14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

A pesar de su brazo quebrado, Carlitos hace el intento de dibujar, en medio del programa “Retorno a la Alegría”.

El deslave se llevó las sonrisas

La tranquilidad en la vida de los niños y niñas del Musún, en Río Blanco, fue alterada abruptamente por la tragedia. Las afectaciones emocionales de centenares de niños y adultos podrían aumentar de no ser atendidas. Para evitarlo, instituciones del Estado y la Unicef impulsan el programa de rehabilitación psico-social “Retorno a la Alegría”, para […]

  • La tranquilidad en la vida de los niños y niñas del Musún, en Río Blanco, fue alterada abruptamente por la tragedia. Las afectaciones emocionales de centenares de niños y adultos podrían aumentar de no ser atendidas. Para evitarlo, instituciones del Estado y la Unicef impulsan el programa de rehabilitación psico-social “Retorno a la Alegría”, para identificar a quienes tienen o presentan traumas

Olga MoragaEspecial para LA PRENSA

RIO BLANCO.- A sus ocho años, Francisco no encuentra explicación para lo ocurrido el pasado viernes 25 de junio. “Llovía mucho, el cerro retumbaba y salimos corriendo de la casa”. Es el único recuerdo del niño, quien junto a su madre y siete hermanos más se encuentran en uno de los albergues para damnificados del deslave del cerro Musún en el municipio Río Blanco, en Matagalpa, 216 kilómetros al norte de Managua, como consecuencia de las continuas lluvias de las últimas semanas en la zona del norte y centro de Nicaragua.

La vida tranquila de centenares de campesinos de los municipios Río Blanco y Matiguás transcurría entre el cultivo de granos básicos para su autoconsumo, sólo interrumpida por los terribles sonidos de las motosierras que mes a mes llegan a llevarse la madera preciosa del cerro, hasta que comenzaron las lluvias constantes provocadas por las ondas tropicales de la estación lluviosa.

Ahora lo que más anhela Francisco, es que le quiten el yeso de su brazo quebrado producto del derrumbe, para poder jugar. El niño fue rescatado por su madre de la corriente de lodo que se les vino encima en la comunidad Palam Grande, del municipio Río Blanco. Su padre del mismo nombre y una hermanita de sólo cuatro meses fueron arrastrados por la corriente de lodo y piedras que se desprendió del cerro Musún, y no los volvieron a ver.

Su madre Leoncia Loáisiga, de 30 años, ahora tiene que enfrentarse a la vida sola junto a sus 8 hijos menores de 14 años. Ellos son parte de las 908 familias, más de 5,500 personas, afectadas por los derrumbes del cerro Musún.

RETORNO DE LA ALEGRÍA

A Francisco le cuesta integrarse a las dinámicas y juegos del programa “Retorno a la Alegría”, una estrategia del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cuyo objetivo es la identificación de niños, niñas y adultos que han sido perjudicados psicológicamente con traumas o signos de estrés postraumático, que afectan su capacidad de retomar su vida, para que posteriormente puedan ser tratados por profesionales hasta que recuperen su salud mental completa.

Francisco tiene su brazo quebrado y su estado emocional es complicado. “Al niño (Francisco) la corriente de lodo se lo había llevado, pero luego lo aventó a un lado y lo pude rescatar” comentó su madre Leoncia Loáisiga.

En Nicaragua, personal del Ministerio de Educación y del Ministerio de Salud, integrado por profesores, psicólogos, trabajadores sociales y psiquiatras, han adaptado esta estrategia dándole su propio “toque” en la aplicación a los niños y niñas en situaciones difíciles como las provocadas por el huracán Mitch en 1998.

“Esta estrategia también fue utilizada para ayudar a los niños y niñas afectados por los terremotos de Masaya el año 2000. Este equipo tiene mucha experiencia y sobre todo un alto espíritu de solidaridad” expresó Anyoli Sanabria, oficial de educación de Unicef.

En la estrategia “Retorno a la Alegría” se realizan actividades lúdicas con los niños y adolescentes, que se realizan en cuatro estaciones: dibujo, actividades físicas, recreación y orientación, las que se desarrollan de forma simultánea.

En cada estación se designan 2 ó 3 facilitadores que realizan las actividades con los niños y niñas. Uno de ellos hace el rol de “pescador” y es quien observa las reacciones de los niños durante la actividad. El niño o la niña que presenta determinados comportamientos asociados al estrés es conducido al psicólogo o psiquiatra en compañía del padre o la madre para conversar.

“Las terapias no son mágicas. Hay que darle seguimiento posterior a los casos. Vamos a enviar a un equipo de salud mental del Minsa para darle seguimiento”, dijo el doctor Carlos Fletes, director de Salud Mental del Ministerio de Salud.

BIENVENIDA CON MAQUILLAJE

La bienvenida a los niños se les da a través de un maquillaje con pintura especial. El equipo de facilitadores diseña en las caritas y brazos de los niños y niñas, dibujos de colores, en tanto se ganan la confianza de ellos.

“Todos querían un dibujo, incluso los adultos se amotinaron para que les pintaran uno. Hasta los bebés enfocaron su atención en la flor, la estrella, el pajarito o los corazones dibujados en sus bracitos”, comentó Ramiro Pérez, facilitador del Ministerio de Educación.

Para la mayoría de los niños y niñas lo que están viviendo es una experiencia nueva, como nuevo es casi todo a su alrededor.

“Yo no conocía los carros, yo pensaba que eran animales”, dijo con inocencia José Marcio, un niño de 6 años. Para la mayoría de ellos es la primera vez que conocen el pueblo de Río Blanco, porque sus comunidades distan entre 4 y 5 horas de camino a pie, montaña arriba.

IMPACTO EMOCIONAL

Si la recuperación del desastre se demora y los problemas no son atendidos oportunamente, el porcentaje de personas con problemas emocionales o de conducta puede aumentar significativamente.

“Entre las personas que atendí estaba una familia que está en malas condiciones porque lo perdieron todo. La familia está traumatizada. El estrés es muy grande. Lloran incesantemente, no soportan el cambio”, manifiesta Esmeralda Reyes, psicóloga del Hospital Psiquiátrico de Managua e integrante del equipo interdisciplinario que realizó la primera intervención del “Retorno a la Alegría”.

“Tenemos un señor en el albergue, a quien el alud se le llevó a su esposa y sus cuatro hijos y desde ese día no logra dormir”, comentó Davia Isabel Toledo, directora del Instituto de Río Blanco, actual albergue de 200 damnificados, entre ellos 109 niños y niñas menores de 15 años.

LOS ALBERGUES

En la comunidad la Isla, en Río Blanco, existen dos albergues ubicados en dos escuelas, con más de 300 personas cada uno, los que están en condiciones de hacinamiento. Los niños necesitan alimentos apropiados, no cuentan con agua potable y también necesitan ropa pues lo perdieron todo.

En Río Blanco, hasta ahora se ha identificado a 30 personas muertas por los derrumbes. Los afectadas superan los 3,600 habitantes. De ellos 1,767 han sido reubicados en siete albergues. Dos comunidades están incomunicadas y otras seis comunidades son accesibles sólo por helicóptero.

En tanto en el municipio de Matiguás, Matagalpa, en ocho comunidades están afectadas 323 personas por el desborde de los ríos y los derrumbes, de quienes 286 han sido reubicadas en albergues.

HERIDAS PROFUNDAS

Josefina Murillo, especialista en Psicología, asegura que además de la ayuda material a la población afectada por el desastre, también la mente de estas personas no tiene que ser olvidada por las autoridades, porque “sus heridas son tan grandes como las del cerro”.

Nacionales

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí