Mañana entra en vigencia para Guatemala el Acuerdo de Asociación que, luego de años de planificación y negociaciones, firmaron de región a región la Unión Europea y Centroamérica.
Con la entrada de Guatemala queda en plena vigencia el aspecto comercial del Acuerdo de Asociación, que Nicaragua fue el primer país del istmo en ratificar y aprovechar. Sin embargo, este acuerdo no es un simple tratado de libre comercio como los muchos que hay en el mundo, bilaterales o multilaterales. Este acuerdo tiene dos aspectos más, el de cooperación y el del “diálogo político”.
No cabe duda que el libre comercio, la libre competencia y el respeto a la propiedad privada son factores importantísimos en el desarrollo económico de los países. Nicaragua es claro ejemplo de lo positivo que pueden ser estos acuerdos. Este país es el que más ha aprovechado el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, el DR-Cafta. El provecho no solo se ha visto en el crecimiento de las exportaciones de productos nicaragüenses al mercado estadounidense, sino en la inversión que ha venido de Estados Unidos a instalarse en Nicaragua. Todo esto redunda en la creación de empleos y mejores ingresos.
Pero con lo provechosos e importantes que son los tratados de libre comercio, las sociedades del istmo no pueden desperdiciar la oportunidad que ha dado la Unión Europea al tener una visión integral del desarrollo de los países, incorporando en el acuerdo el aspecto de cooperación, pero sobre todo el aspecto político, que es al que menos atención se le ha puesto.
Y aunque es cierto que un acuerdo integral es novedoso y que tal vez por esa razón el aspecto del “diálogo político” está rezagado, también es cierto que a los políticos y a los gobiernos centroamericanos probablemente no les cause mucha gracia comprometerse seriamente con ese último pilar.
En agosto de este año, en Managua, la Delegación de la Unión Europea realizó un panel para promover este tercer componente. El panel se llamó: “El papel del Acuerdo de Asociación UE-CA en el proceso de integración regional: Una mirada política y de cooperación”.
Allí se explicó que el pilar político del AdA está centrado en el respeto y promoción de la democracia, los derechos humanos, el Estado de Derecho y la transparencia en el manejo del Gobierno.
No cabe duda que la mayoría de los políticos de Centroamérica preferirían dejar ese compromiso simplemente como un elegante enunciado, mientras se aprovecha el mercado europeo que, aunque deprimido en los últimos años, en el largo plazo representará grandes ventajas para el desarrollo de la región.
Sin embargo, es necesario que el Acuerdo tenga plena vigencia en sus tres pilares y que los socios europeos tomen muy en cuenta el diálogo político. Eso es particularmente importante para Nicaragua por las circunstancias políticas actuales en las que la democracia agoniza con una contrarreforma constitucional que amenaza con instaurar una dictadura dinástica, donde el respeto a los derechos humanos es cada vez más débil y la transparencia gubernamental y el respeto al Estado de Derecho han desaparecido.
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