Podría parecer un cliché comparar el azul eléctrico de la mirada de Herty Lewites con su personalidad chispeante y su buen ánimo, pero es inevitable. Su sentido del humor fue la huella imborrable que el “Tigre Judío”, como le decían, dejó grabada en la memoria de los que le conocieron. Bailó, cantó, bromeó, se entremezcló sonriente con los miles que le aplaudieron como alcalde de Managua, que le vitorearon como candidato presidencial de Nicaragua. Se ganó al pueblo con su picardía. “¿A qué le teme usted?”, le preguntaron una vez para la televisión. “Solo a Dios, te digo honestamente… ¡Y a los temblores!”, respondió. Así era él.
A su entierro llegaron “unas 20 mil personas”, según el cálculo permisivo de los periódicos de aquel julio de 2006. Fue un día de nubes en su natal Jinotepe. Muchos lo querían por el éxito de su quinquenio como alcalde de Managua, y él usó ese cariño como combustible para su candidatura presidencial. “Solo que viniera una desgracia de la naturaleza, no me verán de presidente en enero”, dijo alegre a medios de comunicación antes del fatal 2 de julio de ese año. Ese fue el día que falleció, oficialmente por un infarto, solo cuatro meses antes de las elecciones.
Hijo de un inmigrante polaco judío y una nicaragüense católica, Lewites fue un trabajador joven, un amante de la buena ropa, un guerrillero, exiliado, preso, ministro, diputado, opositor, alcalde, disidente y soñador de la Presidencia. Su muerte, el último capítulo que examinamos en este perfil, es un episodio con mucho hollín por las dudas que lo salpican, según los amigos y familiares del político que ayudan a retratar a Lewites; uno de los políticos más queridos de Nicaragua en el siglo XXI.

ARMAS Y DINERO PARA EL FRENTE
Herty Lewites está enterrado en el Cementerio Monte Getsemaní de Jinotepe, su ciudad natal. Al pie de la tumba rectangular, coronada por una estrella de David con una cruz cristiana en el centro, su epitafio reza, grabado en negro sobre placa de mármol blanco: “Yo nací bajo una dictadura y no quiero morir bajo otra”. Es una frase que muchos le recuerdan y es una frase que él honró contra la dictadura somocista, siendo un miembro importante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
La semilla antidictadura nació en él en 1954, cuando tenía 15 años, cuenta su hermano Saúl Lewites en una de las salas de estar de su casa, en Managua. Recuerda que su padre era dueño de la única gasolinera de Jinotepe, la Texaco, y que allí el joven Herty conoció y se hizo amigo de Pablo Leal y Adolfo Báez Bone. El asesinato de estos dos a manos de la Guardia Nacional de Somoza en la rebelión de abril de 1954 impactó a Herty. “Había un cariño. En la mente de un chavalo joven, la muerte de sus amigos fue creando una conciencia política de lo que era Somoza”, expresa Saúl Lewites.
A sus 21 años, en 1960, Herty participó en una acción militar: la toma de los cuarteles generales de Jinotepe y Diriamba. Tras este episodio él y su padre fueron obligados a exiliarse en Brasil. Después Herty fue a El Salvador, a México y a Cuba, y en 1969 se integra al FSLN y pronto comienza a dirigir los Comités de Solidaridad.
“Yo recuerdo a Herty con tres características”, comenta Edmundo Jarquín, amigo cercano de Lewites y su compañero de fórmula en la campaña de 2006. “Extremadamente inteligente, extremadamente amistoso, con una increíble dosis de humor, y en tercer lugar, lo que en inglés se llama un doer. Un ejecutor. Un productor de hechos”. Herty hizo gala de esto último para ayudar a la guerrilla.
Se movilizó ágilmente entre países sin problemas para falsificar sellos de pasaportes oficiales y levantar sospechas en aeropuertos, compró armas ilegalmente y las envió camufladas por tierra a Nicaragua; buscó recursos para financiar la lucha y convenció a medios nacionales y extranjeros con fotografías de guerrilleros en la selva, armados hasta los dientes, que él mismo montaba en un patio de San José, Costa Rica o en Honduras.
“Herty pensaba más adelante, con más audacia, y siempre tenía un gran sentido del humor. Llegó a nuestro campamento en Dipilto en 1977 y sacó fotos para darnos a conocer”, recuerda la comandante guerrillera Dora María Téllez. “Era dinámico, emprendedor, con una visión de gran alcance, un talento operativo y una gran voluntad”.
Cuando la guerrillera Nora Astorga huyó de Nicaragua, los sandinistas la acogieron en Costa Rica y Herty la llevó a un monte, la vistió de guerrera, le hizo una sesión de fotos y despistó a sus enemigos cuando las imágenes salieron publicadas como prueba de que ella seguía enmontañada como clandestina.
Durante sus años de exiliado, en 1973, Herty cayó preso en Estados Unidos por tráfico ilegal de armas. Estuvo un año y medio en la prisión federal de San Pedro, California, y de esa experiencia dijo, en 2004, para la revista Magazine: “Mucha heroína y una promiscuidad tremenda. Mucho maricón. Te hacían propuestas para que te acostaras con ellos, te querían manosear por todas partes”.
Algunos países donde logró establecer redes de solidaridad con el Frente fueron Venezuela, Perú, Ecuador y Costa Rica. Además participó en la promoción y formación del Grupo de los 12. Su otro hermano, Israel Lewites —también integrado a la lucha armada contra la dictadura—, murió en el ataque al cuartel de Masaya, en octubre de 1977.

El amor en la vida de Herty
Herty Lewites Rodríguez tuvo dos matrimonios. Primero estuvo casado con Edda María Lacayo, con quien tuvo un hijo llamado Herty Mauricio Lewites Lacayo, quien es sordomudo, y después se casó con Carmen García. Con ella tuvo una hija llamada Sol.
Según cuenta el hermano de Herty, Saúl Lewites, Carmen García fue su secretaria en el Ministerio de Turismo, durante la revolución sandinista y fue ahí donde la conoció.
“Ella era la secretaria. Trabaja en el Ministerio del Interior. Ella tuvo una formación en Cuba y tenía muchas relaciones con ciertos agentes de la Seguridad del Estado. Ella y su hermano. Y se la recomendaron a Herty como secretaria en la parte de finanzas. Ella era muy eficiente en las finanzas entonces fue secretaria de él. Estuvo trabajando en turismo y fue un proceso ahí, pues, de años. Y somos humanos, pues. Yo no puedo recriminar a mi hermano que se haya enamorado de alguien. Lo triste y desafortunado fue que fuera de una persona que para mí no tiene principios. Él estaba casado. Y por lo que yo pude saber con Eddy (la primera esposa), ella (Carmen) era una persona que siempre estuvo metiendo cuentos por debajera”.

LE GUSTABAN LOS LUJOS
Israel Sol Lewites, un polaco judío comerciante que vivió la Primera Guerra Mundial, conoció a Ana María Rodríguez, profesora de Carazo, en Nueva York, donde él residía. Se enamoraron y él se fue a vivir a Nicaragua. “Apenas se conocían cuando se casaron, no hablaban la misma lengua y profesaban religiones distintas”, apunta la mencionada publicación de Magazine sobre la vida de Herty. El matrimonio tuvo cinco hijos: Sonia, Herty, Salka, Saúl e Israel.
Don Sol le enseñó a sus hijos a conocer el trabajo y el dinero desde temprano. Saúl Lewites, hermano menor de Herty, recuerda que su papá les decía: “Si tú quieres ir a la escuela, es tu decisión, pero vas a saber lo que cuesta el trabajo”. Sus hijos se involucraban a ratos en la gasolinera, cobraban los vales de la tienda, atendían en el restaurante o asistían a la fábrica de chocolates. Era una familia pudiente encabezada por un hábil y obstinado comerciante. “Tuvimos una juventud muy alegre como familia. Herty se crió en un ambiente donde tenía de todo. Sin ser mi papá millonario, pero era un hombre rico”, rememora Saúl, siete años menor que Herty.
Estas facilidades económicas que conoció Herty le valieron algunas críticas en el Frente Sandinista. Le llamaron “catrín burgués”, lo que desentonaba en todo con la lucha de clases sociales que proponía el movimiento de izquierda. Incluso décadas después de la revolución, Rosario Murillo le criticó a Herty que vistiera camisas de la marca francesa Lacoste por aquellos años.
Murillo, actual vicepresidenta de Nicaragua y esposa de Daniel Ortega, el caudillo sandinista y presidente de la República que controla todos los poderes del Estado, escribió un artículo de opinión llamado Herty, o la quimera del oro (el misterio develado de las banderas guardadas), publicado en El Nuevo Diario el 28 de mayo de 2004. En él, Murillo recrimina:
“Todavía oigo el murmullo de la fuente. Veo el empedrado debajo de nuestras plantas caminantes. Veo las botas charras de Daniel, su flacura, su magnetismo, para mí electrizante. Como altísimo contraste, a su lado, la camiseta Chemise Lacoste, amarilla, de Herty, su insólito look de playboy en declive. Me veo yo, mi preñadísima barriga, mis dos hijos, mi bandera, mi Nicaragua en el alma. Oigo a Daniel hablando de la guerra que vamos a ganar. Oigo la labia larga de Herty, coreografiando burbujas con millones… tanto tenés, tanto valés”.
Ahora Murillo se desplaza en una camioneta Mercedes-Benz blindada y usa los mismos vestidos que Kate Middleton, la duquesa de Cambridge, pero su artículo muestra cierto repudio que algunos sandinistas tuvieron en mayor o menor medida contra Herty. Aunque a este, cabe mencionar, le importó muy poco. Según su hermano Saúl siempre le gustó vestir bien y mientras pudo lo hizo. Y añade que durante la lucha sandinista incluso era bueno si un guerrillero tenía recursos o un carro o algo que ofrecer.

