De entrada se sabía que Daniel Ortega no tenía rival en las votaciones que concluyeron este domingo. La lucha del presidente inconstitucional y candidato fue contra la abstención, que resultó ganadora, según la oposición, organizaciones civiles y lo que la ciudadanía pudo verificar a simple vista.
Las filas que en otras elecciones se miraban en Centros de Votación (CV) desaparecieron este domingo durante el proceso para el cual el Gobierno y sus aliados promovieron el voto, y la oposición y organizaciones de la sociedad civil, la abstención como método de rechazo ante la imposibilidad de tener un candidato.
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El presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, sin embargo, dijo este domingo por la noche que la participación había sido del 65.3 por ciento, es decir contabiliza una abstención de 34.7 por ciento.
El nivel de abstención que declara el CSE sería similar al de las elecciones de 2006, cuando fue de 34 por ciento, sin embargo, los contrastes son clarísimos.
Rivas ofreció los resultados de abstención a las 11:15 pm, con el 21.3 por ciento de las Juntas Receptoras de Votos (JRV) escrutadas.
“Los y las observadoras pidieron verificar durante la mañana en los Centros de Votación bajo nuestra observación, una concurrencia moderada en las diferentes regiones del país”, dijo la tarde de este domingo el Consorcio Panorama Electoral, encabezado por Ética y Transparencia (EyT) en un informe preliminar sobre la observación que realizaron y que ampliarán hoy lunes.
En este proceso Ortega no tuvo competencia después de que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) —que él domina a través de sus operadores—, le quitó el Partido Liberal Independiente (PLI) a Eduardo Montealegre y se lo entregó a Pedro Reyes.

Los cálculos de abstención
Las cifras de la abstención probablemente nunca se sepan con exactitud porque el Consejo Supremo Electoral (CSE) no entrega esos resultados.
Sin embargo, Ciudadanos por la Libertad (CxL), la agrupación donde se aglomera buena parte de las antiguas estructuras del PLI, emitió un informe calculando el abstencionismo en 78 por ciento.
Según CxL en los Centros de Votación urbanos había un promedio de votantes de 40 por Juntas Receptoras de Votos. En los Centros de Votación rurales, la cifra disminuía hasta 25.
“Considerando que el total de JRV urbanas es de 7,624, estimamos un total de votantes urbanos de 304,960 y dado que JRV rurales son 6,957, estimamos un total de votantes rurales de 173,925, para un estimado nacional de 478, 885 votantes”, dijo CxL a través de un comunicado.
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El Frente Amplio por la Democracia (FAD), donde se aglomeran otra parte de los exaliados del PLI, emitió un comunicado anoche calculando la abstención en 70 por ciento.
“Habiendo recibido, tabulado y analizado la información proporcionada por el enorme tendido de auditoría social que ha sido reportado a nuestros centros de cómputos, hemos concluido que más del 70 por ciento de la población a nivel nacional no se presentó a las Juntas Receptoras de Votos”, dice el informe.
“El saldo del día de hoy ya es conocido por todos: por el régimen, por los funcionarios electorales, por la ciudadanía. Todos lo vimos, todos lo comprobamos. El repudio al proyecto de partido único de Ortega y su familia es total”, concluye el FAD.
El voto castigo
Violeta Granera, excandidata a la Vicepresidencia y directiva del FAD, asegura que la abstención fue el “voto castigo” que el presidente inconstitucional Daniel Ortega recibió de parte de la población.
“Diez años de dictadura no han podido derrotar el civismo de los nicaragüenses que no salieron a votar a las urnas. Nuestro monitoreo demuestra que casi el 80 por ciento de la población no salió a votar”, expresó Granera.
Caló el mensaje de farsa
A juicio de los opositores, la constante denuncia de que el proceso electoral era una farsa, sumado a la poca credibilidad del CSE y que no se permitió la observación nacional e internacional además de la eliminación de la oposición política en los comicios, provocaron que la población no acudiera a las urnas y que el nivel de abstencionismo fuera alto.
“El alto nivel de abstencionismo en los comicios le dice a Daniel Ortega que estas elecciones no tienen ningún valor y que nadie le cree porque son sencillamente unos comicios viciados y que por tanto se deben celebrar nuevas elecciones, libres y transparentes”, planteó la escritora Gioconda Belli.

