enseñó: barricadas, morteros y resistencia.

Pero como en los grandes amores hay algo que nunca se perdona. En este caso fue la sangre. “Yo soy sandinista. Pero Daniel (Ortega) nunca debió mandar a matarnos. Acá que no vuelva”, sentencia Mariela García, una masaya regordeta y vendedora ambulante en la Placita de Monimbó. Las palabras de García son casi un mantra en Masaya, no importa sea Monimbó, el barrio San Carlos, el Pérez Ponce, el Camilo Ortega, Países Bajos o 27 de Febrero. En cada barricada se repite lo mismo: “De que se van, se van; aunque nos cueste más vidas”. Es ya un asunto personal.

 

* En una versión anterior se mencionaba el nombre del miembro del Movimiento 19 de Abril en Masaya, que habló sobre la situación del comisionado general Avellán. Sin embargo, por solicitud de éste se borró su nombre.

Nacionales #SOSNicaragua Daniel Ortega Masaya Monimbó archivo

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