¿Daniel Ortega? El atraso, el subdesarrollo, el pasado. ¿Herty Lewites? Un hombre que está dispuesto a dar todo lo que tenga hasta que Dios me quite la vida por este país. Lo quiero a este país y a este pueblo”. Herty Lewites, el 28 de septiembre de 2005, en el programa Esta Semana con Carlos Fernando Chamorro.
MINISTRO Y ALCALDE
Después del 19 de julio de 1979, cuando triunfó la revolución sandinista, Herty Lewites fue designado jefe de Protocolo del nuevo gobierno por siete meses. Después pasó a ser ministro de Turismo y permaneció en ese cargo hasta 1990. Su gestión en turismo, en medio de la guerra de los años 80, es valorada como exitosa. El número de empresas turísticas pasó de ocho a 43, se construyeron el Centro de Convenciones Olof Palme en Managua, los proyectos turísticos de Pochomil, La Boquita, El Trapiche, el Hotel de Jinotepe, la Escuela Hotelera en la misma ciudad, el desarrollo turístico de la costa granadina del lago Cocibolca, además de proyectos en León, San Juan del Sur y el centro Montelimar. Durante su administración, indica el reportaje de LA PRENSA publicado el día después de su muerte, “el turismo nacional llegó a producir más de un millón de dólares al mes”.
De 1990 a 1996 fue diputado en la Asamblea Nacional y en ese lapso fundó Hertylandia, un parque de diversiones novedoso con una enorme piscina, tres toboganes grandes, una pista de go-karts, una casa de miedo y otras atracciones.
Luego, del 2000 al 2005, fue el alcalde de Managua bajo la bandera del Frente Sandinista. De acuerdo con el artículo póstumo que apareció en LA PRENSA, “bajo su administración las recaudaciones de la comuna pasaron de 300 a 900 millones de córdobas. Logró hacer de Managua una ciudad limpia, garantizó un mantenimiento constante a las calles, además del pavimento de más de 300 kilómetros de calles en los diferentes barrios, habilitó la Laguna de Tiscapa, construyó la Concha Acústica y entregó 20 mil escrituras de propiedad a mujeres jefas de familia”.

De ahí vino su próximo reto: la Presidencia de la República. Herty Lewites quiso ser el candidato presidencial del Frente, pero se enteró rápidamente de que las estructuras democráticas del partido estaban enfermas. En 2005, luego de cuatro semanas de pugnas internas, Daniel Ortega expulsó a Herty del partido en una clara maniobra para eliminar competencia interna.
Finalmente Lewites fundó el Movimiento por el Rescate del Sandinismo junto a viejos militantes sandinistas y tres miembros de la dirección histórica del FSLN: Henry Ruiz, Luis Carrión y Víctor Tirado. El movimiento se sumó al Movimiento Renovador Sandinista (MRS), fundado en 1995 por el ex vicepresidente y escritor Sergio Ramírez Mercado, que lo postuló como candidato presidencial para los comicios de noviembre de 2006.
En una entrevista con Carlos Fernando Chamorro, para el programa Esta Semana, Herty Lewites dijo:
“Mi confrontación o mi lucha contra Daniel Ortega y Arnoldo Alemán no es personal. Para que quede bien claro esto. Yo estoy luchando por principios en este país. Y si el pueblo de Nicaragua entregó tanto sacrificio por décadas, yo creo que este par de sátrapas no van a hacer lo que ellos quieran”.

La herencia
El hijo del primer matrimonio de Herty y sus hermanos no han obtenido parte de la herencia que les corresponde, según Saúl Lewites, hermano del político fallecido en julio de 2006.
Entre los bienes reclamados están: el edificio Sol, el emblemático centro de diversiones Hertylandia, una casa en Carretera a Masaya, una casa en el mar, cerca del empalme de La Boquita, y el centro turístico Masapa Beach en Carazo. No fue posible contactar a Carmen García, pero su abogado, Germán Vásquez, ha asegurado en el pasado para LA PRENSA que los casos por las propiedades están en los juzgados y dependerá de los fallos que ahí resulten.
El hijo de Herty, por su parte, ha señalado que a García le corresponde la cuarta parte conyugal, y a él y Sol Lewites, la otra hija del difunto, les correspondería el 75 por ciento de la herencia.