Varias lecturas de la abstención
El exdiputado Eliseo Núñez sostiene que la abstención tiene varias lecturas. “Primero el abstencionismo venció a Ortega, manchándolo más de ilegitimidad. Le está diciendo que el actual Consejo Supremo Electoral no es confiable y que el sistema electoral está colapsado y que la única solución es celebrar nuevas elecciones”, dijo Núñez.
El también exdiputado Carlos Langrand opina que los altos niveles de abstención son un rechazo a Ortega por su proyecto dinástico.
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“La abstención es definitivamente una respuesta de rechazo del pueblo de Nicaragua al proyecto dinástico de Ortega, quien nos dejó sin derecho a elegir. El pueblo le dijo ‘no voto porque tu proyecto dinástico viola mis libertades, mis espacios cívicos y los valores democráticos’”, dijo Langrand.
El exlegislador también aseguró que la oposición debe seguir en las calles, exigiendo nuevas elecciones, pero con las garantías constitucionales que le brinden seguridad a los nicaragüenses para ir a las urnas y elegir.
Ros-Lehtinen se pronuncia
“Mucho antes que se emitiera un voto en las elecciones de Nicaragua, los resultados fraudulentos ya estaban determinados, ya que Ortega, su esposa y su régimen corrupto usaron cualquier truco sucio disponible para preservar su dinastía a expensas del pueblo nicaragüense. Antes que abrieran los centros, el régimen de Ortega manipuló el sistema y usó su poder y control sobre el Consejo Electoral, el poder judicial, y cualquier otra institución para garantizar permanecer en el poder a toda costa”, dijo la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen promotora en EE. UU. de la “Nica Act”.
Gabriel Álvarez: “Un operativo fallido”
Para el constitucionalista Gabriel Álvarez, el abstencionismo constituyó una derrota para Daniel Ortega en su proyecto político.
“Tener como estándar de que todo estuvo tranquilo y que hay paz, eso no es cierto. La paz la ha venido rompiendo el comandante Ortega desde el primer día que llegó al gobierno en el 2007, rompiendo el orden constitucional y la institucionalidad democrática. De modo que este proceso político, porque yo no le llamo proceso electoral, mediante el cual Ortega y su esposa pretendieron dar el último zarpazo a la democracia, no lo lograron, fue un operativo fallido. No lograron ni ante la comunidad nacional ni internacional; decir que el pueblo de Nicaragua está contento con su proyecto político, al contrario, los nicaragüenses con el abstencionismo le han dicho a Ortega que devuelva la democracia al pueblo de Nicaragua”, dijo Álvarez.
Ana Margarita Vijil, presidenta del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), sostiene que “de forma cívica los nicaragüenses le están enviando un mensaje a Ortega: ‘No creemos en su dinastía, queremos elecciones libres y transparentes con un árbitro electoral que respete el derecho a elegir’. A Ortega lo derrotó Nicaragua con la abstención y él debe reflexionar, aun puede, con nuevas elecciones pero con todas las garantías que la Constitución nos asiste”, aseguró Vijil.

Proceso viciado
Kitty Monterrey, experta en temas electorales y funcionaria de CxL, señala que la mayor derrota que Daniel Ortega ha recibido se la dio la población, al considerar que el proceso electoral ha sido viciado.
“Nicaragua con la abstención le dijo a Ortega, te rechazo porque todo este proceso ha sido totalmente anómalo, ha sido una farsa y con nuestra abstención le exigimos que respete nuestro derecho a elegir y que respete que todos podemos y tenemos el derecho a participar”, valoró Monterrey.
La experta asegura que el reto de la oposición debe seguir siendo la presión contra Daniel Ortega.
“Debemos seguir presionando nacional e internacionalmente para que Ortega dé las garantías de nuevas elecciones. Esto apenas inicia, porque la abstención advierte a Ortega, que no lo aceptamos”, planteó Monterrey.
El Frente Amplio por la Democracia, por su parte, desconoció los resultados y exigió nuevas elecciones. “¡No reconocemos los resultados de la farsa! Y con la fuerza de la voluntad manifestada por el pueblo de Nicaragua, las declaramos nulas!”, dice el FAD en un comunicado.