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¡Huyyyyy! ¡Qué fea soy!

Cuando algún defectito físico se convierte en un martirio y piensa que por tenerlo es la persona más horrible del mundo, y luego surge la obsesión con la posibilidad de desaparecerlo, se está ante una enfermedad sicológica a la que los médicos llaman dismorfobia. Personas de entre 15 y 40 años son quienes más la […]

  • Cuando algún defectito físico se convierte en un martirio y piensa que por tenerlo es la persona más horrible del mundo, y luego surge la obsesión con la posibilidad de desaparecerlo, se está ante una enfermedad sicológica a la que los médicos llaman dismorfobia. Personas de entre 15 y 40 años son quienes más la padecen
[doap_box title=”LOS CULPABLES” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

Los medios de comunicación tienen algo de culpa en la propagación de esta fobia. “Acentúan la idea de que la perfección del cuerpo es una meta que se debe alcanzar a toda costa para ser alguien en la vida y alcanzar la felicidad”, asegura el doctor Petronio Delgado.

Dice el psiquiatra que “esta enfermedad es curable, porque puede controlarse mediante terapia psicológica para tratar de modificar las ideas y conductas del paciente, con el fin de que mejore la relación consigo mismo, aprenda a manejar el estrés y supere sus temores”.

Delgado dice que en Nicaragua deben existir muchas personas con esta fobia, pero no se conocen clínicamente porque simplemente lo toman como una obsesión a verse bien.

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Se mira al espejo y piensa que sus brazos están muy flácidos. La sensación de delgadez u obesidad lo mortifica al extremo de considerar el gimnasio como su prioridad en la vida, o constantemente piensa que tiene defectos físicos “terribles”. Su problema puede ser más mental que físico. Los médicos lo llaman dismorfobia.

El doctor Petronio Delgado Sandoval, subdirector del Hospital Docente de Atención Psicosocial, define la dismorfobia como “una creencia angustiosa de asumir que se tiene alguna alteración física o una alteración en el funcionamiento corporal que pueda estar sustentada en elementos objetivos de la realidad”.

Asegura que se caracteriza por una preocupación excesiva de una deformidad física, más o menos evidente o fantaseada, que recae en una parte determinada del cuerpo (nariz, orejas, etc.), o en el cuerpo completo (estatura, obesidad, delgadez), afectando por igual a los “bien parecidos” o a los que no lo son.

CONDUCTA ALARMANTE

“Es normal que todo ser humano se preocupe por la imagen que proyecta hacia sus semejantes y que invierta cierta cantidad de tiempo y esfuerzo para adquirir su guardarropa, cambiar de peinado o mejorar su apariencia”, explica el psicólogo clínico Juan Carlos Jirón.

Por su parte el doctor Delgado considera que el problema resulta preocupante cuando esta conducta se vuelve obsesiva y autodestructiva, ya que “provoca gran sufrimiento a quien la padece, el cual acudirá a distintos médicos (de familia, cirujanos plásticos), tratamientos de belleza, dietas drásticas en intento por remediar la supuesta deformidad sin quedar conforme con los resultados y se limitará su desarrollo personal”.

Ambos especialistas insisten que es importante una pronta detección de la fobia, porque de no hacerlo así, la persona se ve inmersa como en un abismo sin fondo que no le permite realizar sus actividades diarias.

Esta fobia afecta a adultos de ambos sexos que oscilan entre 15 y 40 años, pero debido a la relación con las transformaciones de la pubertad, las etapa donde más se presenta es en la adolescencia, es decir, de los 15 a los 18 años.

Por tanto, siendo la adolescencia la etapa de la vida en la que se dan las mayores transformaciones corporales, es normal que sea este período en el que exista mayor riesgo de padecer síndrome de distorsión de la imagen.

“Es importante resaltar que no sólo las mujeres tienen conflictos con su imagen corporal, el porcentaje de hombres insatisfechos se ha multiplicado en los últimos años. Las preocupaciones más frecuentes entre los hombres son el pelo, la nariz, los genitales y la cantidad de masa muscular”, dice Jirón.

Espectáculo

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