LA MUERTE DE HERTY
Las encuestas de mediados del 2006 arrojaban a Herty Lewites como el tercer candidato con mayor intención de votos para las presidenciales, y sus posibilidades iban en aumento. Él decía que ganaría en la primera vuelta, pero lo más probable que con Herty de candidato hubiese una segunda ronda de comicios. “Una segunda vuelta que Daniel Ortega perdía”, afirma Dora María Téllez.
Pero Herty murió cuatro meses antes de las elecciones, el domingo 2 de julio de 2006. La versión que dio su segunda esposa y viuda, Carmen García, fue que falleció de un infarto fulminante y que no hubo sangrado de ningún tipo, y pidió que no se le hiciera una autopsia. Pero una investigación que llevó a cabo el hermano de Herty, Saúl, a lo largo de dos años, indica lo siguiente, citando la información que él dio a Domingo tras una entrevista de más de dos horas:
El sábado 1 de julio, por la noche, Herty Lewites tuvo una cirugía menor en el Hospital Metropolitano de Managua. Era la extracción de un pólipo. Fue dado de alta a la mañana siguiente, a las 8:30 a.m. del domingo 2 de julio. En su casa solo se encontraban, según la información que recogió Saúl Lewites, Carmen García, su esposa, y la mamá de ella, Alba. Aparentemente habían dicho a la empleada de no llegar o de irse. El guardia de seguridad, Cecilio Matías Joaquín, dijo haber escuchado unos ronquidos fuertes a eso de las 12 mediodía, y dijo —siempre según el relato de Saúl Lewites—, que a Herty le dieron un caldo y que después de beberlo sintió necesidad de ir al baño y posteriormente se desmayó. Luego, sacaron el colchón donde estaba acostado Herty, que estaba empapado en sangre, y le indicaron al guardia que lo lavara y no le dijera a los Lewites. Más tarde, cuando Herty ya regresó al hospital en ambulancia —sin que Carmen García avisara a los hermanos de lo ocurrido— y dieron la noticia de su muerte, la misma García dijo categóricamente que no se le haría una autopsia a su marido porque él no lo hubiera deseado.
Después de explicar paso a paso toda la información que recogió, Saúl Lewites dice: “Se hacen cuestionamientos y preguntas. Yo no puedo acusar a nadie, pero exijo que se esclarezca la muerte de mi hermano. Para mí no es gratuito esto. Me duele mucho. Pero no hacerlo es cobardía y nosotros no tenemos casta de cobardes. Mi hermano (Israel) murió frente al cuartel de Masaya, clavado por cinco balas, bajo un sol refulgente”.
Revista Domingo buscó la versión de Carmen García sobre la muerte de su esposo. Al llegar al residencial donde vive, en la tercera entrada de Las Colinas, en Managua, el guardia que levanta la aguja para los vehículos nos dijo, tras indicarnos cuál era su casa: “Sí, ahí está con sus hijos, ahí están los carros”. Efectivamente había tres automóviles estacionados en el hogar, pero el cuidador, identificado como Fernando Pérez, dijo a través de una ventana: “Ella anda en Hertylandia. ¿Cómo te llamás vos? Enseñame tu identificación”. No pudo proveernos un número privado de ella y cuando llamamos a Hertylandia nos dijeron que no estaba, que llamáramos al día siguiente.

No obstante, en 2007, después de la primera misa de aniversario del fallecimiento del exalcalde de Managua, García llamó “manipulación” a las teorías que niegan que Lewites murió de un infarto fulminante y que sugieren que hubo una suerte de conspiración tras el deceso.
“Quien (…) pretenda sembrar dudas sobre las causas de la muerte de Herty es un ser desnaturalizado, que nunca estuvo interesado en su salud, sino que tan sólo le interesaba un parentesco con él, para vivir a sus expensas sin trabajar”, afirmó la viuda.
“A mí me dijeron, meses antes, para que le dijera a Herty, pero a Herty ya le había dicho mucha gente, de que había una voluntad de envenenarlo. Está la sentencia de muerte en curso, le dijeron, y él lo sabía”, revela Dora María Téllez para esta publicación.
—¿A usted quién le dijo que le diera el mensaje a Herty, comandante?
—No te quisiera dar el nombre porque no tengo autorización para dar el nombre, pues.
—El día que Herty murió, según su hermano, solo estaba en su casa con su esposa y su suegra.
—Pues esa es la parte llamativa.
Saúl Lewites confirma esta advertencia, aunque él pensaba que los iban a “rafaguear a balas” mientras iban en el carro. El conductor siempre iba adelante con Saúl y Herty atrás. Este último lo sabía. Le dijo a su hermano: “De agosto no paso”.




