La grave desigualdad salarial del país, por la que un albañil es mejor pagado que un maestro, no es nueva. Para los casi 40 mil maestros que actualmente existen en Nicaragua esa es una realidad con la que cada uno vive a diario: un salario que no les da para pagar una canasta básica completa, porque para menos del 60 por ciento de los productos es lo único que les alcanza, sin contar con los demás gastos de una casa.
Estadísticas en mano, el economista Adolfo Acevedo Volg confirma que históricamente los salarios de los maestros y de los trabajadores de la salud son los peores pagados y con el regreso al poder del FSLN en enero del 2007 la situación se ha agravado.
El director del área jurídica del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Gonzalo Carrión, lamenta que los maestros y sus sindicatos estén maniatados por el Gobierno de Daniel Ortega y que los viejos líderes sindicalistas, ahora electos diputados, en lugar de estar al lado de los maestros han puesto a dormir a los sindicatos.
En el 2003, José Zepeda, de la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (Anden), y Gustavo Porras, del Frente Nacional de Trabajadores (FNT), encabezaban las protestas, pero ahora repiten el argumento del Gobierno: no se puede exigir más al Estado.
Carrión además advierte que “cualquier conato de demanda de los maestros no tiene eco porque ya no hay voces que las hagan valer”.
José Siero, de la Unidad Sindical Magisterial, dice que es más grave: los maestros están amenazados.
Según Siero, ante la eventualidad de una huelga de los maestros, el FSLN entrena a miembros de la Juventud Sandinista, mientras intenta “ahorrar” planilla reemplazando a maestros de base por maestros comunitarios, que solo reciben una “ayuda simbólica” del Estado.
Siero recordó que la demanda es que el bono de 700 córdobas que da el Gobierno se integren al salario y se de un aumento de 750 córdobas, pero lo que manejan es que solo recibirán menos de 300 córdobas.
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