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Soldados rusos vigilan desde lo alto de una chimenea en la ciudad de Sebastopol, Crimea.

El ajedrez de Rusia

Es la península de la discordia. Pieza vital en el ajedrez geopolítico de Rusia; pero legalmente territorio de Ucrania, un Estado que recién estrena su independencia. En estos días Crimea ha vuelto a dar de qué hablar, pues al autoproclamarse territorio ruso revolvió la historia, abrió viejas heridas y puso una nueva duda en el tapete internacional: la de una Tercera Guerra Mundial.

Por Amalia del Cid

Es la península de la discordia. Pieza vital en el ajedrez geopolítico de Rusia; pero legalmente territorio de Ucrania, un Estado que recién estrena su independencia. En estos días Crimea ha vuelto a dar de qué hablar, pues al autoproclamarse territorio ruso revolvió la historia, abrió viejas heridas y puso una nueva duda en el tapete internacional: la de una Tercera Guerra Mundial.

Tras la revolución que en menos de tres meses expulsó de la presidencia de Ucrania al “prorruso” Viktor Yanukóvich, Crimea aprovechó el contexto para rebelarse contra las nuevas autoridades ucranianas y el pasado 17 de marzo pidió formalmente su integración a la Federación Rusa. Apenas un día después la solicitud fue aceptada por el mandatario ruso Vladimir Putin, ante la mirada de reprobación de Europa y Estados Unidos.

La decisión de pasar sobre los principios del derecho internacional y las fronteras de Ucrania obedece a los planes rusos de recuperar la que fue el área de influencia de la extinta y poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), analiza Julio Icaza, experto en Derecho Internacional y exembajador de Nicaragua ante las Naciones Unidas. El propio Putin ha declarado que la desintegración de la Unión Soviética es “la mayor desgracia del siglo XX”. Es decir, peor que las dos guerras mundiales, la Guerra Fría, el Holocausto judío y el genocidio de Josef Stalin contra el pueblo ucraniano.

El conflicto de Ucrania, que se separó de la Unión Soviética en 1991, hizo más evidente que el mundo ha vuelto a dividirse. O que más bien, señala el exvicecanciller nicaragüense José Pallais, está regresando a los ejes de antaño: el bloque de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrado por los países del oeste europeo, Estados Unidos y Canadá, versus una nueva versión del comunista Pacto de Varsovia, ahora al estilo del polémico Putin.

Con la anexión de Crimea a Rusia, Ucrania perdería un territorio que por su posicionamiento en el mar Negro y su salida hacia el Mediterráneo es muy estratégico comercial y militarmente. Por algo la emperatriz rusa Catalina la Grande, famosa por sus conquistas, colocó su flota de guerra en el puerto de Sebastopol, allá en 1783, después de arrebatar la península a los otomanos. A la fecha, la Federación mantiene en Sebastopol una de sus más importantes bases militares y el puerto es emblemático por haber sido escenario de grandes luchas armadas en las que se derramó sangre rusa.

Crimea pasó a Ucrania en 1954, cuando fue entregada como “regalo” por Nikita Kruschev, líder soviético de origen ucraniano. Por entonces Ucrania era parte de la URSS y el traspaso no representaba un gran cambio; sin embargo, al disolverse la Unión Soviética en la península surgieron intenciones separatistas. En realidad, dice Pallais, existen razones históricas para que Crimea quiera volver a Rusia; lo que no hay son fundamentos legales.

“Desde el punto de vista del derecho interno de Ucrania es ilegal porque la ley ucraniana no permitía ese referéndum (con el que Crimea decidió integrarse a Rusia)”, explica Pallais. Además, agrega, se violentó un principio que ha sido básico para la convivencia pacífica en Europa: el respeto de las fronteras. Según él, “las grandes guerras, como la Primera y la Segunda Guerra Mundial, se originaron por el deseo de desconocer las líneas fronterizas de los países y se está empezando a contradecir ese principio con la decisión de anexarse Crimea”.

Lo que está en juego

Además de que Sebastopol es base de la Flota Rusa del mar Negro, por Crimea pasan los oleoductos rusos que abastecen a Europa de gas y petróleo, apunta Julio Icaza. Casi un tercio del gas que llega a la Unión Europea (UE) proviene de Rusia y el 40 por ciento se recibe a través de Ucrania. Para darnos una idea, Gazprom, el mayor productor ruso de gas natural, cobra cada mes de la UE una factura de casi 3,600 millones de euros (4,966 millones de dólares), según cita la agencia de noticias Euro Press.

Por otro lado, la posición geográfica de Crimea permite que Sebastopol tenga conexión, a través de dos estrechos, con la base rusa ubicada en Siria, en las costas del Mediterráneo, dice Pallais. De esa forma, subraya, Rusia puede seguir deteniendo la caída de Bashar al Asad.

Para Volodymyr Kozlov, consejero de la Embajada de Ucrania en Cuba con concurrencia en Nicaragua, la actitud de Rusia es una “amenaza para la paz en todo el mundo” y “un hecho bastante grave de la violación del derecho internacional”. A juicio de Kozlov también es lamentable que países de la Alianza Bolivariana (Alba) apoyen la agresión de la Federación Rusa.

—¿Existe una posibilidad real de un conflicto armado entre Ucrania y Rusia?

“Existe… Existe porque Ucrania hasta este momento tiene mucha paciencia, pero ya murió un soldado ucraniano en Crimea y ahora las fuerzas armadas de Rusia han detenido a un jefe de nuestra tropa en Crimea, por eso es muy peligroso. Y ahora el presidente interino de Ucrania dio un ultimátum a las autoridades de Crimea y Rusia”.

—¿No sería peligroso para Ucrania teniendo en cuenta la capacidad militar de Rusia?

“Vamos a pedir la ayuda en todos los países. Esperamos el apoyo de la comunidad internacional”, asevera Kozlov, para quien “Rusia es una potencia nuclear y un peligro para todo el mundo”.

Kozlov teme que en países europeos las regiones que tienen gran población rusa, como en Crimea, sigan el ejemplo e intenten separarse.

Hay inquietudes en Europa porque históricamente ha habido intenciones de secesión de Escocia en el Reino Unido y de Cataluña en España, apunta Pallais. “Lógicamente ni el gobierno británico ni el español ven con buenos ojos lo que está sucediendo, porque puede alentar a los escoceses y a los catalanes”, aunque es una situación muy diferente porque en estos casos “no llegaría a apoyarlos un ejército ruso, por la distancia y porque esta no es su área de influencia”.

Nicaragua en el tablero

Al derrumbarse la Unión Soviética, Rusia miró totalmente reducido su patio de influencia y vio avanzar al bloque de la OTAN, señala José Pallais. Por eso, dice, ahora que Ucrania, que siempre había sido considerada una república “semiindependiente” bajo el liderazgo ruso, hizo una revolución con el objetivo de acercarse a la Unión Europea, Putin eligió detener ese avance hacia su frontera impulsando la separación de Crimea.

Del lado de Ucrania, enumera Pallais, se encuentran Estados Unidos, todos los otros países de la OTAN y los que tienen una fuerte alianza con el gobierno estadounidense. Del otro lado está China “jugando un papel de imparcialidad” y los aliados tradicionales de Rusia, que en América Latina han sido Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ya demostraron su solidaridad al reconocer, en contra de la comunidad internacional, a los dos territorios rebeldes de Georgia cuando se declararon independientes: Osetia del Sur y Abjasia. Y nadie debe sorprenderse si un día de estos Daniel Ortega, inconstitucional presidente de Nicaragua, aparece aprobando la anexión de Crimea a Rusia. “Estoy seguro de que lo va a hacer”, afirma el exvicecanciller.

Recientemente se ha sabido de supuestos planes de Rusia de instalar bases militares en Venezuela, Cuba y Nicaragua. La nueva se publicó el 26 de febrero en el sitio web de RT Actualidad, y las declaraciones se atribuyeron a Serguéi Shoigú, ministro de Defensa ruso. Aunque hasta el momento esas negociaciones no se han confirmado, ya se especula sobre cuáles serían las consecuencias de tener una base militar rusa en territorio nicaragüense.

Para empezar, por lógica Nicaragua se convertiría es un blanco militar, asegura Julio Icaza. A su parecer, “se está hablando de instalación de bases militares, bajo el eufemismo de ‘instalaciones de abastecimiento’, que es lo mismo una instalación militar; lo cual las convierte en un objetivo militar a la hora de un conflicto. Lo primero que haría Estados Unidos es tratar de eliminar esas bases de abastecimiento para reducir la capacidad de alcance de las naves y aeronaves rusas”.

Sin embargo, Icaza no cree que el conflicto Ucrania-Crimea-Rusia llegue a convertirse en una Tercera Guerra Mundial, pues aunque “Rusia tiene un arsenal nuclear poderosísimo capaz de destruir la Tierra, en términos de guerra convencional, que es lo que podría darse, está lejos de ser una potencia militar, en comparación con los Estados Unidos y las potencias europeas”. “El escenario de una guerra no está claro”, insiste el exembajador, y “lo que puede haber es un cierto tipo de regreso a una Guerra Fría y la reconstrucción geoestratégica de las esferas de influencia”.

En la relación Rusia-Nicaragua, nuestro país pierde porque podría alejarse de Estados Unidos, que es su principal socio comercial y corre el peligro de sufrir reacciones por parte de esa potencia, que miraría como riesgo una presencia cada vez más fuerte de Rusia en América, analiza José Pallais. El experto señala que a cambio de alguna cooperación, Rusia ya le pidió a Nicaragua “el reconocimiento de dos Estados, ya le está pidiendo bases y ya le va a pedir que reconozca a Crimea” y “puede solicitar mucho más en el futuro”.

Para él, hay dos posibles explicaciones para el alineamiento de Ortega con Putin. “Siempre ha querido ser un gran actor en el tablero internacional y una forma de figurar es alinearse” o “está previendo una confrontación futura de la Nicaragua orteguista con los Estados Unidos y piensa que va a necesitar el apoyo de Rusia”. Un apoyo que solo podría darle un “gobierno autoritario que tiene una política de expansión imperial y necesita peones en todas partes”.

Ortega decidió ser peón de Rusia para que ella juegue sus intereses, afirma Pallais. Hay que ver cuáles son, manifiesta, “pero desde luego no son los de Nicaragua”.

Icaza, por su parte, considera que Ortega debe dejar a un lado “su afán de andárselas dando de jugador de grandes ligas”. “No le interesa a Latinoamérica que este continente se convierta en un espacio de lucha de superpotencias”, apunta. Y no está mal recordar, dice, aquel viejo proverbio que reza: “Cuando dos elefantes se pelean es la hierba la que sufre”.

La OTAN sigue siendo una alianza militar, y estamos en contra de tener una alianza militar desplegándose como en casa cerca de nuestra valla o en nuestro territorio histórico. Yo simplemente no puedo imaginar el que tuviéramos que viajar a Sebastopol a visitar a los marineros de la OTAN”. Vladimir Putin, presidente de Rusia.

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