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Con futuro incierto

A la industria relojera no le preocupa los smartwatch por las limitaciones que estos tienen como las dimensiones de las muñecas y la duración de la batería.

 

 

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El Spot Watch no dependía de un teléfono para funcionar, como sucede con los actuales smartwatchs, que ejercen de segunda pantalla de esos dispositivos, y a pesar de la fanfarria con la que debutó siguió el mismo destino que el Seiko TV Watch y desapareció del mercado en 2008.

 

Hay rumores que Microsoft está dispuesto a volver a intentarlo ahora que el usuario se ha habituado a estar conectado a internet permanentemente e interactuar con aplicaciones capaces de dotar de “inteligencia” a cualquier cosa que tenga pantalla.

 

Su rival Google ya hizo su apuesta esta semana al anunciar su sistema operativo Android Wear con el que domina el sector de la tecnología de vestir. La cuestión que está aún por responder es si la fórmula actual del reloj inteligente es la acertada.

 

LE FALTA ESE ALGO

 

“Las dimensiones de la muñeca del ser humano suponen una limitación severa. Incluso si el Galaxy Gear fuera una maravilla de diseño me pregunto cuánta cantidad de información el ser humano quiere obtener en una pantalla de una o dos pulgadas”, explicó Joe Thompson, editor jefe de la revista WatchTim.

 

Otros inconvenientes son la duración de la batería, apenas unos días en muchos casos, y el papel accesorio del smartwatch cuyas prestaciones son inferiores a las del teléfono que el usuario debe tener con él necesariamente para sacar partido a su reloj.

 

La industria relojera, una de las más longevas que existe, “no está preocupada” por los “smartwatche”, declara Thompson. De hecho, a pesar de ser un sector maduro, sus números confirman que goza de buena salud. En 2013, las ventas en Estados Unidos crecieron 6%, según un informe de Euromonitor.

 

Las estadísticas mejoran incluso para el nicho de la relojería de lujo, cuyo negocio subió un 12% en 2013 en todo el mundo, según datos de World Watch Report.

 

A estos fabricantes sí les inquieta el auge del entorno digital, donde las omnipresentes pantallas hacen que nadie necesite un reloj para saber la hora, pero se aferran a su imagen de estatus y su papel como accesorio de moda.

 

Ese valor estético y emocional es una barrera que ningún “smartwatch” ha conseguido franquear y sigue dando cuerda al negocio del reloj de siempre. Thompson, aunque escéptico, no descarta que esto pueda cambiar.

 

LO QUE VIENE

 

“Todos están esperando por el iWatch. Apple ha demostrado que es capaz de sacar productos revolucionarios, ya pasó con el iPhone”, apunta el experto, si bien la empresa de Cupertino se está haciendo de rogar, es una señal de que el desafío es complejo.

 

En mayo de 2013, el consejero delegado de Apple, Tim Cook, reconoció que el producto tendría que ser “increíble” para que la gente decida llevarlo puesto en la muñeca, donde tiene que encajar con naturalidad.

 

 

 

 

Tecnología Smartwatches archivo

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