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Estado derecho
Humberto Belli Pereira

¿Podrán frenarse los accidentes?

No sería sorprendente que Nicaragua conquiste la tasa de accidentes más alta del mundo. Usted puede pasar un mes en Miami, París, Ciudad Méjico o Buenos Aires, y lo más probable es que no vea ningún choque, a pesar del intenso y veloz tráfico. Pero circule un solo día por Managua, y seguramente verá más de uno.

Hoy se debate qué hacer. Algunos diputados aspiran a duplicar las multas. Pero aquí encontramos un hecho curioso: en las ciudades antes mencionadas, y en muchísimas más donde los accidentes son raros, difícilmente verá policías deteniendo vehículos, pidiendo documentos o imponiendo multas. Yo conduje once años en Estados Unidos y nunca me pararon para pedir documentos. En Nicaragua, en cambio, la Policía es omnipresente y hostigosa —viniendo de Ocotal, una vez me pararon cinco veces—. Las multas también son epidemia: los no multados están en vías de extinción.

Lo anterior sugiere que el problema es producto de factores culturales profundos. Es triste reconocerlo, pero el nica promedio es mal educado en el sentido tradicional de la palabra: suele actuar egoísta e impulsivamente, sin prestar mayor atención a los derechos y necesidades de los demás. Adolece además de poca disciplina o autocontrol, y menosprecia las leyes, posiblemente porque nadie se los enseñó en sus hogares, donde usualmente falta el padre. Esto incide en la forma de manejar y de rebote en la tasa de accidentes: se conduce con agresividad, obviando muchas veces normas elementales de prudencia; como no manejar ebrio o aventajar sin visibilidad. El síndrome lo exhiben también los miles de peatones que cruzan las vías toreando vehículos en lugar de utilizar los pasos a nivel.

Ante esta problemática la policía responde con palos de ciego. Multan a granel, pero más para lucrarse que para educar a los conductores. Su infracción preferida es la “invasión de carril” (no conozco a nadie en Miami que haya sido multado por eso). Los agentes se emboscan para caerle al conductor desprevenido que pisa la raya continua, aunque la pista esté vacía. Sin embargo dejan pasar lo grande: buses y microbuses que pasan como bólidos y paran en lugares vedados, motocicletas sin luces, etc. Actúan como los fariseos que criticaba Jesús: “Cuelan el mosquito y se tragan el camello”. Y ellos, tan activos y celosos de día, pasadas las siete de la tarde casi desaparecen.

La Policía debería estar más enfocada en prevenir y castigar las infracciones o conductas viales más peligrosas, lo que requiere tener un perfil de las causas principales de accidentes, de las características socio-culturales de los culpables, como por ejemplo edad y educación, y de los días y lugares más críticos. Sabemos que aproximadamente una cuarta parte de los accidentes son causados por el alcohol, y que buena parte de ellos ocurre de noche, particularmente los sábados. La Policía debería entonces pasar parte de sus agentes diurnos a la noche, disminuir la revisión de documentos aumentando las pruebas de alcohol; sustituir las multas de cinco mil córdobas por conducir embriagado, por uno o dos años de cárcel, de forma que cause terror el prospecto de conducir con tragos. Patrullar de noche permitiría también detener a los numerosos motociclistas que temerariamente circulan sin luces sin que nadie los moleste.

No hay receta fácil para un problema tan complejo. Llegar a sus raíces exigiría fortalecer la estabilidad de la familia —la principal educadora—, mejorar las escuelas y la educación vial, y reformar de urgencia la Policía de Tránsito. Ojalá esta lo comprenda.

El autor fue ministro de Educación en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
[email protected]

Opinión accidentes Humberto Belli Pereira Managua archivo

COMENTARIOS

  1. Nica emigrante
    Hace 7 años

    Ya se los he dicho antes, contraten tres ingenieros de tráfico (no hay en Nicaragua), les costará cada uno entre 10 mil y 15 mil dólares al mes. Coloquen uno en el Ministerio de Transporte, otro en la alcaldía de Managua y otro en la Policía. Sigan sus recomendaciones, si no tienen dinero (la eterna excusa para no hacer nada) pidan cooperación técnica a otros países, se las darán.

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