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El electorado ya cambió

  • Probablemente los nuevos electores juzguen más por los méritos personales y la competencia profesional de los candidatos

Luis Humberto Guzmán

Todas las encuestas colocan a Herty Lewites como el candidato ganador de la Alcaldía de Managua. Incluso el PLC ha reconocido públicamente que él va adelante. La tendencia de intención de votos le señala como el próximo alcalde de Managua.

Dos aspectos deben analizarse sobre esta probable elección de Herty Lewites como alcalde de Managua. El primero se refiere a los cambios del electorado, y el otro es el significado de su triunfo para las elecciones presidenciales.

La tolerancia crece

Tradicionalmente se ha distribuido al electorado nicaragüense en una porción del 70 por ciento no sandinista contra un treinta por ciento sandinista agregándose que no suele haber traslado de votantes desde el no sandinismo hacia el sandinismo. La tendencia de votos en Managua está mostrando señales de cambio, aparentemente sectores no sandinistas están sumando sus votos hacia la candidatura de Herty Lewites, es decir que un sandinista sui generis, como Lewites, es capaz de afirmarse en la base electoral sandinista (30% de los votos), y además captar votantes tradicionalmente no sandinistas. Igualmente se constata que los disidentes del sandinismo no logran drenarle votos al FSLN, tal es el caso de Carlos Guadamuz, quien como candidato de Camino Cristiano no supera el margen de error de las encuestas.

Sin embargo hay que señalar que la tolerancia de los electores nicaragüenses y su capacidad para romper líneas partidarias es fuerte y se mostró con mucha claridad en 1996, cuando los electores le confiaron a alcaldes sandinistas un tercio del total de las alcaldías del país, las que reúnen un 25 por ciento aproximadamente de la población de Nicaragua, es decir que una cuarta parte de la población nacional el día de hoy es gobernada por alcaldes sandinistas, sin que ello haya provocado en León, Estelí, Jinotepe, Ocotal o Somoto, caos, ni conflictos, ni éxodos, e incluso se advierte un clima amistoso y de cooperación entre los alcaldes y los sectores empresariales.

El encuestador costarricense Víctor Borge confirma estos cambios, indicando que en 1996, uno de cada tres electores se definía como antisandinista, y que ahora lo hace solamente uno de cada siete. A los cambios de mentalidad y de actitud política hay que agregar la incorporación de aproximadamente setecientos mil votantes nuevos desde 1990, para estos nuevos electores sus referentes de decisión política son diferentes que los de sus padres.

Probablemente los nuevos electores juzguen más por asuntos actuales, por los méritos personales de un candidato, por su competencia profesional, por la calidad y viabilidad de los programas que se le ofrecen, se puede concluir pensando que el electorado del año 2000 estará mas interesado en definirse por los pro, mas que por los anti.

¿Que significaría un triunfo de Herty?

Un triunfo de Herty Lewites dañaría irreparablemente la autoridad del Presidente Arnoldo Alemán dentro del PLC, la confianza en el cómo un líder triunfador se perdería y su capacidad para ungir al candidato presidencial por la vía del dedazo se habría menguado considerablemente. Se abrirían luchas intestinas feroces dentro del PLC.

Erróneamente para sus intereses, los adversarios del Frente Sandinista magnifican la importancia de un triunfo de Herty en Managua, agitan el espantajo de un retorno a los años 80. La realidad es que la Alcaldía de Managua no es la Presidencia de la República, el Alcalde de Managua, aun gobernando a una cuarta parte del electorado nacional, sólo es un alcalde. No tiene autoridad sobre el Ejército de Nicaragua, ni sobre la Policía Nacional, no decide la paridad cambiaria del córdoba, no dirige la economía del país, ni dirige la política exterior, sólo es un alcalde.

En verdad un triunfo de Herty en Managua tendría repercusiones nacionales, la primera en importancia, es la derrota definitiva a la Constituyente, es decir, el truco con que el Presidente Alemán pretende cancelar las elecciones presidenciales y asegurar su propio continuismo. El eventual triunfo de Herty cierra puerta a la Constituyente y deja completamente abierta la elección presidencial, pues un resultado favorable en Managua no le asegura al Frente Sandinista el triunfo en la elección presidencial el año próximo.

Hay antecedentes internacionales en que un partido sólo gana capitales, pero no elecciones nacionales: los socialdemócratas alemanes durante varios períodos han ganado Munich pero no han gobernado Baviera, los socialistas catalanes han triunfado en Barcelona sin gobernar Cataluña, el FMLN ha ganado San Salvador pero no El Salvador, en México el PRD ganó el DF pero no México.

Esos resultados en Alemania, España, El Salvador y México muestran la sabiduría de los electores, que se convencen de la bondad de distribuir el poder, de no concentrarlo en un solo partido, de no crear nuevos dioses colectivos ni individuales. Creo que el electorado nacional ya ha alcanzado ese grado de madurez.

Probablemente con esas consideraciones en mente un prominente miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua me dijo que él creía que Herty ganaría Managua, que eso sería como una catarsis nacional y que ese triunfo sandinista de la Alcaldía de Managua serviría más para impedirle al Frente un triunfo presidencial que para facilitárselo.

Para mí un triunfo de Herty sería una señal de cambio, de superación de la política de confrontación bayunca e irracional, sería un triunfo de la inteligencia, un voto por la distensión y la tolerancia… y no menos importante la derrota definitiva de la Constituyente.

* Ex presidente de la Asamblea Nacional. Dirigente de la Unión Social Cristiana (USC).  

Editorial
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