14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Encuentro con los clásicos

Por Alejandro Serrano Caldera.- Con mucho agrado he aceptado la invitación de mi amigo Joaquín Absalón Pastora para hacer el prólogo a su interesante libro Encuentro con los clásicos , en el que nos presenta sus reflexiones sobre la música a través de algunos de los más grandes creadores de todos los tiempos.

En la “Dedicatoria e introducción” el autor evoca la memoria de su padre, cuando cantaba en italiano “f ragmentos de Rigoletto, La Traviata, La Forza del Destino, Aída , y otros”, pues para él ése era “el idioma oficial de la música”, a la vez que expresaba su admiración por Verdi y Wagner como compositores, y por Enrico Caruso, que “rompía vitrales con el eco de su voz”.

Nos cuenta Joaquín Absalón Pastora que su padre recordaba el piano de las mansiones coloniales de Granada, el que “solo sonaba cuando se invitaba al afinador primero y al solista después con motivo de la realización de algún evento social”, y rememoraba la Managua de 1915 con los conciertos de los jueves y domingos de la Banda de los Supremos Poderes, ejecutando temas de Rossini, Verdi, Grieg y de José de la Cruz Mena, al que orgullosamente llamaba “nuestro Strauss”, entre otros recuerdos que el autor reconstruye con el reconocimiento, el cariño y la nostalgia para quien iluminó sus primeros caminos en el mundo de la música.

Antes de entrar a la consideración de los grandes maestros por él tratados, el autor anota la importancia que tiene el aprendizaje musical y el cultivo del arte desde la infancia, y en este sentido evoca a “los infantes iluminados”, Mozart y Brahms, quienes “la aprendieron a leer desde muy temprano” y a Haydn quien desde los cinco años jugaba a tocar el violín con una varita de madera. Todo esto reafirma la convicción de Absalón Pastora en la pedagogía para fortalecer, desde temprano, la devoción por la música en todos aquéllos que tienen la disposición y cualidades necesarias.

Es importante señalar la relación que hace Pastora entre lengua, arte y ciencia como naturaleza y medio de expresión de la música y, en ese sentido, se refiere a diversas consideraciones de autores y críticos que valoran la música como “lenguaje universal”, pero también como estímulo de la sensibilidad humana, la que adquiere diferentes estados de ánimo dependiendo de lo que se escucha: la pasión gitana, con las Danzas Húngaras de Brahms, el sentimiento sombrío con el Sibelius de Finlandia, las luces y sombras del paisaje con la música de Claude Debussy, en la que en “ El diálogo entre el viento y el mar ” deviene también pintura y paisaje, la pintura de un paisaje.

Joaquín Absalón Pastora presenta con claridad la relación de la música con el arte y la ciencia. “Es lengua –dice— pero también es arte y es ciencia. Como arte tiene pintores. Como ciencia tiene matemáticos, puristas de la exactitud. Si a Bach se le puso como maestro en el lenguaje, en la germanía de los signos, a Debussy se le puede citar dentro de las artes, como maestro de la pintura y a Schonberg en la ciencia como el puntal de la fidelidad a lo determinado”.

En su libro estudia a los grandes músicos desde la vida y el arte, entrelazando su capacidad creativa con las circunstancias, tiempo y medio en que transcurre su existencia. Bach, Mozart, Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Chopin, Stravinsky, Malher, desfilan desde la sensibilidad de este apasionado musicólogo, aficionado preferiría él que se le denominara, que ha hecho de la música una razón consustancial a su existencia.

Joaquín Absalón Pastora menciona lo que considera la influencia de Mendelssohn en el tango, llevado a Europa en 1911, a partir del dúo En el tiempo de la ópera de Kart Weill, considerado, nos dice el autor, “como el tango de más intensa y ejemplar belleza, como la introducción lírica y orquestal definitiva de su modalidad sentimental”. Para mí esto ha sido un descubrimiento y una sorpresa, pues jamás hubiese imaginado el tango con influencia de Mendelssohn.

En la última parte de su libro, Absalón Pastora habla del jazz como la música clásica de América; de la música en la poesía de Rubén Darío en la búsqueda de “transformar a la lengua española en cuerpo sonoro, apto para expresar todas las vibraciones anímicas”, según Erwin Mapes en la influencia francesa en Rubén Darío, París 1925, citado por el autor, o como el mismo Darío lo expresara en el Proemio al Canto Errante , 1907, “he querido ir hacia el porvenir, siempre bajo el divino imperio de la música”.

Finalmente Joaquín Absalón Pastora nos habla de la palabra y la música en China en donde al llegar al aeropuerto de Taiwán escuchó una sonata de Schumann, reafirmando así el carácter universal del arte por encima del lenguaje, costumbre y tradiciones.

Este libro es un magnífico esfuerzo que nos recuerda que el arte nos da lo que la realidad nos niega, porque el arte, y en este caso particular la música, no es solo su reflejo, como tampoco mera evasión hacia mundos ficticios; es siempre distinto de ella, pero sin dejar de ser ella misma. Es la realidad que se trasciende desde la subjetividad del creador. El mundo objetivo y sensorial más los sueños y las perspectivas múltiples: la del artista que crea y transmite en su creación, y la del sujeto ante la obra de arte que al integrarla a su propia subjetividad deviene también creador.

   Filósofo y escritor nicaragüense

Ver en la versión impresa las paginas: 22

Columna del día Opinión
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí