Al menos dos de las cinco víctimas del sábado en Masaya “fueron ejecutados a sangre fría”, dijo el secretario de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva Sánchez, según testimonios brindados por testigos.
Con Leiva coincide el párroco de San Miguel, padre Edwin Román. Ambos denunciaron que la represión se intensificó desde la madrugada del domingo, que dejó al menos dos muertes más, elevando así a siete la cifra de asesinatos ocurridos en esa ciudad durante el fin de semana.
Leiva Sánchez afirmó que en el caso de Junior Gaitán, de 15 años, según los relatos que ha escuchado, de rodillas suplicó por su vida, pero la respuesta del policía fueron dos disparos.
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“Este niño se arrodilló ante el oficial y le dijo: ‘por favor no me disparen’, y le disparó en el pecho (…) es una ejecución”, sostuvo por su parte el sacerdote Román, quien también comentó que igual pasó con un joven que a eso del mediodía falleció en las cercanías de la iglesia San Miguel, como se ha sabido a través de las redes sociales.
“Y este joven estaba neutralizado, sin embargo, encontró valor y le dijo (a la policía) ‘si me vas a matar, matame’ y ella, pues, no tuvo piedad y disparó la bala”, denunció el padre Román, quien lo calificó como “un actuar cobarde”.
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Leiva indicó que la víctima a la que se refiere el sacerdote solo lo tiene identificado como “El Mono”. Las otras víctimas fueron identificadas como Donald Ariel López Ruiz, Rigoberto Carballo García y Eduardo José López Mendoza.
A estos se les suman dos víctimas ocurridas la madrugada del domingo, aunque dijo Leiva que solo habían identificado a una como Elvis España Granera, conocido con el apodo de la Niña. Ambos casos ocurrieron debido al recrudecimiento de la represión por la madrugada del domingo, cuando incursionaron a Masaya al menos ocho camionetas en las que se trasladaban paramilitares y policías armados que disparaban “a mansalva”.
Mientras las características de las otras muertes fueron por impacto de balas disparadas por francotiradores, aseguró Leiva Sánchez.
Sepultado en Monimbó
Los restos de López Ruiz fueron sepultados en el barrio Monimbó, al que asistieron centenares de pobladores, y según sus familiares fue a este a quien ejecutó una mujer policía, en el barrio San Miguel.
“A mí me dijeron que le dispararon en el corazón, y me trajeron a la casa porque yo lo crié, y él era como mi hijo, ya venía sin vida mi muchachito lindo, por un disparo, esos malditos perros me lo mataron, y dejó a su muchachita (una menor), él era zapatero y trabajaba en Monimbó”, afirmó entre llantos Marie Flores, pariente de la víctima.
Los inolvidables de la masacre orteguista
La misa de cuerpo presente fue celebrada en la iglesia Magdalena de Monimbó, donde la familia y los amigos de la víctima lloraban desconsoladamente. En el entierro hubo detonaciones de cohetes y morteros, y fue acompañado por filarmónicos que ejecutaron piezas como “Vivirás Monimbó”, y durante el trayecto se escucharon gritos como “¡Viva Nicaragua libre! ¡Viva Masaya! ¡Que se rinda tu madre!”.
Anastasia López Aguilera, miembro de la Alcaldía de Vara Indígena de Monimbó, aseguró que los “muchachos están muriendo” sin poder defenderse, pues solo cuentan con morteros y piedras.
“El maldito policía me lo mató a quemarropa”
En medio del dolor Aura Lila López, madre de Junior Gaitán López, expresó: “Me siento muy mal por lo que le hicieron a mi hijo, porque el maldito policía me lo mató a quemarropa. Si yo hubiera estado con él, doy mi vida a cambio. Él andaba con sus amigos apoyando la causa de los jóvenes”. El adolescente cursaba el primer año de secundaria en el Instituto Central de Masaya.
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Este entierro se tornó un poco tenso al entrar al cementerio del barrio San Carlos, cuando una camioneta pasó por esa zona, por lo que procedieron a sepultar de forma rápida, para después estar alerta. En la mayoría de los casos y en diferentes partes del país se ha identificado ese tipo de camionetas como en las que se movilizan paramilitares armados.
El padre Román responsabilizó al Gobierno de estos hechos e insistió: “Es una cobardía genocida contra ciudadanos que su arma es solamente una piedra y un mortero”. También calificó la situación que viven en Masaya como “una tragedia”, pues consideró que actualmente “es una ciudad fantasma, vamos a ver barricadas por todos lados, fogatas, madres que lloran, que buscan a sus hijos desaparecidos”.
Los once detenidos
Esta ha sido la forma encontrada por la población organizada para protegerse de la represión policial. Y es lo que precisamente estaban haciendo once detenidos que fueron trasladados a las celdas de El Chipote, y que por gestiones de Leiva y Román fueron liberados el domingo.
Antonia Isabel González, madre de Luis Germán López, uno de los detenidos, aseguró que a su hijo lo levantaron de las trincheras para cuidar la ciudad de los ladrones y del saqueo.
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Las gestiones de Román y Leiva, en respaldo de la demanda de familiares apostados frente al portón principal de esa cárcel, permitieron la libertad de los detenidos. En las redes sociales fueron vistos cuando fueron conducidos a la delegación policial por el propio subdirector de la Policía, comisionado general Ramón Avellán, y seguido por una persona vestida de civil, la misma persona que en abril de 2016 aparecía observando desde lejos en las inmediaciones de Metrocentro la actuación de Samir Matamoros, llamado el “pistolero de Metrocentro”, cuando disparaba contra manifestantes.
Heridos y desaparecidos
El padre Edwin Román no descartó que en el Mercado de Artesanías, donde fue asesinado el menor de 15 años, se encuentren más personas heridas o alguna fallecida.
Por su parte, Álvaro Leiva, de la ANPDH, indicó que según reportes preliminares, puede haber unos treinta desaparecidos y aún no precisan la cantidad exacta de heridos.
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Sin embargo, Román refirió que desde la madrugada del domingo en la Casa Cural de la Parroquia San Miguel han estado atendiendo a muchos heridos. Entre estos, “incluido un señor de la Juventud Sandinista que fue llevado por monimboseños para que se curara, se ha preservado la vida de este ciudadano, pues la iglesia y los derechos humanos cuidan la vida de todos”, dijo el sacerdote.
(Colaboración de Cinthya Tórrez).