Samulali es una remota comunidad del municipio de San Ramón, en el departamento de Matagalpa. En esa zona rural hay una finca llamada La Guadalupana. Hasta allí llegaron dos patrullas de la Policía sandinista en busca de Lesbia Gutiérrez.
Los policías tenían su foto, su nombre completo y sabían que se encontraba en ese lugar. Fue el 10 de agosto de 2024, cerca de las 10 de la mañana, cuando dos agentes vestidos de civil llegaron a la entrada de la finca y preguntaron por ella. La persona que los recibió sintió desconfianza y los cuestionó.
—¿Quiénes son y para qué la quieren? —preguntó.
—Solo queremos saber del proyecto que ella maneja y sus beneficios —respondió uno de ellos de forma tranquila.
Cuando Lesbia estuvo frente a ellos, los agentes cambiaron el tono y le ordenaron salir de la propiedad para acompañarlos a Managua, donde, según dijeron, debían “hacerle unas preguntas”.
En ese momento llegaron los demás agentes: unos uniformados y armados, otros vestidos de civil. Se la llevaron sin ofrecer explicaciones ni presentar una orden de captura. Ese fue el último día que se le vio.
Su trabajo en Cáritas
El Programa de Apoyo Financiero Urbano y Rural (Proafur) es un proyecto que ofrece asistencia financiera, desarrollo empresarial y asistencia técnica a pequeños productores de Matagalpa. Este programa estaba a cargo de Cáritas Diocesana de Matagalpa, y su administradora era Lesbia Gutiérrez. Según varios extrabajadores de la Curia Episcopal, probablemente era la trabajadora más antigua de la institución.
Lesbia llegó a Cáritas en los últimos años del episcopado de monseñor Leopoldo Brenes, quien fue obispo de Matagalpa entre 1991 y 2005. Luego continuó trabajando bajo la dirección de monseñor Jorge Solórzano (2005-2010) y finalmente con monseñor Rolando Álvarez (2011 hasta la actualidad).
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“Ella tenía más de 20 años trabajando en Cáritas. Estaba a cargo de un programa de apoyo a pequeños productores, prestando pequeñas cantidades de dinero a campesinos de la zona para sus siembras y proyectos”, comentó un extrabajador de la Curia que actualmente se encuentra en el exilio.
Durante todos esos años, Lesbia vio pasar a numerosos laicos, sacerdotes y tres obispos. Según amigos cercanos, tenía una fuerte amistad con el cardenal Leopoldo Brenes y monseñor Rolando Álvarez.

Lesbia Gutiérrez: una mujer discreta
Lesbia del Socorro Gutiérrez Poveda tiene actualmente 58 años. Para este reportaje se realizaron numerosas llamadas a amigos cercanos y personas que la conocían en las comunidades rurales que apoyó con el proyecto de Cáritas. También se contactó a feligreses de su parroquia, pero la mayoría se negó a hablar por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Incluso se les ofreció el anonimato, pero no aceptaron.
El defensor de derechos humanos Gonzalo Carrión sostiene que la represión y el miedo que la dictadura ha ejercido en el interior del país explican esta reacción. En el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, organización de la que forma parte, ya no se habla de casos concretos por respeto a las familias.
“No puedo hablarte de ese caso en particular. Podemos conversar sobre el panorama general de los presos políticos, pero las familias no quieren sentirse expuestas o arriesgar los pocos derechos que aún tienen sus seres queridos en las cárceles sandinistas”, explicó a LA PRENSA.
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La poca información sobre Lesbia se obtuvo a través de terceras personas. La describen como una mujer honesta, trabajadora y cercana a la iglesia desde su juventud.
“Estaba casada, pero no tuvo hijos. Es una mujer humilde, pero de carácter. Trabajó en la alcaldía de Matagalpa en tiempos de los liberales (1999-2001) y luego comenzó a trabajar con Cáritas”, dice una persona cercana.
Desde su detención, su familia ha quedado profundamente afectada, e incluso algunos negocios familiares han comenzado a deteriorarse.
Una conocida de Lesbia recuerda un episodio particular: “Lesbia tenía buen corazón. Un día, en una celebración multitudinaria de la iglesia, una persona se desmayó. Lesbia fue quien más se preocupó por ayudarla y buscar un médico. Siempre se preocupaba por la gente”.
Además, era habitual verla en las misas de su parroquia y en las celebraciones especiales en la catedral de Matagalpa, siempre elegante y formal.
Desaparecida
El mismo día que detuvieron a Lesbia, también arrestaron en su casa a Carmen Sáenz, una abogada católica que trabajaba en la Curia.
Al día siguiente, personas allegadas a Gutiérrez se trasladaron al Distrito III de Policía en Managua para pedir información sobre su estado. Sin embargo, fueron recibidos con evasivas y negaciones.
En el Distrito III les dijeron que fueran a la Dirección de Auxilio Judicial. Allí les indicaron que fueran a la Cárcel de Mujeres La Esperanza, y así los mantuvieron todo el día sin brindar información concreta.
El 5 de septiembre, 135 presos políticos fueron excarcelados y expatriados a Guatemala. Amigos y cercanos buscaron su nombre en la lista, pero Lesbia no apareció.
“No sabíamos nada. Esperamos hasta la noche con la esperanza de que nos llamara. Pero no pasó”, relata una amiga en el exilio.
Tras un mes de incertidumbre, en octubre los familiares recibieron un llamado que les permitió llevar paquetería con comida y productos de higiene a la Cárcel de Mujeres La Esperanza. Sin embargo, las autoridades no confirmaron ni negaron que Lesbia se encontrara en ese lugar.
“No la dejaron ver, no saben si recibió la comida y las demás cosas que le mandaron. Fue triste para ellos entregar las bolsas que con tanto cariño y esfuerzo prepararon para ella”, dice una fuente cercana.

Piden la libertad de Gutiérrez y Sáenz
Anna Lee Stangl, directora de incidencia política de organización CSW, que lucha por la libertad religiosa en el mundo, recopiló los casos de violaciones de derechos humanos contra sacerdotes, laicos y personas cercanas a la Iglesia Católica en Nicaragua.
El 9 de septiembre de 2024, Lee Stangl hizo un llamado al régimen de Ortega para que proporcionara una prueba de vida tanto de Carmen Sáenz como de Lesbia Gutiérrez y pidió su liberación inmediata.
“Hacemos un llamado al gobierno nicaragüense para que proporcione urgentemente una prueba de vida a las familias de Carmen María Sáenz Martínez y Lesbia del Socorro Gutiérrez Poveda, y las libere de inmediato y sin condiciones. Ninguna de las dos mujeres ha cometido delito alguno, salvo dedicar su vida al servicio de sus comunidades a través de la Iglesia Católica Romana, inspiradas por su fe”, expresó en un comunicado.
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Con los casos de Gutiérrez y Sáenz, ya son siete los laicos de Matagalpa que han sufrido cárcel, persecución y destierro. Según un excarcelado político, la dictadura, al no quedar sacerdotes en la diócesis, ha decidido atacar a los fieles.
“La detención de ellas busca amenazar a los laicos que sirven en la iglesia, porque el régimen sabe que la Iglesia Católica no son solo los sacerdotes; la sostienen los laicos. Es un mensaje de miedo que ha llevado a algunos fieles a alejarse de la iglesia por estas razones”, dijo desde el exilio.
Actualmente, las autoridades del Sistema Penitenciario Nacional de Mujeres “La Esperanza” siguen recibiendo puntualmente los paquetes de comida, pero aún no se sabe si realmente Gutiérrez está en ese lugar ni cuál es su condición.