Se le llama pandemia a una enfermedad que afecta colectivamente a la gente de un país, grupo de naciones o del mundo entero. Sin embargo, las pandemias no son solo de enfermedades físicas y síquicas, como por ejemplo el sida o el alzheimer, sino también de enfermedades sociales como la violencia machista.
La violencia contra la mujer es un mal social que afecta a todos los países del mundo, desde los más desarrollados y menos sexistas, como los nórdicos de Europa, hasta los más atrasados material y culturalmente, como Nicaragua.
Precisamente porque la violencia machista es una pandemia mundial, las Naciones Unidas instituyeron el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fijando para su celebración el 25 de noviembre. Y LA PRENSA, todos los años en esta fecha se pronuncia contra la violencia machista como una contribución a la lucha contra esta lacra social, en cuya erradicación todos deberíamos empeñar y unir nuestros esfuerzos.
Las organizaciones femeninas y feministas que asumen la tarea de promover la celebración de esta jornada de lucha contra la violencia machista, este año han enfatizado la demanda de que se reabran las Comisarías de la Mujer de la Policía Nacional, que han sido cerradas supuestamente por falta de presupuesto.
Nadie del Gobierno da explicaciones, pero, ¿cómo es posible que haya dinero para obras fachadistas y programas de clientelismo político y no para ayudar policialmente a las mujeres que sufren la violencia machista y perseguir a los que cometen este abominable delito?
Es cierto que por sí mismas las Comisarías de la Mujer no eliminan la violencia contra las mujeres. Pero cuando funcionaban al menos ayudaban a contenerla y auxiliaban a las víctimas. Y sobre todo contribuían a visibilizar la violencia machista para motivar a la sociedad a prestarle más atención e incrementar los esfuerzos para castigarla y erradicarla, o al menos reducirla.
Para mencionar datos solo de un año, recogidos por la periodista Irene Selzer y publicados en la revista mexicana Milenio, entre enero y septiembre de 2012 las Comisarías de la Mujer de Nicaragua recibieron 25,736 denuncias y reportaron un incremento efectivo de 13 por ciento de delitos de violencia intrafamiliar en relación con el mismo período del año anterior. Otro dato importante acerca de las Comisarías de la Mujer fue que de 2006 a 2012, recibieron un total de 403,740 denuncias de mujeres que sufrieron distintos tipos de violencia, incluso violaciones sexuales.
Y el de que el hogar es el sitio menos seguro para mujeres, niñas y niños, pues el 78 por ciento de las agresiones denunciadas ocurrieron en el domicilio.
Se sabe que este tipo de violencia se tiende a ocultar aunque haya lugares e instituciones donde denunciarla. Pero si faltan establecimientos como las Comisarías Policiales de la Mujer, o son suprimidos, el ocultamiento es mayor y se alienta de esa manera mayor impunidad.
Tal vez por eso, para ocultar la verdadera magnitud de este grave problema social, fue que el régimen orteguista decidió clausurar las Comisarías de la Mujer.